

Secciones
Servicios
Destacamos
La Tasqueta del Mercat, en Catarroja, empieza a coger ritmo a media mañana. Es domingo 22 de diciembre, día de descanso el resto del año - ... como en todas las paradas del mercado municipal, en el que se ubica-, pero en estas fechas, coincidiendo con la instalación del mercadillo navideño que se extiende por los alrededores, permanece abierto para beneficiarse del mayor flujo de gente. Esta actividad en las inmediaciones, con puestos de lo más variado que complementan la oferta tradicional, es la que atrajo a los Reyes de España y sus hijas hace justo una semana, durante la visita sorpresa a uno de los municipios más afectados por la riada del 29 de octubre. Muchos, cuando se lo contaron familiares, amigos o vecinos, pensaron que se trataba de una broma.
Lo mismo le sucedió a Ramón Pérez, aunque él no se enteró por alguien cercano, sino que su interlocutor fue bien distinto. Junto a sus socios y amigos, José Garrigós y Alejandro Ribes, regenta desde hace dos años y medio este negocio, que ha conseguido asentarse trasladando a Catarroja un modelo cada vez más extendido en Valencia y que contribuye a dinamizar los recintos municipales. Y ya se ha ganado una buena cartera de clientes fieles.
Lo normal, entre semana, es que los servicios se centren en los usuarios habituales del mercado, con consumiciones clásicas como el café, la tostada o el almuerzo, pero el fin de semana el perfil -y la cantidad de trabajo- cambia. Se convierte en punto de quedada. Para picar, tomar el vermut o socializar. Incluso en horario de tarde.
Aquel domingo por la mañana la barra ya estaba atestada. Sólo quedaba un hueco, que fue el que ocuparon Felipe, Letizia, Leonor y Sofía durante el momento de asueto que se tomaron durante una visita que duró unos tres cuartos de hora y que sirvió, sobre todo, para visibilizar, para contribuir a que no suceda lo que más temen los municipios de la zona cero: que con el paso del tiempo se pierda el foco mediático, político e institucional. El olvido. En La Tasqueta la familia pidió dos cañas y dos botellas de agua que se abonaron religiosamente. Y preguntaron a los trabajadores, se interesaron por su situación y se mostraron cercanos y afables, abiertos a cualquier petición de foto.
Ver 7 fotos
Ese día Ramón estaba cansado. Confiesa que soñaba con irse a casa a una hora prudente. Algo entendible. Regenta una empresa en el polígono de Catarroja, también afectada, que le ocupa entre semana. Y el viernes y sábado está La Tasqueta, a la que acuden los socios a echar dos manos conscientes de la actividad frenética del fin de semana. Y encima es Navidad, por lo que se añade la faena del domingo. Una jornada continua. Un no parar.
Además, el cansancio emocional también pasa factura. Más allá de la afectación a su empresa (sobre todo la pérdida de vehículos), vive en Benetússer y tiene familia en Alfafar, Aldaia y Sedaví. Nadie le tiene que contar qué supone moverse por la zona cero. Cómo pesa, día tras día, tener que convivir con polvo (que vuelve a ser barro con lluvia o humedad), el ruido constante de las cubas extractoras, la acumulación de coches en campas o el ver tanto comercio devastado. Por no hablar de lo sufrido en las primeras semanas. «No es lo mismo que te lo cuenten a venir por aquí y ser consciente de que todo esto está pasando en un país civilizado. Y que sigue ahí todos los días», reflexiona.
«Aquel domingo estaba siendo una jornada habitual, con mucho trabajo. Y sobre las 13 horas me di cuenta de que una persona se había metido en el local», recuerda Ramón, en referencia al espacio limitado a los trabajadores, el que permite moverse detrás de la barra y acceder a la zona de cocina. «Le pregunté qué hacía ahí, qué sucedía, y me respondió que era escolta del Rey, que iba a venir aquí. Yo pensaba que me estaba gastando una broma y le invité a salir. Entonces me pidió que esperara un momento y mirara hacia la puerta (una de las que da acceso al mercado), y ya los vi en medio de un tumulto de gente», explica en referencia a los vecinos y curiosos que se habían sumado a la comitiva durante el paseo por el mercadillo exterior.
«Es algo que no llegas a creer hasta que lo ves. Y te impacta, la verdad. ¿Cómo no va a hacerlo? Es el Rey de España y su familia», describe. «Se mostraron muy cercanos y familiares. Nos preguntaron cómo estábamos por aquí, se interesaron por nuestra situación y dijeron si necesitábamos algo», añade. «Para mi, esta visita les humaniza. En realidad tampoco llevaban mucha gente detrás (quitando a vecinos y curiosos), y traslada una imagen bien distinta a la que proyecta la política», reflexiona. «Yo me acerqué varias veces a agradecerle al Rey que estuviera aquí, porque estas cosas ayudan a que no se nos olvide. Es lo que digo siempre: casi que lo único que pido es que no se nos olvide», insiste.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El rincón de Euskadi que te hará sentir en los Alpes suizos
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.