
Las palabras y las acciones del papa Francisco no han dejado indiferente a nadie. Y menos que a nadie a los jóvenes, a esa generación ... de chicos y chicas a los que nada más estrenar su pontificado invitó a «hacer lío» en una expresión que recorrió el mundo como llamada a la movilización. Dicen algunos que Juan Pablo II dejó el listón muy alto en este asunto, pero que Francisco también ha hecho buena marca. Lo cierto es que entre los veinteañeros que se confiesan cristianos los hay que se refieren a Francisco como «nuestro Papa». Con su mensaje se identifican porque es sobre el que han levantado los cimientos de su compromiso cualquiera que este sea.
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Cuatro de estos jóvenes, cuatro valencianos, han ayudado a LAS PROVINCIAS a conocer a la generación del papa Francisco, a los jóvenes que se identifican con él. Juan y Jaime Rodríguez -estudiantes universitarios de 19 años que advierten de que pese a la coincidencia del apellido no son hermanos ni primos- apuntan las que creen que son las inquietudes sobre las que se construye el perfil generacional del último Pontificado: «La preocupación por los demás -que se vio cuando íbamos a ayudar a los afectados por la dana-, el cuidado del medio ambiente -de la Creación- y el deseo de cambiar el mundo llevando a Dios a cualquier terreno».
Es el mensaje que han extraído de cuanto han leído, oído y visto a través de ese Papa de quien se quedan con la «humildad» y con una frase: «¿Por qué no soñar a lo grande?».
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Ana Bustamante, que cuando Francisco llegó a la silla de Pedro tenía 12 años, ha querido hablar del Papa -del suyo-, el que le ayudó «a confirmar mi lugar en la Iglesia», una cuestión que también Héctor Navarro, de veinte años, pone de manifiesto cuando asegura que Francisco «ha marcado mi inicio y el camino hacia la madurez en la fe. Siempre lo recordaré por esa razón aunque no sé qué va a venir a partir de ahora. Le recordaré con mucho cariño».
Forma parte de las enseñanzas que han ido tejiendo sus vidas. De cada pronunciamiento han obtenido una lección. Los cuatro participaron en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa donde conocieron de primera mano el mensaje que quería transmitirles. Aprendieron que «hay muchas realidades diferentes y que cualquier persona puede estar en la Iglesia», recuerda Ana. Como Juan y Jaime, también esta estudiante de Magisterio se queda con la «humildad» , la preocupación por los desfavorecidos de Francisco y con el interés que siempre manifestó por promover «la esperanza y la caridad». Héctor añade «la alegría».
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La conversación con los jóvenes del papa Francisco deja muy claro que les ha marcado. Ante el poso que les ha dejado resulta fácil concluir que estuvo cerca del mundo de hoy o quién sabe si es que influyó en el universo de los jóvenes más de lo que en principio se puede imaginar. Ellos conocen los pronunciamientos de un Pontificado que Ana ve «renovador» y que se pronunció sobre la inmigración porque «estaba a favor de la dignidad humana», apunta Héctor al mismo tiempo que considera «muy buena» la postura que adoptó ante la pederastia, asunto que Juan y Jaime entienden que «manejó muy bien». Aprendieron también que «todos somos criaturas de Dios y no se puede rechazar a nadie» cuando el papa Bergoglio al referirse a las personas homosexuales se preguntó «¿quién soy yo para juzgarles?».
Con esa mochila de enseñanzas se ha construido la generación de Francisco que ahora ha visto cerrar la etapa de su primer Papa. Nacieron durante el pontificado de Benedicto XVI, pero con él convivieron siendo muy pequeños. Ahora vienen otra etapa. No tienen quinielas. Los dos amigos Rodríguez aseguran: «No hemos hecho una porra» y no facilitan una apuesta, aunque tienen muy claro que lo importante es que «todos rememos en la misma dirección». Héctor sí que se pronuncia en favor de un Papa que «respete la tradición de la Iglesia y que sea santo». Ana habla de que «siga la línea de Francisco para atraer a los jóvenes» y también ve interesante una línea «tradicional» porque los jóvenes sólo han conocido un Papa. Seguros de sus ideas, dispuestos a mantener la movilización a la que fueron llamados cuando se les dijo que armaran lío.
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