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Laura Rey agradece la actuación de Eva Cisneros. Txema Rodríguez

«Gracias a Eva veré crecer a mis hijos»

Homenaje. La policía en prácticas y la joven a la que salvó la vida al hacerle un torniquete tras un grave accidente de moto en Valencia se citan en un emotivo encuentro

BELÉN HERNÁNDEZ

Martes, 25 de enero 2022, 00:07

Podría entregarte mi vida y todavía me sentiría en deuda contigo. Gracias a ti puedo seguir agarrada a la vida y podré ver crecer a ... mis hijos. Muchas gracias por salvarme, mi ángel». El agradecimiento que siente Laura Rey hacia Eva Cisneros, la policía en prácticas que le salvó la vida, subyace más allá de las letras. La frase se plasma en la placa conmemorativa que la mujer de 41 años entregó este lunes a la agente de la Policía Nacional. Laura le abre las puertas de su casa en Guillem de Castro con un ramo de flores entre las manos. La conversación fluye al son de la mayor certeza de Laura. Aquel día le repitió a la agente en varias ocasiones: «Eres mi ángel de la guarda».

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La presencia de Eva Cisneros cambió el rumbo de aquel 29 de octubre de 2021, cuando la sangre de Laura tiñó de rojo la calle Armando Valdés de Valencia, encharcada por la lluvia. Durante los pocos minutos que fue consciente de su brutal accidente de moto, la mujer sintió perdía la vida. El torniquete que le hizo Eva evitó que se desangrara y la ató a este mundo. Las palabras de la policía calmaron su alma: «Tranquila, no te vas a morir».

Mientras yacía en el suelo le robaron el bolso con todas sus pertenencias. Su familia la estuvo buscando durante dos días. Llamaron a la Policía y hospitales hasta que la localizaron en la UCI del Clínico. Durante un momento, el corazón de Laura dejó de latir. Entró en parada pero la reanimaron.

Hoy Laura sigue en pie gracias a Eva. Dos o tres veces coge impulso para levantarse de la silla de ruedas y abrazarla. Llevaba los últimos tres meses esperando a ver a Eva cruzar el umbral de su hogar. Se aferra a sus hombros, conocedora de que la policía es la razón de que pueda desayunar con sus hijos cada mañana.

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Las palabras de Eva fueron capaces de calmar su alma: «Tranquila, que tú no te vas a morir»

Eran las cinco de la madrugada. Llovía. Laura cogió su 'scooter' T-MAX sin tener en cuenta las condiciones meteorológicas. Y sin ser consciente de la potencia de su motocicleta. «Una imprudencia gigante por mi parte», admite. Volvía de quedar con un amigo, un novelista, para que le firmara su obra.

Era la segunda vez desde que fue madre que disfrutaba de una noche sin niños. Y una de las únicas que cogía una moto, a pesar de que siempre le han apasionado. Perdió el control y todo se volvió negro. Solo era capaz de identificar voces que sonaban a su alrededor pidiendo auxilio.

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Ahora son las voces de sus cuatro niños, de entre 10 y 5 años de edad, las que se apoderan de la estancia entre vítores. Jesús, su hijo menor e invidente, se columpia entre los brazos de la mujer que «salvó la vida a mami». «¡De mayor quiero ser policía!», asegura mientras juega con la radio de Eva.

En aquel domicilio del centro de Valencia no hay espacio para el lamento. Lejos de considerarse una víctima, Laura Rey es una superviviente. El día 29 de octubre se ha convertido en la fecha en la que «volvió a nacer».

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Un nuevo comienzo

Su supervivencia y la presencia de Eva Cisneros en el lugar y momento precisos le devolvió la fe que perdió cuando se enteró de que su hijo Jesús era invidente. «Me di cuenta de que su ceguera no era ninguna desgracia, sino que este niño es un milagro». Tras su accidente, mira la vida desde el agradecimiento. Crea nubes de humor para que sus hijos dibujen un futuro de sueños en lugar de miedo ante la adversidad.

Mientras la víctima yacía en el suelo con graves heridas en una pierna, alguien le robó el bolso con sus pertenencias

Laura ha vuelto a la Iglesia, a reír y a priorizarse. Un mes antes de aquel accidente de moto, comenzó el proceso de separación de su marido. El que fue un camino duro al principio ahora lo emprende con valentía. «No necesitas a nadie para salir adelante. Ahora voy a coger las riendas de mi vida», dijo sin titubear. Las palabras brotan de sus labios recubiertas de acero.

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La mujer de 41 años sueña con volver al trabajo. Se encargaba de llevar la contabilidad de la empresa de su marido. Las ganas de volver a la actividad empujan su silla de ruedas. Asegura que ha crecido como persona desde que está sentada en ella.

«Me partí un nudillo tratando de desplazarme yo sola. Tuve que estar cuatro semanas con la mano escayolada», recuerda. Lo considera una de las vivencias más duras de su trayecto. Aprendió a pedir ayuda. Reconectó con la humildad.

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Primeros pasos

Antes de que le amputaran la pierna, el responsable del equipo de traumatología del Hospital General de Valencia le propuso ser la primera persona en llevar una prótesis biónica mediante el sistema «Badal X». Su caminar, lejos de ser robótico, reproducirá los movimientos de una extremidad de carne y hueso.

La prótesis se implanta directamente en el hueso, adaptada a la biología del ser humano. «Me dijeron que tenía que aceptar la prótesis psicológicamente», confiesa. A pesar de su apariencia de hierro, Laura siente miedo por su operación programada para finales de febrero.

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«Hace unos días me dio un ataque de pánico por si no era capaz de sobrellevar la operación emocionalmente», afirma Laura, que vive en un presente en el que por fin ha podido abrazar y besar a su «ángel de la guarda».

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