Un operario trata a un pino afectado por la procesionaria. LP

La procesionaria se adelanta este año con más virulencia en los montes valencianos

El cambio climático avanza la aparición de la plaga que afecta a los pinos

Juan Sanchis

Valencia

Viernes, 24 de febrero 2023, 00:46

La cercanía de la primavera anuncia el riesgo de las plagas que pueden infectar las masas boscosas valencianas. Es el caso de la procesionaria del pino, un insecto que pertenece a la familia 'Thaumetopoeidae' y que está considerado como el insecto defoliador (que hace caer ... las hojas de los árboles) más importante en España. Además, provoca urticaria en los humanos y en el caso de los perros puede ocasionar su muerte. Es muy sencillo detectar su presencia. Basta observar esas características bolsas de color blanco que aparecen en los pinares

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El aumento de las temperaturas que va asociado al cambio climático ha hecho que su ciclo vital se adelante. El pasado 6 de febrero ya se tuvo que actuar en una urbanización cercana a Valencia, según destacaron los expertos. Habitualmente esto no ocurría hasta hasta los meses de abril y mayo.

Además, este año se espera que se produzca un repunte de esta plaga en la Comunitat. Así lo señalan fuentes de la Conselleria de Agricultura. En este sentido, indican que en el año 2022 el grado de infestación fue inferior a la media histórica aunque reflejó un ligero aumento respecto a 2021. La situación de 2023 no se conocerá hasta mayo ya que la primavera es la época del año adecuada para determinar su prevalencia. Pero las prosprecciones recalcan que la tendencia es al alza. En el mismo sentido se manifiestan los expertos consultados por este periódico.

Desde la Conselleria de Agricultura se resalta que los resultados de la prospección fitosanitaria del 2022 muestran un ligero incremento rompiéndose la tendencia descendente de los tres últimos años. Las tres provincias han registrado incrementos en este pasado ejercicio.

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Jorge Galván, director general de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla), ha indicado que en el ámbito forestal se experimenta una reducción al contrario que en las zonas urbanas donde el riesgo es mayor para las personas.

Galván ha señalado que con el cambio climático se acelera el ciclo vital de estos insectos con lo que se adelanta su proliferación y además se reproducen antes y más con el consiguiente incremento en el número de ejemplares.

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El ciclo vital de estos insectos se dispara en primavera cuando las orugas salen de la bolsa en la que se encuentran y bajan para enterrarse en el suelo de donde saldrán las mariposas. Es el periodo con más actividad y también con más riesgo para el ser humano, según los expertos ya que tiene propiedades urticarias. Si toca partes del ojo, las consecuencias pueden ser más graves.

Con un leve contacto con la oruga se puede producir una dermatitis, lesiones oculares, urticaria y fuertes reacciones alérgicas y, además, causa graves daños a los pinos, lo que supone importantes pérdidas económicas y medioambientales. En el caso de los árboles pueden morir si no se les trata adecuadamente. También son un riesgo para los perros que pueden llegar a morir si se tragan las orugas.

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El riesgo estriba en que ni siquiera es preciso el contacto directo con las orugas porque cuando estas sienten una amenaza lanzan sus pelos (tricomas) al aire, que funcionan como dardos envenenados y generan así irritaciones y alergias. Cada oruga tiene medio millón de tricomas que al contacto con la piel de una persona puede originar reacciones alérgicas en los seres humanos.

Tratamiento

Fuentes de la Conselleria de Agricultura han señalado que los tratamientos no van dirigidos al exterminio de estos insectos, lo que es casi imposible, sino a mantener la presencia de estos insectos en niveles tolerables que eviten alergias a las personas y permitan la recuperación de la superficie arbórea.

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Los tratamientos son variados. Pueden ser físicos o químicos, como indica Jorge Galván que puntualiza que en las zonas urbanas no se suelen utilizar los químicos por el riesgo sobre las personas. Los métodos de control más habituales son la destrucción de bolsones, los tratamientos con insecticidas, el empleo de trampas de feromonas o la instalación de barreras físicas en aquellos lugares o zonas sensibles de ser infectadas.

Entre los físicos se encuentra la eliminación de las bolsas o la colocación de anillos de hierro en los árboles para impedir que las orugas desciendan hasta el suelo. También se pueden utilizar las trampas de feromona sexual de la que, según las mismas fuentes, se colocaron casi 4.400 el pasado año.

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En este sentido, Galván aconseja una gestión integral de las plagas en las que se estudie la situación y se opte por los sistemas de eliminación más adecuado.

Desde la Conselleria de Agricultura subrayan que durante los últimos años se han colocado cerca de medio millar de cajas nido como un método de control más de las poblaciones de insectos en aquellos montes, especialmente procedentes de la repoblación, en los que por la juventud del arbolado carece de huecos que sirvan de refugio a las aves.

Además, desde principios de otoño se ha procedido a la retirada de bolsas en aquellas masas arbóreas que su altura lo permitía en la provincia de Alicante. También se han realizado tratamientos manuales y mediante pulverizador hidroneumático (cañón) en los montes con mayores niveles de infestación en zonas altas del interior de la Comunitat, sobre todo en el interior de la provincia de Castellón y en el Rincón de Ademuz.

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Por otro lado, y según la Conselleria de Agricultura, a principios del invierno se han realizado tratamientos manuales y mediante pulverizador hidroneumático en las masas que presentaban mayor infestación en las zonas litorales y prelitorales.

Ahora en invierno se están realizando tratamientos manuales, principalmente de corta de bolsones y tratamientos bolsón a bolsón con mochila.

Los expertos añaden que bajo ningún concepto se debe tocar las orugas ni molestar a las larvas o nidos. La prohibición se extiende a las hojas de los árboles con procesionaria. La razón es que los pelos urticantes son expulsados por las orugas cuando son molestadas o cuando se desplazan de una parte a otra del árbol impregnando ramas y hojas por las que pasan.

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Además, los pelos son dispersados por el aire de modo que no necesario tocar una oruga o un nido para presentar cuadros de urticaria.

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