Estratagemas

Mientras arden los árboles y el paisaje se oscurece, cubierto también por tanta palabrería, asistimos a nuevos episodios de oscurantismo dialéctico. Sólo hay una premisa, todo es culpa del cambio climático, y sólo hay un camino. La obediencia ciega, la credulidad de la fe en ese dogma. Hasta ese punto triste ha llegado el discurso político, en el que muere en el mismo momento de su nacimiento, carente de análisis, diálogo y crítica; amparado por un ejercito de ideólogos de salón que, en este caso concreto, fundamentan la salvación de los bosques en la profunda ignorancia de su naturaleza. Es lo que hay y tan sólo vemos señales que nos inducen al pesimismo porque esta estirpe de sumos sacerdotes del poder no es siquiera capaz de elaborar las estratagemas que un buen día recopiló Schopenhauer, inspirándose en Aristóteles, y que se publicaron, sin acabar, después de su muerte en un librito que les aconsejo y que lleva por título ´Dialéctica erística o el arte de tener razón, expuesta en 38 estratagemas´. El filósofo fue recopilando a lo largo de los años todo tipo de ardides destinados no a defender la verdad sino a imponer nuestras tesis sobre las del adversario. Y mientras lo leía he sentido una incierta nostalgia sobre un pasado político que, a buen seguro, nunca existió; un lugar plagado de hombres y mujeres capaces de urdir estratagemas aunque fuera para que la falsedad resultara victoriosa. Porque ahora nos la imponen de la forma más peligrosa, nos dicen que la mentira es la auténtica verdad y que pobre de aquel que ose levantar la mano para sugerir lo contrario. Vivimos en tiempos oscuros en los que ni siquiera se estudia la retórica, ni a Schopenhauer, claro. Es hora de buscar un refugio lejano y seguro.