Ilustración de Sr García

El éxodo de la materia gris valenciana

Sin fronteras ·

Los científicos despuntan en el extranjero y aspiran a contribuir a la cura del cáncer, el impulso de nanomateriales y microchips o la aplicación de IA en drones

Pablo Alcaraz

Valencia

Domingo, 9 de junio 2024, 01:35

La fuga de cerebros es un fenómeno que ha lastrado el desarrollo profesional de los jóvenes altamente cualificados recién salidos de las universidades valencianas durante la última década. La precariedad laboral y la falta de oportunidades son algunas de las consecuencias derivadas de la ... crisis económica que obligó a hordas de jóvenes talentos de la región a tener que marcharse al extranjero en busca de un futuro mejor. Aún hoy muchos egresados de los centros de enseñanza de la Comunitat se enfrentan a tener que salir fuera de España con tal de ganarse las habichuelas, aunque sea en contra de su voluntad de trabajar en la tierra en la que se han formado personal y académicamente.

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Los amantes del cine español recordarán cómo en abril de 2009 se estrenaba el taquillazo 'Fuga de cerebros', una película humorística de ficción, titulada con el fenómeno migratorio protagonizado por los jóvenes universitarios. Las risas que el film provocaba 15 años atrás se han tornado una dura realidad en la que se sigue exportando el talento autóctono más allás de las fronteras de la Comunitat. La reacción institucional se hizo esperar pero llegó en 2017 con el Botánico al frente de la Generalitat. Por aquel entonces se puso en marcha el plan GENT, un programa de incentivos para el estudio en busca de repatriar jóvenes investigadores que se encontraban realizando sus estudios en el extranjero.

Como publicó en exclusiva LAS PROVINCIAS, el actual Consell prevé duplicar el número de beneficiarios del plan GenT para pasar de los 32 estudiantes de postgrado, doctores o investigadores juniors regresados a la Comunitat en 2023 hasta alcanzar las 60 plazas a partir de este año. Asimismo, también se pretende incrementar el presupuesto del programa de los 12,9 millones de euros actuales hasta los 17. Mientras todo ello se materializa, este diario ha contactado con cuatro estudiantes valencianos que se encuentran formándose profesional y académicamente en diferentes disciplinas y países del extranjero.

Oxford, Reino Unido Químiga inorgánica

Ramón Torres

Ramón Torres tiene 33 años y es doctor en Química Inorgánica por la Universitat de València. Lleva más de dos años investigando en la prestigiosa Universidad de Oxford en Reino Unido. A Ramón le han valido un par de años en el extranjero para exponer las diferencias que ha encontrado con respecto al modelo formativo español. El sistema de aprendizaje de Oxford está basado en la colaboración entre los estudiantes, factor que propicia que haya un ambiente «más familiar, con grupos más pequeños, más controlados y cercanos, con estudiantes muy buenos que pueden disponer de muchos medios» mientras que el español los recursos se encuentran más centralizados.

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Sobre su experiencia académica fuera de la Comunitat, este químico resalta «el bagaje mucho más general sobre distintos campos de investigación» aportado por la estancia en el extranjero de cara al futuro profesional con respecto a aquellos profesionales que sólo han estado en un centro. Ramón basó su tesis doctoral en el desarrollo de nanomateriales, elementos mucho más pequeños que las pulgas, que permitieran incluir sistemas biológicos como las proteínas dentro de dispositivos electrónicos. Asimismo, otra línea de estudio en la que se encuentra inmerso consiste en ser capaz de generar un sistema de transmisión de información con el paso de luz para mejorar la capacidad de almacenamiento de los móviles.

Sidney, Australia Telecomunicaciones

Cristina Catalá

Cristina Catalá tiene 26 años, es ingeniera de Telecomunicaciones por la Universitat Politècnica de València y se encuentra en una estancia en la Universidad de Sídney, en Australia. Aterrizó en la otra punta del mundo en abril y regresarará en julio, ha sustentado su tesis en hacer reconfigurables los filtros fotónicos integrados y su periplo en el extranjero le está sirviendo para indagar más a fondo en la fotónica integrada, una técnica que mezcla luz con ondas acústica de cara a usar esa interacción en las comunicaciones. A pesar de encontrarse en un «centro de referencia mundial» en su disciplina, Cristina manifiesta que la UPV tiene buenos grupos de estudio y valora la llegada de fondos europeos en forma de PERTE destinados al desarrollo de microchips.

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Cristina manifiesta que la UPV tiene buenos grupos de estudio y valora la llegada de fondos europeos en forma de PERTE destinados al desarrollo de microchips. Tener más velocidad, más ancho de banda y un menor consumo energético son algunas de las «mil aplicaciones» para las que se implementa esta la reducción de tamaño de los chips, según comenta esta ingeniera valenciana desde Australia. La joven dice que le gustaría ejercer de lo suyo cuando vuelva a Valencia, pero también le gustaría trabajar fuera, con otros ambientes y formas de laborar, de cara a salir de su «zona de confort y adquirir más conocimiento».

París, Francia Ingeniero aeroespacial

César García

César García tiene 24 años y es ingeniero aeroespacial por la Universitat Politècnica de Valencia. En la actualidad se encuentra inmerso en un acuerdo de tutela con la Escuela Nacional Superior de Artes y Oficios de París, en Francia, y, a pesar de su corta edad ya cuenta con un amplio bagaje en el extranjero tras haber cursado un curso de grado en Suecia y un máster en Italia. Este joven comenta que no tiene claro si regresar a Valencia en un futuro puesto que prefiere dejarse guiar por los proyectos que se le planten y regresar a su tierra con la experiencia adquirida.

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«Los sistemas de estudio de España, Suecia e Italia son muy distintos, el alumnado valenciano es muy bueno y te das cuenta de ello cuando sales al extranjero», revela un César que trata de desmontar «el complejo de inferioridad» que existe sobre los estudiantes españoles. Empezó su tesis sobre la impresión de materiales en 3D, pero la cambió por la aplicación de la inteligencia artificial en drones. Este ingeniero ha convertido su hobby de volar este tipo de aeronaves en su trabajo y argumenta que el resultado de sus investigaciones puede ayudar a calcular la trayectoria óptima de los drones para que estos informen a los servicios de emergencia como las ambulancias en caso de urgencia.

Ámsterdam, Países Bajos Biotecnología

Andrea Vallés

Andrea Vallés tiene 30 años y es biotecnóloga por la Universitat Politècnica de Valencia. Ella «jamás había pensado» acabar en los Países Bajos para estudiar un máster y dar el salto al doctorado. Nadie lo diría cuando está a punto de cumplir su noveno año de estancia en tierras holandesas y se encuentra a menos de un mes para defender su tesis doctoral. Andrea ha basado su trabajo en «desvelar la complejidad del cáncer», para hacer especial hincapié en el análisis de esta patología sobre el páncreas.

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Las pesquisas realizadas por la biotecnóloga valenciana se han hecho a través de técnicas como la proteómica, sobre tumores en ratones o humanos, con el fin de obtener datos a la hora de desarrollar posibles tratamientos. «El futuro para curar el cáncer van a ser diferentes fármacos suministrados en pequeñas dosis y de manera personalizada para cada paciente», adelanta Andrea como una de los temas que aborda en su tesis doctoral. Sobre su posible regreso a la Comunitat, explica que la profesión científica viene aparejada de «una precariedad que hay que cambiar» y, en España en concreto, «se debe trabajar en una mejor valoración social para con el colectivo de investigadores».

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