Primero fue el agua. Luego, el silencio. Después, la solidaridad. Y ahora, la desesperanza. La barrancada que nos lo quitó todo el 29 de octubre ... amenaza con dejar pueblos repletos de alegría convertidos en agujeros negros donde quien más y quien menos no se acuerda de la última vez que rió. Es normal. Pero para evitar que esa tristeza, ese estrés, se conviertan en desesperanza, un ejército de psicólogas como Sílvia Sánchez o Amparo Muñoz recorren cada día los pueblos afectados para trabajar con quienes más lo necesitan.
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Sílvia estuvo este sábado en Sedaví. Junto a otras cuatro compañeras, trabajaron con 13 afectados. Repitieron la sesión el domingo. El fin de semana anterior, entre Nochebuena y Nochevieja, tuvieron 40 personas. Son fechas complicadas. Tal como explica Rosa Molero, coordinadora del grupo de trabajo, hay una línea programada de intervención de primeros auxilios emocionales. «Lo primero que hacemos es el 'diebrifing', una reunión en la que quien quiera cuenta lo que vivió para quitárselo de dentro», explic. Molero pertenece a la Asociación EMDR España. La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR) es un método de psicoterapia efectivo y ampliamente investigado. Ha demostrado ayudar a las personas a recuperarse de un trauma y otras experiencias vitales angustiosas asociadas a problemas de salud mental como el estrés postraumático (TEPT), la ansiedad, la depresión y muchas otras patologías.
Sílvia Sánchez indica que es precisamente el TEPT el caballo de batalla al que se van a tener que enfrentar en próximas fechas. «Trabajamos para combatir el estrés y evitar que se cronifique, porque ahí es donde es peligroso», cuenta. «Tenemos que dar herramientas porque hay gente que vive en una sensación de drama continuada: tienen sensación de alerta, tensión muscular... El objetivo es atajar esto antes de que se convierta en depresión, ansiedad, ideación suicida, abuso de sustancias...», cuenta Sánchez, que explica que en muchos de sus pacientes «la sensación de que la dana no ha pasado sigue ahí». Sánchez añade que las personas más proclives a sufrir estos problemas son quienes ya sufrieran patologías previas, pero nadie está libre: «Mucha gente tiene la sensación de que esto que nos ha pasado nos ha pasado a todos».
Bien lo sabe Amparo Muñoz, psicóloga en Catarroja. Ella cree que la tristeza es similar a la que había en la pandemia, sólo que peor. «Antes, cuando estabas en casa encerrado al menos estabas en tu casa. Sabes que saldrías tarde o temprano y si no tenías a ningún familiar enfermo, se sobrellevaba. Pero esto... mucha gente no tiene casa en la que refugiarse, no tiene hogar, y otra mucha no sabe cuándo la tendrá. Además, en la calle no hay ocio, y eso lo complica todo», cuenta. No hay escapatoria, o eso parece. La realidad es que saldremos de esto, aunque ahora parezca demasiado lejano.
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