«Erraron el diagnóstico y sufrió un trato denigrante»

Al respecto, la afectada narra que el pasado mes de junio su padre, que vivía en una residencia de mayores de un municipio de los alrededores de Valencia, «empezó a encontrarse mal, se ahogaba, y lo llevaron a Urgencias del hospital de Manises, su hospital de referencia. Allí le dijeron que tenía gases en el estómago, le dieron una medicación y lo mandaron de nuevo para la residencia. Él seguía quejándose, y en agosto lo llevé yo de nuevo a Urgencias del mismo centro sanitario y, esta vez nos dijeron que eran gases y un broncoespasmo. Así que 'Ventolín' y a casa. Le llegaron a hacer una radiografía, pero no me dijeron nada», detalla Tais mientras recuerda lo sucedido. «En septiembre, hace diez días, seguía quejándose, pero no quería ir a Manises, así que lo llevaron al Peset, donde le diagnosticaron un cáncer de pulmón con metástasis en huesos y ganglios. Lo devolvieron a Manises, puesto que era su hospital de referencia, y lo ingresaron hace dos miércoles. Murió el domingo pasado, diez días después», añade.

Sin embargo, no es este supuesto error en el diagnóstico lo que más indigna a Tais, sino el trato que, siempre según su relato, recibió su padre mientras estuvo hospitalizado en Manises. «A las seis y media de la mañana entran, encienden la luz y sin hablar con el enfermo le cambian el pañal de forma brusca y se van. Comentan el desagrado que les supone cambiar el pañal lleno de heces delante de él, que está plenamente consciente y en sus cabales. Es un trato humillante y denigrante hacia una persona», critica visiblemente indignada. «Mi padre era un enfermo terminal con dificultades en las extremidades y en la ingesta. Recibía comida no apta para él. Nadie le ayuda a comer y le dejan la comida sin mediar palabra lejos de su alcance. No saludan ni se despiden al entrar y salir», añade, para agregar que el personal de Enfermería «obliga a los familiares a encargarse de tareas sin ninguna formación o explicación; incluso despiertan a los familiares de madrugada para que lo hagan».

Tais asegura también que el paciente «tenía marcas en las muñecas por la laceración de las pulseras identificativas, llevaban días apretándole porque estaban demasiado arriba. Y nadie se dio cuenta. Tenía marcas en ambas manos por los innumerables intentos de ponerle las vías. Y había sangre en las manos, las sábanas y el camisón».

Los familiares también insistían en el dolor que estaba sufriendo el enfermo y, según señala Tais, fruto de esta insistencia y después de 24 horas, se sedó al paciente.

«Recién muerto mi padre, a las 22.00 horas del pasado día 18, la enfermera no me dejó abrazarlo porque tenía prisa por acabar y cuando le pedí explicaciones me dijo: 'aquí muere gente cada día y éste es el protocolo' y nos echó de la habitación. Cada día no se muere mi padre, señora enfermera», lamenta la afectada.

No todas las situaciones fueron en esta línea. «Hubo un auxiliar que en la noche del 17 se acercó a él de forma cariñosa y le dijo: 'Siso, no te asustes, voy a moverte y a cambiarte el pañal'. Me emocioné tanto que se lo agradecí. Admitió que pocos compañeros tenían ese trato».

Tanto desde el hospital como desde la conselleria señalan que no se ha interpuesto ninguna queja ni reclamación al respecto y, por la ley de protección de datos, evitan entrar en más detalles. El centro sanitario ya se ha puesto en contacto con Tais.