El autor, retratado este lunes en Sociópolis, uno de los horrores que cita en su libro. JESÚS SIGNES

Una ruta por el horror valenciano

Caos urbano. El libro 'España fea' ilustra el desastre urbanístico nacional con varias aportaciones nacidas en la Comunitat

Jorge Alacid

Valencia

Martes, 5 de julio 2022, 00:41

En una de las páginas de su libro 'España fea' (Penguin), Andrés Rubio medita sobre cómo los desastres urbanísticos que configuran lo que llama el mayor fracaso de nuestra democracia tal vez tengan que ver con la falta de vinculación con el territorio de nuestra ... clase dirigente, a diferencia de la francesa: en el país vecino es muy común la figura del alcalde que no deja de serlo aunque sea nombrado ministro. Es una explicación pero no la única: para entender la magnitud de un desastre cultural que cada día se sigue perpetrando, Rubio (que presenta su libro a las 19 horas en el Colegio de Arquitectos de Valencia) propone bucear en las raíces de la mentalidad

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- Habla en su libro de los paisajes huertanos de Valencia como «uno de los grandes damnificados de la vorágine constructora».

- El paisaje de la huerta valenciana no se puede perder, porque eso significa destruir fragmentos de la memoria de la gente, con la ansiedad que ello genera. La singularidad y belleza de un mundo agrícola deteriorado y que va perdiéndose exige, como tarea imprescindible, mantener y recuperar lo que queda. Ojalá el Anillo Verde, de ámbito comarcal, se ocupe con ambición y rigor de los paisajes huertanos. Y ojalá, siguiendo una tradición que es única, la de los arquitectos-jardineros barceloneses, de Nicolau Rubió i Tudurí a Anna Planas, se imite ese modelo en España, y particularmente en Valencia. Deberían ser los profesionales de la arquitectura los que recuperen la huerta y los que sigan transformando paisajísticamente la ciudad junto con sus equipos multidisciplinares.

- Me llama la atención la situación de privilegio de Valencia en el índice de deterioro urbano según Chueca Goitia que menciona en su libro.

- Castellón de la Plana es una de las ciudades que peor parada sale en esa lista de 1977 de Chueca Goitia. Le da nueve puntos sobre diez en deterioro urbano. Valencia, con lo interesante que es, también aparece citada, pero, por suerte para ella, no en los primeros puestos. Sería curioso saber en qué puesto colocaría ahora a la ciudad aquel arquitecto y profesor ya fallecido.

- Cita unos cuantos ejemplos. Los voy recopilando y le pido una reflexión al respecto. Empezamos por Sociópolis: rascacielos en medio de la nada.

- Aunque Sociópolis partió con muy buena voluntad, poco a poco la idea de tejido autosuficiente y experimental se esfumó. El arquitecto Fernando Abad Vicente ha estudiado el caso como ejemplo de operación frustrada que derivó hacia lo salvaje. Lo incluye en un libro cuyo título no ofrece dudas sobre lo que estamos hablando: 'La piel de toro como trofeo: sanguijuelas, vampiros, tiburones, buitres, cancerberos y otra fauna'. Está en la editorial Muñoz Moya.

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- Ahora toca Gandia y el caso de la playa de L'Ahuir. Y de otras playas, supongo, que son blanco predilecto de quienes dinamitan el espacio público.

- Que en un territorio con un litoral tan devastado como el de la Comunidad Valenciana todavía se discuta la necesidad de una protección total de la playa de L'Ahuir de Gandía resulta cuando menos deprimente. Las plataformas ciudadanas no pueden cejar en su lucha. Por ejemplo, en Cataluña ya han conseguido, y ha sido fundamental el empuje de SOS Costa Brava, que se cree un Conservatorio del Litoral. Está en proceso, y será una institución semejante a la que viene funcionando con enorme éxito en Francia desde 1975. Se trata de un organismo público que compra terrenos en la costa y junto a los ríos para preservarlos ecológicamente, quitando esos enclaves de las garras de promotores y demás agentes del siniestro bloque inmobiliario. Sería un lujo que la Comunidad Valenciana siguiera el ejemplo de Cataluña y crease su propio Conservatorio del Litoral, algo que debería extenderse a todo el Estado en un intercambio continuo técnico-científico de información unificadora.

- Habla también de la plaga de las viviendas ilegales…

- En mi libro hay un capítulo titulado 'Por qué los abogados van al infierno'. España no está sólo sobreconstruida, sino también sobrelegislada. Y habría que empezar a deconstruir y desmantelar tanto en el territorio material como en el jurídico. Siempre sobre la base de la reutilización y el reciclaje de los materiales. En este sentido, el hecho de que El Algarrobico, infame hotel ilegal, lleve en la costa de Almería más de 15 años sin que nadie lo derribe, habla del embrollo jurídico que rodea a estas operaciones, con sentencias y contrasentencias en un proceso delirante, el mismo que acompaña a esas viviendas ilegales y bloques a los que te refieres.

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- Menciona también los conceptos de 'cullerización' y 'saguntización'. ¿Los puede explicar?

- El periodista Indro Montanelli creó el concepto cuando habló en Italia de la Rapallizzazione, por Rapallo, como ejemplo de sobreexplotación desarticulada del litoral, sin los pensadores de la arquitectura y el paisaje en la primera línea, de ahí el pobre resultado artístico. Heridas del territorio de las que se aprovechan unos pocos a costa de un patrimonio que es de todos. Tanto Sagunto como Cullera, que tiene tatuado su nombre en la cima de un monte como si fuera Hollywood, se enmarcarían en esta lista junto con Chiclana o Rota, más todos esos paisajes espectrales de segundas residencias en forma de mancha de aceite de Santa Pola, Torrevieja o El Campello, por citar tres enclaves alicantinos.

- Valencia sirve en su libro como ejemplo de eso que llamas en unas cuantas 'laboratorio de la ciudad neoliberal'. ¿Todo empezó con el decreto de Aznar que liberalizó el suelo en 1998 o sólo fue el clavo que remachó el ataúd?

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- Cuando se publicó el infame decreto de Aznar la catástrofe ya se había casi consumado, el galimatías jurídico era ya insondable, campo abierto para las corruptelas más variopintas, de las que la Comunidad Valenciana ofrece sobradas muestras. Pero es un síntoma que ese presidente, supuestamente conservador, decretase la liberalización de casi todo el suelo para construir. Los conservadores españoles han sido los mayores verdugos de esa España que dicen amar tanto. Y lo mismo los nacionalistas vascos y catalanes en sus zonas. La izquierda tampoco se libra de la responsabilidad en la destrucción, pero es cierto que las figuras más interesantes, quienes mejor lo hicieron, como Oriol Bohigas, Narcís Serra y Pasqual Maragall en Barcelona, o Xerardo Estévez en Santiago de Compostela, eran personalidades de ideas socialdemócratas.

- Dos preguntas directas: una, sobre Calatrava. ¿Absolución o condena?

- No entiendo la fascinación que despierta en Estados Unidos. La exposición que le dedicó el Metropolitan Museum de Nueva York era muy endeble. Pero su edificio del sur de Manhattan motivó un editorial de bienvenida a la ciudad en el New York Times. Todo un fenómeno. Su ciudad de las artes es lo más visitado de Valencia, por encima de la maravillosa Lonja. ¡Felicidades por este éxito! Vi en Zúrich uno de sus primeros proyectos, un apeadero de tren, que me pareció formidable. Me pregunto qué hubiera sido de este arquitecto de no haberse perdido tanto el respeto a sí mismo. A lo mejor tendría pocos edificios, pero maravillosos, como Alejandro de la Sota. Él eligió el camino de Disney, de Las Vegas, de los fuegos artificiales como escenario vital sin reparar en temas como la escala, la proporción, los materiales, la relación con el espacio ciudadano, esas nimiedades de los profesionales exquisitos.

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- La otra, sobre Benidorm. Me da la sensación de que no sale mal parado en su libro.

- Me gusta la figura de Juan Guardiola, especialmente su torre Coblanca I. ¿Qué hubiera ocurrido si la costa española hubiera estado poblada en puntos estratégicos de torres como esa, y de otras de factura parecida que hubieran compuesto un canon aceptable para el turismo masivo? ¿Qué hubiera ocurrido si en vez de un Benidorm tuviéramos siete u ocho y ninguna Manga del Mar Menor, y ninguna Marina D'Or? Fuera de chiripa o no, la densidad ecológica de Benidorm ha sido todo un acierto, y el arquitecto Oriol Bohigas definió certeramente a la ciudad como un «enorme bosque de rascacielos esbeltísimos». Lástima que monstruos como la reciente Torre Intempo vengan a estropear esa tradición de edificios bien compuestos. Benidorm no debería volver a dejarse tentar por la banalidad americanizante del cóctel Las Vegas-Hawai. Debería seguir mirándose en el espejo de arquitectura racional y elegante que representa la torre Coblanca I.

- Termino con una frase de su libro sobre un hábito muy valenciano: «La maldición de las segundas residencias ha creado universos espectrales».

- Las segundas residencias han desgravado tradicionalmente en España y el imán de la costa hizo lo demás. Pero lo más grave ha sido la falta de un plan estratégico del Estado. En Francia existe un cuerpo de arquitectos y urbanistas del Estado poderosos, independientes e incorruptibles. En España ha triunfado la desregulación multiplicada por 17 autonomías, y el bloque de los agentes inmobiliarios en su carácter delincuencial. Y se ha expulsado del debate a los pensadores de la ciudad, o se han autoexcluido, con lo cual todo es aun más feo si cabe. El mantra ha sido siempre el mismo. En los setenta lo expresó así el arquitecto Luis Martínez-Feduchi: «Especulación disfrazada de un hipócrita avance». Una combinación letal de especulación caótica, corrupción política e incultura. Y seguimos avanzando. Todos contentos. Marca España.

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