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La Fiscalía de Menores investiga desde hace semanas una supuesta trama de extorsión en la que menores de edad mantendrían relaciones sexuales con adultos para ... posteriormente exigirles dinero a cambio de no desvelar que tenían menos de 18 años de edad en el momento de los hechos. Los extorsionadores, en algún caso, presuntamente grababan los encuentros sexuales con un teléfono móvil para posteriormente utilizar esas imágenes para reforzar el chantaje. El ministerio fiscal se encarga de la instrucción cuando los supuestos autores son menores de edad.
En estas diligencias, todavía en una fase intermedia, se investiga la participación del mismo menor que denunció en su momento al modisto Francis Montesinos. A su vez, el prestigioso diseñador presentó otra denuncia por un supuesto delito de extorsión. El menor, en realidad, había mentido sobre su edad para atraer la atención del famoso.
El afamado peluquero Tono Sanmartín está citado este miércoles en la Fiscalía de Menores de Valencia como uno de los perjudicados, según confirmó el compareciente. Otras informaciones, no obstante, apuntan a que lo hará como testigo.
Él fue, según su conversación con LAS PROVINCIAS, otra de las víctimas de una supuesta red, controlada por un hombre con contactos en el mundo de la alta sociedad valenciana. Esta persona, al parecer, se encuentra en paradero desconocido.
Las relaciones personales del cabecilla -en su Instagram se pueden ver fotos de personas con cierto estatus social y económico- eran el mejor caladero para futuras víctimas. «Buscaban a personas relevantes», relata el estilista. Sanmartín acudirá este miércoles a la Fiscalía porque su principal propósito es que se haga justicia en este asunto, siempre según su versión. «A mí me quería extorsionar y no dejaba de llamarme por teléfono». Sin embargo, Sanmartín nunca había quedado con esta persona, tal y como asegura en su declaración. Fue reclamado porque de alguna forma su contacto aparecía en el teléfono móvil de uno de los investigados.
Pero sí es cierto, según la conversación con LAS PROVINCIAs, que conocía al cabecilla quien habría facilitado el número del peluquero. «A partir de ahí, comenzó a contactarme». Fueron fundamentalmente llamadas de contenido intimidante. En esas comunicaciones, el menor amenazaba con difundir una supuesta relación sexual con Sanmartín. «Se lo diré a tus clientas», le chantajeaba. Respecto a qué era exactamente lo que supuestamente iba a revelar, Sanmartín explica que pretendía decir que para convertirse en modelo tenía que acostarse con él. De igual modo, otra de las amenazas era que le iba a contar a su marido que habían tenido relaciones sexuales.
Tono no se muestra preocupado por la comparecencia ante el ministerio público. De hecho, recuerda de qué forma terminó este episodio. «En una de esas llamadas le dije que las amenazas que me estaban haciendo eran delito y que, además, estaba grabando la conversación». En realidad, era un farol. «Quizá eso fue un error. Tenía que haberlo hecho».
Las actuaciones afectan a varios menores, según la información que maneja LAS PROVINCIAS. También hay varios perjudicados, entre los que figura Francis Montesinos y Tono Sanmartín. También se investiga la posible extorsión a una tercera persona, pero en este caso sin relevancia social en la sociedad valenciana. Asunto diferente es el de otras víctimas que no hayan denunciado o que no hayan sido localizadas. Sanmartín no da nombres, pero asegura que otros famosos sí pagaron ante las amenazas.
Sanmartín es, sin duda, uno de los peluqueros más conocidos de la ciudad de Valencia. Durante años ha cuidado el cabello de conocidas representantes de la burguesía valenciana y también de dirigentes políticos. Como anécdota, conviene recordar que fue el estilista de Mariano Rajoy en uno de esos mediáticos debates electorales. No es la primera vez que se crean redes de extorsión de esta naturaleza. Uno de los casos más sonados fue el de una trama en la que se vio salpicado, como colaborardor de la trama, el entonces jugador del Levante, Toño García. En aquel caso, la extorsión se producía tras el acceso a una web de citas. Los implicados no eran los gestores de ese sitio sino usuarios que concertaban citas para supuestamente registrar encuentros sexuales y, a continuación, amenazar a las víctimas con su difusión.
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