Tras el paso de la DANA del pasado 29 de octubre, muchos edificios se han visto afectados. El nivel de los daños depende de la ... afección. Algunos no han tenido problemas de gravedad, otros, en cambio, se han derrumbado o amenazan con caer de un momento a otro. El Instituto Valenciano de la Edificación (IVE) tiene en sus manos 37.000 expedientes que deben ser revisados uno a uno para comprobar los daños que han sufrido. Ya han aconsejado la demolición de 180 edificaciones.
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Desde el IVE ya han revisado unos seis mil expedientes, que son los que estaban en una situación más crítica, sobre todo por su cercanía a los barrancos. La directora del Instituto, Begoña Serrano, ha indicado que el mayor riesgo es para estos complejos aledaños a los cauces. «Los edificios junto a barrancos son los que corren más riesgo de derrumbes», ha señalado.
Pero la tarea que tienen por delante es ingente. El IVE calcula que tardará unos dos meses en completar esta primera fase de inspección. El objetivo que se han marcado, según explica su directora, es que todo el proceso esté finalizado a fines del mes de enero o principios de febrero. Para ello cuentan con la colaboración de muchos profesionales voluntarios que han decidido ofrecer su tiempo para intentar salvar el mayor número posible de edificaciones. En ese momento comenzará la reconstrucción. Será entonces cuando esta institución se ponga en marcha para ayudar a estas viviendas.
Algunas edificaciones han tenido que ser apuntaladas. En esta labor han colaborado los bomberos del Consorcio Provincial de Valencia que han apuntalado 70 edificios afectados por la DANA desde que empezaran con la fase de estabilización de estructuras, unos trabajos iniciados el pasado 9 de noviembre. Los especialistas de la Unidad de Rescate en Emergencias y Catástrofes, la UREC, son los encargados de efectuar estos trabajos, que tienen carácter urgente y provisional a la espera de que los edificios acometan las obras que correspondan. Con los trabajos de apeo se frena el deterioro del edificio, evitando daños aún más graves en la estructura y permitiendo preservar la propiedad a la espera de actuaciones de mayor envergadura.
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Rosa Castillo es una de las voluntarias que presta su servicio estos días en Chiva. «Ahí me han asignado», afirma y, además, le han tocado algunas de las edificaciones que se encuentran en peor estado. «Es la zona pegada al barranco que es donde se encuentran las viviendas en peor estado. Son las que mayor riesgo corren. Muchas de ellas se las llevó el agua», sostiene.
«Hay muchas afectadas, algunas han caído. Otras están para recalzar la cimentación. En algunos se han quedado los cimientos al aire», apunta. Por ello, se muestra prudente y asegura que hay estudiar caso a caso antes de hacer un diagnóstico general. «No es lo mismo un edificio con pisos que una vivienda unifamiliar. Hay muchos factores a tener en cuenta. Tanto económicos como sociales o técnicos. Además, no es lo mismo realojar a una familia que a veinte», ha resaltado. En este sentido, Castillo ha indicado que como norma general las viviendas de varias plantas se intentan salvar. En esta población hay viviendas desalojadas que están a la espera de saber si se derriban o se intentan salvar.
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Y aquí Castillo aporta una opinión personal y es que «no parece lógico invertir en un lugar donde dentro de unos años el agua se lo puede volver a llevar». La arquitecta pone el caso de una edificación que en la parte de atrás tenía un patio de luces que con el tiempo se había ocupado de forma irregular. «Ahora el agua se lo ha llevado todo. ¿Hay que indemnizar a estas personas o reconstruirlo tal y como estaba? Hay que planteárselo. Entiendo que no hay que volver a hacerlo tal y como estaba», aclara y añade que con la barrancada «el edificio se ha quedado al borde mismo».
«La casuística es muy grande», apunta. Pone el caso de las viviendas que se encuentran en el centro de la población de Chiva. Muchas se encuentran dañadas, especialmente los bajos. Aunque las estructuras se encuentran en buen estado, las humedades tardarán meses en secarse. «Con la humedad no se puede vivir», afirma Castillo. De la misma opinión es Begoña Serrano que añade que estas humedades son uno de los mayores problemas con los que se encuentran los propietarios. «Muchos edificios están construidos con ladrillos antiguos o con muros de tapia de los que es más difícil erradicarla», explica y añade que la mejor solución es ventilar, pero ahora de cara al invierno es más complicado.
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