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Manuel García
Ontinyent
Lunes, 10 de marzo 2025, 00:30
«Viéndolos trabajar estoy tranquilo. Si sufro un accidente en la montaña sé que vendrán a rescatarme». Un senderista que pasa por la zona observa ... un entrenamiento del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil. Este grupo especializado en todo tipo de rescates, que cuenta con su cuartel general en Ontinyent, ha de mantenerse en forma ante cualquier contingencia. La dura preparación física que hicieron durante nueve meses cuando lograron formar parte de este equipo ha de continuar con un cuidado continuo de las virtudes físicas y mentales. Por ejemplo, incluso aunque en la Comunitat Valenciana la nieve no sea visible de manera masiva, también han de demostrar pericia, por ejemplo, sobre unos esquíes.
Donde otros ven piedras, desniveles y dificultades que salvar ellos sólo ven problemas que resolver y caminan por paso decidido y sin titubear cada vez que se les requiere para, por ejemplo, rescatar a un senderista que ha sufrido un problema de salud. Un árbol o incluso una piedra puede servir de ayuda para realizar determinadas misiones que implican a personas accidentadas. Incluso en los más complicados desniveles, cuentan con herramientas para poner a salvo a los heridos.
Un sargento, un cabo y cinco miembros del grupo se despliegan con agilidad por las montañas cercanas a la capital de la Vall d'Albaida. Pascual Iván López, de Albacete, es el responsable de este equipo de profesionales que en principio cuenta con la Comunitat Valenciana, Albacete y Murcia como su radio de acción pero que no dudará ni un instante si se le reclama en cualquier otra provincia española.
Pero falta por presentar al último miembro del equipo. Nero es un pastor alemán de dos años y medio que se encarga de localizar y marcar, a través de sus ladridos, la presencia de personas accidentadas. Bruno, su amo, aún está lidiando con él al estar en una edad temprana pero su evolución y aportación al grupo es más que positiva y disfruta como el que más del trabajo.
En su labor de tareas pendientes en las que están trabajando actualmente hay una especialmente dura y que les quita el sueño: la búsqueda de las tres personas que, cuatro meses después de la dana, continúan desaparecidas: «Aún hay esperanza de encontrarlos, pero es cierto también que las probabilidades son más reducidas». Pedralba, Montserrat y las inmediaciones del barranco del Poyo son los tres puntos marcados en el mapa que mantienen a tres familias aún en vilo. El hecho de que la tierra se haya compactado mucho y los cuerpos no sean localizables a simple vista les hace más complicada su labor, pero prometen no cejar en su empeño: «La búsqueda no se abandona», apunta rotundo.
De aquellos días fatídicos de final de octubre, Iván López aún tiene en la mente la gran cantidad de trabajo realizado: «El día 30 por la mañana ya estábamos auxiliando, mediante helicópteros, a personas que habían quedado aisladas en puntos de la comarca de la Ribera». Efectivos de provincias españolas como Granada o Madrid también se desplazaron a la Comunitat para ayudarles en una ingente labor, desconocida hasta este punto.
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Su labor es muy extensa y no se limita a quienes sufren accidentes mientras pasean o escalan, sino que también colaboran, por ejemplo, con el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas para ayudarles a descender a una sima o cueva si así fuera necesario o con el Servicio de Protección de la Naturaleza por si sus componentes necesitaran, por ejemplo, una muestra de agua de un pozo. También acompañarán a los miembros de la Policía Judicial en el caso de un accidente grave.
El sargento del grupo califica precisamente estos rescates en cuevas como los más complicados por las estrecheces y recovecos a los que se han de enfrentar. Incluso en ocasiones han de realizar microvoladuras para que la camilla llegue hasta el accidentado, que puede estar a varios centenares de metros bajo tierra. Se trata de operaciones que se diseñan con sumo cuidado y en las que participan decenas de personas. En su recuerdo está el rescate en Almería de una espeleóloga que había sufrido un fuerte golpe en la cabeza o el rescate con vida de un montañero en la zona del Moncayo.
Como consejo general para quienes les gusta disfrutar de la montaña, uno de los puntos en los que incide López es que no se hagan rutas en solitario, que el grupo esté compuesto por un mínimo de tres personas para que, en caso de accidente, alguien se pueda quedar con el herido y esa tercera persona pueda ir en busca de ayuda. La planificación de la ruta y un buen equipamiento también son otros puntos a tener en cuenta para disfrutar de la naturaleza con seguridad.
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