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Evacuación. Desde que el martes pasado, hace ahora once días, la DANA arrasara parte de la provincia de Valencia, todavía no se había puesto sobre la mesa esta cuestión, la de evacuar a la población de los municipios más afectados. Al menos no lo habían hecho de forma oficial, porque en los corrillos extraoficiales, conforme iban pasando las horas, la idea iba tomando fuerza. También entre los epidemiólogos había voces alertando de la situación. Primero, al ver cómo la mayoría de vecinos, pero también cuerpos y fuerzas de seguridad, vertían a las alcantarillas el lodo que limpiaban. Los expertos alertaron sobre esta práctica, que se repetía en cada casa, en cada calle, e incluso los ayuntamientos intentaron a través de bandos evitar una práctica que podía ser perjudicial para la canalización de aguas residuales.
Pero, ¿por qué no se podía tirar el lodo a las alcantarillas? «El problema es que ese barro se solidifica en superficie y también por debajo, en esos colectores que son los que evacúan, en muchos casos, las lluvias», advertía el vicepresidente de la International Water Association, ingeniero industrial y catedrático de la Universitat Politécnica de Valencia, Enrique Cabrera, en declaraciones a Europa Press. Por este motivo, cuando se reactivó el pasado fin de semana la alerta meteorológica, «algunos alcaldes mostraron su preocupación por si la red pluvial no pudiera evacuar el agua. De hecho, la alcaldesa de Paiporta advirtió el pasado miércoles que la situación sobrepasaba con creces las competencias atribuidas al Ayuntamiento y pedía ayuda.
Fuentes de Egevasa, la empresa pública dependiente de la Diputación de Valencia que está centralizando los problemas de abastecimiento hídrico y tratamiento de aguas residuales en algunas de las poblaciones afectadas, confirmaba que la solidificación del lodo había reducido de forma significativa la capacidad de drenaje. Pero el fango siguió vertiéndose hasta generar un engrudo gigantesco que ha provocado que Paiporta, y también Picanya, se haya convertido en una gran ciénaga, con los problemas de salubridad que conlleva para la población.
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Ayer a primera hora la ministra de Sanidad, Mónica García, hablaba de que, «por ahora», en ningún momento se habían planteado la posibilidad de evacuar a la población ante el riesgo para la salud. «Esperamos que la situación vaya mejorando» conforme se van recogiendo los residuos, aseguraba en una entrevista en RNE recogida por Europa Press. García quiso dejar claro que desde el Ministerio estaban en contacto con las empresas del agua y con el Ministerio de Transición Ecológica para ver cuándo y cómo se van resolviendo los problemas de depuradoras y de retirada de residuos. Desde la Conselleria de Sanidad llegaba un mensaje similar 24 horas antes. «A día de hoy no», acertaban a decir a LAS PROVINCIAS, en referencia a que no había estado sobre la mesa la posibilidad de evacuar a la población. Estas coletillas -por ahora, a día de hoy- hablan en presente, y no quieren adelantarse a lo que pueda pasar en los próximos días.
El embozo que sufre el sistema de alcantarillado de Paiporta y Picanya -y en menor medida otros municipios de la llamada zona cero, como Catarroja, Massanassa, Alfafar o Sedaví- ha obligado a lanzar una alerta, como ayer contaba LAS PROVINCIAS, para pedir a todos los camiones cuba disponibles que se desplacen a Valencia para eliminar ese tapón residual que ya afecta a algunos bajos de Paiporta, donde el lodo, mezclado con aguas residuales, ya comienza a rebosar por los inodoros. Ya pidieron en otra alerta nacional que llegaran todos los fontaneros disponibles, porque, según fuentes de Egevasa, los daños han sido muy importantes casi en cada una de las acometidas de las viviendas, lo que dificulta que pueda llegar, además, el agua potable a las casas, sobre todo a los pisos superiores, con la suficiente presión y en las condiciones óptimas de potabilidad.
Y si el miércoles la ciénaga llegaba hasta la pantorilla, ayer alcanzaba la rodilla, en una piscina de lodo de olor insoportable por el que caminan los vecinos, cuerpos y fuerzas de seguridad y voluntarios que acuden a ayudar a limpiar el municipio. «Supongo que habrá un esfuerzo muy importante para desobstruir esos colectores o tendremos que reponerlos con unos nuevos. Pero lo que no podemos permitir es que el agua residual se quede dentro de los pueblos. Tenemos que evacuarla», alerta Cabrera.
Los vecinos estaban ayer alarmados. «Así no se puede vivir», decía Vicent, un vecino de Paiporta, que salió de casa para buscar algo de comer en uno de los puestos de comida humanitaria repartidos por la población. Una mujer, que intentaba caminar por la acera para evitar meterse más en el lodo, se cayó a la calzada al no ver el bordillo, embarrada en una mezcla de lodo y residuos, y tuvo que ser ayudada por unos voluntarios. «¿Cómo permiten que estemos en esta situación?», se preguntaba, desesperada.
Al embozo del sistema de alcantarillado se suma, además, que en esta zona cero no hay un sistema de recogida de basura como tal. Lo confirma la Entidad Metropolitana para el Tratamiento de Residuos (EMTRE): «Se han habilitado por los Ayuntamientos puntos de recogida en las afueras de los municipios más afectados, pero no hay una recogida de residuos por las calles, como se hace de forma habitual», explican estas fuentes. Aunque se han habilitado estos puntos, no todo el mundo puede llegar en condiciones muy complicadas todavía para la movilidad. LAS PROVINCIAS ha podido comprobar cómo estos días muchos vecinos tiran la basura junto a los trastos que se acumulan todavía en las calles, y otros en solares y lugares que se han habilitado de forma provisional para los enseres inservibles. De hecho, el conseller de Medio Ambiente, Vicente Martínez Mus, habló ayer de «un plan de choque para sacar los residuos durante el día de los cascos urbanos a una serie de campas habilitadas como «depósitos temporales». La realidad es que, más de una semana después de la DANA, todavía no se ha podido restituir en condiciones un servicio esencial que, mientras no esté en marcha, agrava la situación de riesgo epidemiológico de las poblaciones. «Estamos trabajando para restituir el servicio con normalidad, pero los camiones todavía no pueden acceder a muchos municipios», explican fuentes del EMTRE, que han habilitado un espacio de 25.000 metros cuadrados para depositar los residuos procedentes de la DANA.
Los expertos lo iban advirtiendo. José María Martín Moreno, doctor en Epidemiología y Salud Pública por la Universidad de Harvard y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia, alertaba de que, tras nueve días de la inundación, los riesgos de brotes son «reales y pueden agravarse». Por ello, recalca, la vigilancia epidemiológica, el acceso a servicios básicos y la educación en salud son «esenciales» para «proteger a la población y prevenir una crisis sanitaria de mayores dimensiones».
Preguntado por la posibilidad de una evacuación, admitió que «es una medida que no debe tomarse a la ligera y debe ser bien planificada, con un plan ambicioso que necesita un gran presupuesto para asegurar el bienestar de las personas desplazadas». A continuación, dejó claro que cree que la evacuación «puede ser una medida necesaria y preventiva para evitar mayores complicaciones y proteger la vida y la salud de la población afectada en situaciones donde hay especiales riesgos para la salud y la seguridad, como es el caso de personas particularmente vulnerables o que residen en viviendas que presentan daños estructurales significativos». E insiste: «en casos donde no se pueda asegurar una limpieza adecuada y regular, evacuar temporalmente a la población hasta que se restablezcan las condiciones mínimas de salubridad podría ser recomendable».
La ministra justificaba que la evacuación no estuviera sobre la mesa todavía porque no hay constancia, «ni alerta», de ningún profesional en el terreno que haya informado de que hayan subido de una manera «considerable o cuantitativamente importante» el número de gastroenteritis o el pacientes con determinados síntomas infecciosos. Aunque, reconoce, hay que «estar alerta y actuar nada más se presenten los primeros síntomas para poder detectar al microorganismo y poder tratar adecuadamente a la población».
De hecho, el grupo de coordinación de Salud Pública, creado tras las inundaciones, ha acordado un protocolo específico de vigilancia para la detección precoz de casos de infección asociados a las inundaciones producidas por la DANA, que ya se ha trasladado a todos los profesionales sanitarios. En este manual, se pide a los ciudadanos que se laven bien las manos con agua y jabón, utilizan mascarilla, guantes, protección ocular y ropa de manga larga en las labores de limpieza de la zonas afectadas, así como no consumir alimentos en contacto con los suelos inundados. Además, recomiendan que ante una herida, se desinfecte bien y se acuda a un punto sanitario para determinar si es necesaria la vacuna antitetánica. Y si presentan fiebre persistente, vómitos, diarrea o dificultad para respirar, busquen atención sanitaria para tratar posibles infecciones.
Lo dicen los expertos. Se trata de una carrera contrarreloj. José María Martín Moreno explica que las infecciones más comunes son las enfermedades de transmisión hídrica como gastroenteritis, cuyos síntomas pueden en los primeros 2-5 días después de la exposición; la leptospirosis, que puede manifestarse entre 5 y 14 días después del contacto con agua contaminada por orina de animales infectados, principalmente ratas y otros roedores; y la hepatitis A, con un periodo de incubación más largo, entre 15 y 50 días, aunque los primeros casos podrían empezar a aparecer tras dos semanas. «Si no se actúa, estos brotes pueden propagarse rápidamente entre la población», señala.
Además, pueden surgir enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos) por la acumulación de agua estancada. Los primeros infectados «puedan empezar a picar e infectar a las personas aproximadamente una semana después de la inundación, ya que los huevos de mosquitos tardan entre 7 y 10 días en convertirse en adultos». El experto habla además de enfermedades como el Zika, o las infecciones de ojos y piel, así como dermatitis por hongos y conjuntivitis. Advierte asimismo que la exposición prolongada al agua contaminada y a ambientes húmedos también puede provocar enfermedades en las vías respiratorias, como bronquitis y neumonía.
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