Borrar
Directo Un agraciado gana 192.883,96 euros con el Gordo de la Primitiva de este domingo en un municipio de 3.000 habitantes
Alumnos en el colegio Castellar Oliveral durante el recreo. Jesús Signes
Fruta fresca y crespones negros: Castellar vuelve a latir

Fruta fresca y crespones negros: Castellar vuelve a latir

La pedanía de Valencia lucha por volver a la normalidad y el colegio reabre sus puertas una semana después de la inundación

Miércoles, 6 de noviembre 2024, 00:36

Castellar trata de volver a la normalidad después de la 'barrancada' de hace una semana. «¿Qué vamos a hacer? Habrá que vivir, ¿no?», preguntaba un vecino a otro en la calle Mayor. La pedanía, salpicada de crespones negros, era ayer un crisol curioso, con calles con barro donde familias y amigos luchaban por desterrar el lodo de los bajos se mezclaban con otras haciendo vida normal, con sucursales bancarias, fruterías o farmacias abiertas. Tremendamente llamativo era el segundo de estos negocios, pues en muchos pueblos de l'Horta Sud los productos frescos brillan por su ausencia.

Además, el constante trasiego de vecinos que llegaban al barrio desde Valencia o que salían hacia la ciudad a través de la línea 14 de la EMT daba vida a una pedanía que el pasado miércoles se despertó inundada en lodo. El autobús, por cierto, volvía este martes a entrar en el corazón de la barriada después de las horas más oscuras de la inundación.

La comunidad educativa del colegio Castellar Oliveral también empezó a recuperar la rutina. Que no la normalidad, que tardará. El centro ha sido el primero de los situados en municipios afectados que ha reanudado las clases.

A las nueve y media de la mañana, la hora habitual, comenzaron a entrar los alumnos de Infantil y Primaria. Lo necesitaban después de casi una semana expuestos a una tragedia imposible de asimilar a través de imágenes constantes, noticias o debates, por no hablar de que la inundación también ha dejado secuelas en las calles, la más grave la pérdida de dos vecinos. Además, la escuela ya acoge a los primeros alumnos procedentes de otros centros del municipio que permanecen cerrados, una medida excepcional abierta a cualquier colegio de la provincia.

«Los niños necesitaban estar con otros niños, dejar de ver todo esto porque están afectados. Se les ve nerviosos y alterados y algunos tienen miedo», decía Patricia Vilanova, madre de dos alumnos. Es el caso de la hija de María José Bayona. «Está traumatizada, no quiere salir a la calle ni ir con los tíos o con los abuelos. Sólo quiere estar en casa, se siente protegida», señalaba. A su lado, Susana Ruiz acertaba a decir que está cansada de llorar.

Las tres, además, coincidieron en agradecer que el centro «ha peleado por abrir», con lo que supone en términos de conciliación y prestación de ayuda, y que se ha visto a los docentes, durante estos días, colaborando como cualquier voluntario. La solidaridad se ha organizado gracias a una red de apoyo en la que también ha participado la AMPA y que ha permitido dirigir la ayuda hacia los alumnos.

Los tres hijos de Sandra Bueno también entraron en el Ceip pese a que están matriculados dos calles más atrás, en el colegio Nuestra Señora del Rosario, que sigue cerrado. «He pedido el acogimiento excepcional. Enseguida me lo han gestionado», relataba. Esto le permitirá continuar con sus labores de voluntariado, que desarrolla de la mano de Cáritas. «Es verdad que los niños estaban un poco nerviosos porque no es su entorno ni son sus amigos, aunque conocen a gente. Les he dicho que iban a estar muy bien, y además lo necesitan. Todo esto les viene grande, están saturados de ver imágenes y escuchar comentarios sobre la catástrofe», dijo.

«Teníamos muchas ganas de volver a verlos, ha sido emocionante», explicó la jefa de estudios, Carolina Martín, justo antes de destacar que han luchado por conseguir la apertura del centro a sabiendas del bien que hacían a los niños. «Nuestra manera de ayudar era venir, aunque también hemos trabajado en otro formato, con nuestras escobas y nuestro ánimo», añadió. En las primeras horas se centraron en actividades más visuales y de carácter plástico como vía para facilitar la expresión de las emociones de los alumnos. «Necesitan normalidad», sentenció.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Fruta fresca y crespones negros: Castellar vuelve a latir