Los expertos urgen a mejorar los sistemas de alerta y a poner más medidores para protegerse de las inundaciones

En este sentido, la catedrática de Geografía Física de la UV, Ana Camarasa, ha llamado la atención sobre la necesidad de contar con datos on line y en tiempo real de los cauces, de las ramblas. Y que sean en tiempo real porque permiten las políticas de prevención. Ha recordado, en este sentido, que en la rambla del Poyo el día de la dana sólo había un medidor que controlaba 185 kilómetros cuadrados cuando este cauce se extiende por 460 kilómetros cuadrados. De esta forma, únicamente estaba monitorizada la cabecera.

El grupo encabezado por Camarasa ha preparado la ponencia 'La intensificació del cicle hidrològic: l'aigua per excés, l'aigua per defecte' en la que se ha analizado el comportamiento del ciclo hidrológico. La catedrática de Geografía Física ha resaltado que como consecuencia del cambio climático se ha producido una alteración de los patrones de lluvia de forma que el comportamiento de las sequías se ha alterado y ahora son más intensas y frecuentes.

De esta forma, se ha incrementado la torrencialidad. Ahora las precipitaciones son más intensas. Además, explica Camarasa, se han producido cambios en la estacionalidad. Así, las tormentas de verano, con lluvias fuertes, se han desplazado hacia el otoño. En consecuencia, las precipitaciones intensas no se concentran en una época concreta sino que el riesgo empieza a ser algo habitual durante todo el año. Todos estos factores ponen en jaque los sistemas de protección contra las avenidas.

Otra de las consecuencias de esta torrencialidad e intensidad de las precipitaciones es que superan la capacidad de absorción del suelo lo que favorece que el agua se se convierta en un caudal y facilitando así que se produzcan inundaciones. Es lo que sucedió en la dana de octubre cuando se combinaron las fuertes lluvias tanto en intensidad como en cantidad.

La geógrafa ha destacado que la intensidad influye en la velocidad que alcanza el agua de forma que cuanto más intensas sean las precipitaciones más corto será el tiempo para responder ante esta situación.

Como ejemplo de este cambio en la forma de comportarse de las precipitaciones, la catedrática de la UV ha señalado que no es la primera vez que se producen inundaciones en la rambla del Poyo. En 2000 fueron causadas por unas precipitaciones de 500 milímetros pero empezaron el 22 de octubre y se prolongaron hasta el 25. Lo que sucedió el pasado octubre es que las lluvias se registraron en sólo unas horas con un potencial destructor mucho más fuerte.

La investigadora de la UV ha destacado que la acción antrópica favorece estas inundaciones con actuaciones que llevan al estrechamiento de los cauces con lo que se altera su equilibrio natural.

El equipo dirigido por Camarasa ha recomendado incrementar la pedagogía social sobre el cambio climático para que el ciudadano conozca donde vive y a qué riesgos se enfrenta y elevar la corresponsabilidad. También ha incidido en el hecho de que si se ha producido un fenómeno de características como la dana de octubre, este se puede repetir.

Otra de las recomendaciones es intentar recuperar el equilibrio imitando a la naturaleza. «La naturaleza necesita tiempo, espacio para reequilibrarse», ha asegurado y ha añadido que las soluciones constructivas deben ser compatibles con el flujo del agua.

El equipo de Jorge Olcina, catedrático de Análisis Regional de la Universidad de Alicante, en la propuesta sobre gestión integral del riesgo ha propuesto paralizar todos los planes urbanísticos pendientes hasta tener claro qué ha pasado con la dana. Además, propone no reconstruir las zonas especialmente afectadas, sobre todo aquellas en las que ha habido muertos.

Olcina ha puesto encima de la mesa varias recomendaciones. Entre ellas, revisar la cartografía oficial de peligrosidad, un punto en el que ha asegurado que se tendría que hacer en el plazo de un año. Por otro lado, ha apostado por dar una nueva mirada a los planeamientos urbanísticos de los municipios para adaptarlos a la legislación actual. En este sentido, ha recordado que sólo 1.231 municipios del litoral mediterráneo español tiene planeamiento urbanístico posterior al año 2000, por lo que sí tienen en cuenta el cambio climático. Y sólo en 623 este es posterior a 2008 cuando la ley del suelo introdujo la obligación de incluir mapas de riesgo ante fenómenos naturales.

Por otro lado, el catedrático de la Universidad de Alicante ha apostado por redactar una plataforma nacional de riesgo de desastres naturales y fomentar una sociedad más resiliente. Además, Olcina ha alabado el sistema de seguros español como uno de los mejores del mundo y que ha sabido responder con eficacia.

Otra de las líneas maestras de su intervención ha sido recordad que no se puede fiar todo a la obra civil que puede dar la sensación de una falsa seguridad.

Otro de los intervinientes en la jornada ha sido Javier Martin Vide que ha asegurado que «el calor mata. Es un problema de salud». En este sentido, ha recordado que el calor puede favorecer la propagación de enfermedades tropicales. Así, ha puesto como ejemplo el caso del mosquito tigre que en unos pocos años se ha extendido por Italia, Francia y España y es propagador de varias enfermedades como el dengue.

Entre las recomendaciones del equipo de este experto se encuentra el reverdecimiento de las ciudades como una forma de adaptarse al calentamiento. Así, aconsejan crear en las urbes ejes verdes con árboles y plantas eliminar las plazas duras y quitar suelos impermeables. «Necesitamos suelos blandos».