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Pasar de héroe a olvidado piensa Agustín que es un trámite ágil, incluso para un celador. Los recuerdos de los peores días siguen llegando a su cabeza cuando recorre los pasillos del Hospital General de Castellón. Es incapaz de olvidar los cuerpos consumidos por el virus, ni las caras de miedo de sus compañeros. Retoma la normalidad, intenta asumirla. Y lo normal no es que les aplaudan, dice Francisco, que cada noche de guardia en un centro de salud en Valencia clama porque no vuelva el descontrol de llamadas y atenciones de urgencia. «Lo normal es que nos exijan y que se nos trate mal en algunos casos».
Ninguno de ellos se ha sentido un héroe, tampoco sus compañeros del servicio de limpieza, indispensables en la pandemia, a los que todos y cada uno de los sanitarios recuerda y agradece. No son héroes porque según comenta José Luis, conductor de ambulancias, ellos van a trabajar y no a morir. Él cree que los héroes al final acaban en una tumba. «Nosotros somos trabajadores y nuestra recompensa es saber que esa persona se ha salvado o al menos que hemos hecho todo lo posible».
La vida vuelve a las andadas, pero ellos aún no han parado, ni en los tres meses de encierro ni ahora. Carolina ve las calles y las terrazas repletas desde el interior del SAMU, a más de 35 grados y ataviada con un EPI. Siente cansancio y desazón, algo que también logra ver en su equipo. «Empezamos a pagar las consecuencias del estrés y del agotamiento emocional que hacen que, aparte de un descanso, necesitemos ver que estamos todos remando en la misma dirección».
Eva le ha dado muchas vueltas a lo de su contrato, un servicio especial como auxiliar de enfermería en el Hospital de Sagunto hasta noviembre. La cosa se puede alargar y teme lo que pueda venir a partir de ahora. «Se ha terminado el estado de alarma pero seguimos teniendo una alarma sanitaria».
Dentro de unos años todos no lo recordarán como algo traumático, ni malo, porque la gente no sabe lo que es ir a trabajar con miedo, no sabe lo que significa que mueran mil personas al día o el volumen que son 28 mil muertos, reflexiona Francisco, quien cree que la proporción de población de profesionales sanitarios y quienes se vieron afectados por perder a un familiar en la UCI, es reducida y para él, sólo ellos han tomado conciencia.
No actúan como si vistieran una larga capa sobre sus hombros, en lugar de eso llevan batas y guantes, pero una mochila de cargas y responsabilidad les empieza a pesar. Carolina siempre ha sido de las que cree que el trabajo en equipo es el secreto de la sanidad española, es lo que hace que esto funcione. Sin embargo, algo falla, necesita que esa responsabilidad esté también en el resto de personas y en los políticos, para apoyar el trabajo en equipo. «Si hay un rebrote o si vuelve con fuerza en invierno los sanitarios vendremos de una carga asistencial de seis meses que ya nos está pasando factura».
Si hay algo que ella ha echado de menos durante esta crisis sanitaria son las típicas y pintorescas fotos de políticos en un hospital. Da igual de qué partido, ninguno se la ha hecho, ninguno se ha acercado a ver cómo era un día de trabajo con los protocolos y las medidas de este virus, dice.
Algunos días al subirse al SAMU o incluso cuando le toca hacer guardia en la puerta de urgencias, piensa en su propia fantasía. «Me hubiera encantado haber tenido por ejemplo al ministro de Sanidad aquí, meterlo en una UCI en unas urgencias o en una ambulancia y ponerle un EPI de arriba abajo para poder decirle: así voy a trabajar a cuarenta grados cuando asisto a un paciente; eso es lo que me gustaría que vieran él y el resto de la la sociedad a la que servimos».
Eva Navarro. Auxiliar de Enfermería en el Hospital de Sagunto
Llamaron a 20 personas antes que a ella, ninguna aceptó el trabajo. «Era un servicio especial con pacientes Covid y me dijeron que estaban apurados de personal», comenta Eva que cuando llegó al Hospital de Sagunto dieron un EPI sin ni siquiera saber cómo era el protocolo a seguir. Para Eva era complicado no poder estar todo lo que quisiera con los pacientes y dedicarles más atención. «Estamos temiendo un poco porque aunque hemos pasado el estado de alarma seguimos teniendo una alarma sanitaria, sigue habiendo pacientes Covid y todo el que entra aunque venga por cualquier otra cosa se le hace PCR aquí sigue habiendo protocolos pero en calle ya pocos respetan las medidas sanitarias».
Agustín Gutiérrez. Celador en el Hospital General de Castellón
«Llegaba a casa con sensación de regresar de la guerra, veías gente sufriendo mucho», se sincera. Como celador no era consciente de riesgo cuando siempre ha sido el primer contacto con el paciente. «Tenemos un estatuto del celador desde el año 71 y se ha de revisar la profesión, no entiendo por qué no éramos de riesgo cuando trabajamos en el hospital teniendo contacto con los pacientes». Explica que en el centro siguen «con la mosca detrás de a oreja; después de 90 días sin ver a mi hijo en el tren vi gente sin mascarilla y pensé: que triste. Se ha bajado la guardia». Lo más complicado para él sería «que volviera a pasar, porque es un golpe anímico muy fuerte que no todos resistirían».
Francisco García. Médico del Centro de Atención de Emergencias Juan Llorenç
Antes de la pandemia atendía atenciones no programadas y urgencias. Pero con la llegada del virus, todo desapareció. «Fue de la noche a la mañana, el volumen de avisos se duplicó, se triplicó y empezaron las consultas telefónicas de: creo que tengo el virus, tengo un poco de tos y sobre todo, el motivo de llamada estrella era, que si me hacéis la prueba». Poco ha cambiado desde entonces, hay menos contagios pero todo sigue igual. «Incluso hemos ido a peor, empezamos el horario de verano y ahora nos quitan personal de refuerzo, tampoco han implementado material, no sé si alguien a nivel superior está haciendo acopio pero ahora ya cuando se acaba una caja de guantes o mascarillas, se repone y ya está».
José Luis Ortega. Técnico de Emergencias y conductor Transporte No Asistido
«Faltaron EPIS, había escasez de material, compañeros con bolsas y chubasqueros, aprendíamos las cosas sobre la marcha, las empresas hacían lo que les parecía correcto», dice Ortega de la licitación sobre el transporte no asistido. Cree que ni las empresas ni la administración sabía lo que hacer. «Nos están utilizando de propaganda todos los políticos, si de verdad pensaran lo que dicen el transporte público sería público de arriba a bajo y una licitación». Reconoce que toca empezar a hacer vida de nuevo pero con prudencia. «Hay mucha gente que no se ha puesto cara a cara con el virus, han salido a aplaudir pero ahora cuando ha acabado no respetan ni el trabajo en hospitales ni el transporte sanitario».
Carolina Ligorit. Médico de SAMU y de Urgencias en el Hospital de Líria
No se dieron cuenta del peligro que corrían hasta que se declara la pandemia. «No éramos conscientes de que era tan contagioso, atendíamos en un habitáculo sin apenas ventilación». Ahora cree que se ha avanzado en el manejo de la enfermedad, pero durante las peores semanas «nos hemos visto un poco desprotegidos, quizá en cuanto a material, a logística y a estructura pero también por falta de conocimientos sobre este virus». Ahora que hay cada vez más rebrotes, cree que «uno de los principales errores que se ha cometido es el no transmitir la situación real de gravedad, creo que no se ha comunicado a la población, con imágenes lo que ocurría en los hospitales realmente».
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