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Construir e imponer lo que ahora se denomina el relato –el concepto se puso de moda con los teóricos de Podemos– es siempre lo más difícil. Ese laborioso proceso no es ajeno ni mucho menos a una buenas dosis de estrategia. El Gobierno utilizó los ... primeros días de la tragedia para 'vender' su historia, defender su actuación y trasladar la idea de que la responsabilidad se encuentra en la Generalitat.
Amplificó los puntos fuertes a su favor y ocultó otros como el controvertido papel de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). En cambio, arremetió contra los eslabones más débiles de los populares. Además, lo hizo de forma 'elegante'. Nada de declaraciones agresivas ni vehementes. Fue lo que, por ejemplo, utilizó Mazón para atacar al Gobierno pese a que en las primeras horas el mensaje había sido cordial y de colaboración. Otro giro de guion de la dirigencia popular que hoy resulta incomprensible.
Volvamos a la 'elegancia' del proceso. La cadena SER informó de que la delegada del Gobierno llamó en tres ocasiones a la consellera de Justicia e Interior, Salomé Pradas, sin que esta le contestara. Un dardo que incide en la falta de agilidad del departamento autonómico, foco en aquel momento, y más ahora, de todas las sospechas.
No ha querido Bernabé incidir públicamente en este particular, una vez conseguido su efecto. La dirigente evitó ayer entrar en cualquier ataque o disputa con la Generalitat. «La prioridad son las víctimas». No quiso opinar sobre si Mazón debía dimitir o no. Otros días, en cambio, sus mensajes al respecto sí incorporaban cierta carga política. Y sin olvidar que las llamadas sólo las pueden conocer los interlocutores. Es decir, o ella o Salomé facilitaron ese dato. No parece que fuera Pradas.
No es el único ejemplo dentro de un Gobierno volcado ahora en la reconstrucción. El ministro de Transportes, Óscar Puente, es el mejor ejemplo de ello. Su comunicación, centrada en la refriega, ha virado ahora al mensaje del trabajo, la unión y el esfuerzo.
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, también copió la estrategia Bernabé. Salió hace 48 horas, en plena polémica por la comida de Mazón y la falta de cobertura, para decir que había llamado cuatro veces sin éxito al presidente de la Generalitat. El dirigente salió al paso para desmentirla. Mostró un mensaje que le envió la titular del Gobierno -estaba en Bruselas en plena alerta roja- pero después de las 20 horas cuando el desbordamiento del barranco del Poyo era una realidad. Del mismo modo, Mazón aseguró que todas las llamadas son más allá de las 20 horas.
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