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Cuando eran pequeños jugaban a policías y ladrones, corrían detrás del equipo de los malos y hasta hacían la figura de una pistola con ... los dedos índice y pulgar. Cumplieron años, hincaron los codos, entrenaron duro, aprobaron la oposición de Policía Nacional y ahora visten el uniforme de una de las instituciones mejor valoradas por los ciudadanos.
Sergio, Rubén e Iván son hermanos de sangre y vocación. Su padre, que también era policía, les inculcó los valores de responsabilidad, lealtad y dignidad, entre otros, pero también les advirtió de los riesgos de la profesión, los peligros de la calle, las balas perdidas, las persecuciones que pueden acabar en tragedia y otras situaciones adversas.
Sergio e Iván comparten ahora labores tácticas y administrativas en la Jefatura Superior de Policía de Valencia tras su paso por oficinas de denuncias y unidades de investigación y seguridad ciudadana. Rubén forma parte de uno de los grupos de la Brigada Provincial de Policía Judicial.
Pocas veces coinciden los tres hermanos de uniforme, pero se cruzan en alguna ocasión por los pasillos y hasta han realizado juntos servicios humanitarios. En 2010, Rubén patrullaba con Iván, que entonces era un policía en prácticas, por una calle del barrio de Patraix y se toparon con un incendio en una vivienda.
Como los bomberos aún no habían llegado, los dos hermanos subieron por las escaleras hasta el segundo piso, donde un hombre necesitaba ayuda, y lo rescataron de su casa en llamas. Los agentes y el vecino resultaron intoxicados de humo, pero Iván y Rubén evitaron daños mayores con su rápida y valiente actuación.
Otro incendio tuvo como protagonista al mayor de los hermanos policías, Sergio, quien intervino en los rescates de un bebé y un hombre impedido que había quedado atrapado por el humo en su domicilio en un edificio de la calle Palleter. El patio de luces parecía una chimenea, las llamas entraban por las ventanas de las escaleras y el humo invadía varias plantas de la finca.
«Una mujer nos pidió ayuda porque su marido no se podía mover de la cama», recuerda Sergio. «En uno de los rellanos vimos a una joven con su bebé en brazos. Estaba muy nerviosa y nos dijo que lo pusiéramos a salvo», añade.
Tras llegar a la habitación del enfermo, Sergio lo cogió en brazos y trató de bajarlo por las escaleras. «Estaba todo negro y apenas podíamos respirar. El fuego también reventaba los cristales y las tuberías», afirma el policía, quien quedó atrapado por el humo y las llamas en la planta inferior.
«Cuando peor estaba la cosa llegó mi compañero y nos sacó de aquel infierno. Estiró de nosotros y tuvimos la suerte de encontrar una puerta abierta. Entramos los tres en un piso, cerramos la puerta y salimos a un balcón para respirar», señala Sergio. Poco después, los bomberos rescataron al vecino y los dos policías con un vehículo escalera.
Estos angustiosos hechos, que sucedieron el 3 de marzo de 2010, motivaron dos cruces al Mérito Policial con distintivo blanco para Sergio y su compañero: Óscar. «He recordado muchas veces aquel infierno, y si no llega a ser por Óscar no sé si hubiéramos salido con vida», agrega el policía.
Su hermano Iván asiente con la cabeza. Aquel día también estaba en la calle Palleter. Llegó unos minutos más tarde y fue testigo, con gran preocupación, de los rescates que realizaron los bomberos por la fachada del edificio.
Iván tiene otro servicio meritorio grabado en su memoria. Cuando trabajaba en la oficina de denuncias de la comisaría de Patraix, su decisión y perseverancia fueron clave para la localización de Valentín, un joven que necesitaba atención médica urgente tras sufrir una bajada de azúcar.
La víctima no respondía a las llamadas telefónicas de sus familiares porque estaba semiinconsciente en su coche en un túnel. Fueron momentos de gran nerviosismo y angustia para sus familiares hasta que Iván logró contactar con Valentín, que balbuceó algunas palabras en una corta conversación telefónica. La intuición del policía permitió en este caso encontrar el túnel donde estaba el joven y que recibiera atención médica.
«Mientras tramitaba la denuncia yo llamaba una y otra vez a Valentín, y al final conseguí hablar unos segundos con él. No lo entendía bien pero pude localizarlo por las cuatro palabras que me dijo», recuerda Iván.
Además del rescate del vecino de Patraix, Rubén recuerda con satisfacción una investigación del Grupo de Atracos que se saldó con la detención de una pareja de delincuentes, un hombre y una mujer, que asaltaron con cuchillos cuatro hoteles y dos gasolineras en la provincia de Valencia. «Fueron muchas horas de vigilancia y seguimiento hasta que conseguimos pruebas para incriminar a los atracadores», explica el policía.
El hijo de Rubén quiere seguir los pasos de su padre, sus tíos y su abuelo. Quiere vestir el uniforme de la Policía, quiere apresar a los malos, y como su progenitor hacía cuando era un niño, también simula empuñar una pistola y apunta con el dedo índice cuando juega con sus amigos a policías y ladrones. «Si mi sobrino es policía algún día espero que se curta en una oficina de denuncias, la mejor escuela para un policía. Allí aprendes de todo», asegura Sergio.
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