a. g. r.
Miércoles, 17 de febrero 2021, 00:14
El juicio contra Antonio L. P., acusado de la muerte de un joven de 19 años que circulaba en un patinete eléctrico al perder el control de su moto, quedó ayer visto para sentencia. El procesado circulaba bajo los efectos del alcohol. La audiencia se celebró en dos sesiones tras solicitar la defensa del acusado más tiempo para que su perito -sostiene que un juego de luces y sombras afectó al motorista- estudiara un informe del experto propuesto por la acusación particular. Tras las comparecencias de los especialistas, el fiscal y la acusación particular mantuvieron la pena de prisión en cuatro años de cárcel y que se le prive del carné otros seis.
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El siniestro aconteció en abril de 2019 alrededor de las 18.45 de la tarde en el camino que une las localidades de Carpesa y Tavernes Blanques. Esa vía tiene una anchura de unos cinco metros, carece de arcenes en los dos lados y de una línea de separación de ambos carriles.
El conductor de la moto, como consecuencia del estado en el que se encontraba y la merma de sus capacidades, perdió el control de su vehículo justo después de adelantar a un automóvil, siempre según el relato de la Fiscalía. Esto hizo que invadiera la zona en la que circulaba correctamente en su patinete, José María Aguilera, tan sólo 20 años de edad. El brutal impacto le causó un traumatismo craneoencefálico. El joven no pudo finalmente superar las lesiones y falleció al cabo de unos días en el Hospital Clínico de Valencia.
El acusado, en la primera vista, negó en el juicio que hubiera bebido antes del siniestro como así demuestra la prueba de alcoholemia y el análisis de sangre. «No estuve en ningún bar», declaró. Merendó un vaso de leche con magdalenas antes de regresar a casa de sus padres, en Carpesa, justo donde se produjo el fatal accidente, según su testimonio.
El motorista atribuyó el siniestro a una serie de extrañas circunstancias. Por ejemplo, un juego de sombras y luces, justo antes de esa curva fatídica, que le hicieron abrirse en exceso hacia el otro lado de la vía. Lo definió como «cuando entras en un túnel» y los ojos pasan repentinamente de la luz a otro tipo de intensidad. «No lo vi. Frené cuando ya estaba encima», repitió durante la vista.
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