El puente nuevo de un ojo, construido tras la riada de 1776. AVANGUILE

El error del botánico Cavanilles con la riada de Chiva

Durante los días posteriores a la DANA se ha tomado como referencia un escrito del naturalista valenciano que advertía de la capacidad de destrucción del barranco, pero el relato no está bien datado

Héctor Esteban

Valencia

Domingo, 17 de noviembre 2024, 01:13

Durante los días posteriores a la DANA del pasado 29 de octubre se ha rescatado uno de los párrafos de la publicación «Observaciones sobre la Historia Natural, Geografia, Agricultura, poblacion y frutos del Reyno de Valencia», escrito por el botánico Antonio José Cavanilles en 1795.

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El párrafo en cuestión apunta que el profundo y ancho cauce del barranco de Chiva «siempre está seco, salvo en las avenidas cuando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente, que destruye cuanto encuentra». Cavanilles alude a las graves desgracias causadas por una riada «en 1775» que asoló a los chivanos «y esparció por más de dos leguas los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte».

La historia, que se ha leído y comentado una y otra vez estos días, tiene un error importante. La riada no se produjo en 1775 sino el 23 de octubre de 1776, según certifica el legajo anónimo 'Romance de las fatales desgracias ocurridas en la villa en octubre de 1776 y otras trovas y oraciones'.

La publicación está en manos del Centro de Estudios Chivanos y fue remitida por el anticuario del pueblo Sergio Carrión, al que se lo hizo llegar Rafa Solaz, prestigioso investigador, bibliófilo y filántropo. «Cada vez que aparece un papel o algo relacionado con Chiva me hago con él y en este caso Rafa Solaz puso en mis manos una joya que adquirió el Centro de Estudios Chivanos», explica Sergio Carrión.

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El legajo, que matiza el relato de Cavanilles –el botánico lo escribió casi dos décadas después de la riada en Chiva– narra la desgracia: «Día veintitrés de octubre a las dos de su mañana del año mil setecientos setenta y seis. Contaban que, después de copiosas lluvias cuando todos presentaban el tributo al gran Morfeo y, descuidados estaban de semejante diluvio, fue tan grande la riada que la furia de tanta agua arrancó un grande nogal y se lo llevó consigo... Subió al agua por sus calles dieciséis palmos de vara, y consideren pues señores, las gentes quan asustadas estaban en un lance de tan furiosa borrasca... Unos, confesión pedían, porque la muerte esperaba, otros pasmados al ver el riesgo que amenazaba, al Santo de devoción con fervor se reclamaban; muchos quasi moribundos a sí mismos se auxiliaban, y algunos muy animosos por los tejados saltaban a socorrer a los vecinos que con su ayuda salvaban; infinitos perecían en las ruinas de sus casas». El relato continúa: «El número de personas de ambos sexos anegadas, setenta y seis se contaron, veintitrés las alisiadas y catorce moribundas, que con mucha pena alcanzan el extremo sacramento, porque al momento expiraban...».

La fecha del legajo la confirma el Archivo Ducal de Medinaceli, que recoge numerosos planos de la reconstrucción de Chiva tras la riada de 1776. Ahí se habla de 60 casas arruinadas y hasta 172 muertos. Entre 1776 y 1778 se rectificó el urbanismo de la población tras una riada que se produjo pero que no fue en 1775, como escribió por error el botánico Cavanilles.

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