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Desde la calle, al otro lado de una valla de obra, Teddy Shiferaw mira hacia lo que fue su vivienda durante veinte años: la casa ... del conserje del colegio Lluís Vives de Massanassa. Todo quedó arrasado tras la inundación del 29 de octubre. En las instalaciones exteriores del centro aún se pueden ver algunos enseres cubiertos por barro seco, como un colchón o un microondas. Sólo ha podido recuperar un retrato con su pareja, varios objetos de decoración, una cafetera y un violín de su país. Este vecino de 55 años, natural de Etiopía y aficionado al running, ha perdido todo lo material. Y también corrió peligro tanto su vida como la de su familia.
Aquel día estaba en casa. Alertado por los gritos de los vecinos de las viviendas próximas, intentó mover la puerta, pero le fue imposible ante la fuerza de la riada. Cristian, un exalumno, y su tío, tuvieron el arrojo suficiente para meterse en el agua y socorrerlos. Pudieron abrirla desde fuera, con la ayuda, también impagable, de las profesionales de la limpieza que se habían quedado aisladas en el centro.
Aquella noche la pasaron en el piso superior del edificio de Primaria. El conserje recuerda la angustia por la pérdida, el miedo y también el ruido de los coches que se iban amontonando y, al flotar, golpeaban el techado metálico que, casi un mes después, se desplomaría matando a un trabajador de Tragsa. Lo conocía. De hecho, echó una mano sacando enseres de su casa junto a varios militares.
A lo largo de la entrevista Teddy es abordado por hasta siete vecinos que le abrazan, le estrechan la mano, se interesan por él e incluso se emocionan. Es el caso de Marisa Jiménez. Se conocen desde hace décadas. «Queremos que sus necesidades y las de los suyos sean atendidas, porque se lo merece. Tiene un corazón noble. Es como de la familia, y queremos que pueda seguir aquí con nosotros», dice la mujer.
Teddy, a todos, les sonríe y les responde que está bien, aunque el carrusel de emociones vividas es imposible de olvidar. Han pasado por varias casas (ahora viven en la que les ha dejado un amigo, en Alfafar) y subsisten gracias a la solidaridad. Además, reconoce que por las noches lo pasa mal, pues le invaden los recuerdos de lo sufrido por él y por su familia: su pareja, su hija de dos años y su ahijada de 16.
También le quita el sueño el no saber dónde podrá vivir definitivamente (está a la espera de una solución habitacional para afectados), la homologación del título de su mujer, que es cardióloga, y el permiso de residencia de su ahijada. Todos los papeles que tenían listos para realizar los últimos trámites desaparecieron con la inundación. «Vivimos del apoyo de la gente, de los abrazos que nos dan y de las palabras de ánimo. Esto te da ganas de seguir adelante. Por el día me siento fuerte, pero por la noche se hace más duro», reconoce.
En las últimas jornadas ha sido protagonista de dos muestras de solidaridad. Ha recibido un par de electrodomésticos, facilitados por la comunidad china a través del Ayuntamiento, y una donación económica de sus alumnos. Mejor dicho, de sus exalumnos, los que ahora están en el instituto de Massanassa tras pasar por el Lluís Vives. La entrega se ha producido este viernes. «Me emociona, ha sido una mañana de abrazos. Y me da la vida. Estos niños son mi currículum», reflexiona. No deja de ser una preciosa metáfora. Que el cariño perdure pese al tiempo transcurrido es síntoma de que su trabajo, su ayuda pasada, dejó huella en estos jóvenes que ahora no han dudado en socorrerlo.
«Teddy no es un conserje, es un amigo. Lo ha sido durante veinte años. Era el que cuidaba a los niños si te retrasabas al ir a recogerlos, el que siempre los atendía y el que se prestaba a ayudar con todo», explica Marina Cabañas, presidenta de la AMPA del instituto, la organización impulsora de la iniciativa. En años anteriores la asociación realizaba la 'Operación Kilo' para recoger alimentos para alguna organización benéfica. Este año decidieron centrarse en Massanassa, y enseguida pensaron en él, conscientes de su situación. Y optaron por reunir dinero a sabiendas de que los productos de primera necesidad ya estaban cubiertos mediante otras vías de solidaridad.
«El alumnado ha respondido muy bien, también la Ampa y el profesorado», añade Cabañas. Ahora la idea es dar continuidad a la recogida pero fuera del instituto, una manera de ampliar el abanico de interesados en ayudar a Teddy. El conserje. El amigo.
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