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Roc es un rayito de luz en medio de una de las mayores tragedias en la historia de la Comunitat. O igual mamá se lo cuente así: «Fill, la teua va ser una de les poques històries boniques en aquell dia tan trist». Porque Roc ... es hijo de Raquel, pero también de la DANA. Vino al mundo en la madrugada del 30 de octubre y en Silla, uno de los pocos pueblos de l'Horta Sud que quedaron a salvo del fango. Raquel le relatará cómo tuvo que dar a luz asistida de urgencia en el centro de salud del municipio porque era imposible llegar al hospital y sin un mísero calmante en más de diez horas de parto. Pero que esto le permitió a ambos estar rodeados de su círculo más íntimo casi al completo y no sólo de una persona en ese emotivo momento.
«Los niños son muy listos, lo retienen y lo entienden todo. Se lo voy a contar tal y como sucedió, no maquillaré nada», subraya Raquel Vedreño, mujer de 32 años que dio a luz mientras el torrente incontrolado de fango arrasaba la provincia de Valencia en la madrugada del 30 de octubre. Roc emite sus primeros sonidos guturales ajeno a toda la destrucción contra la que aún luchan miles de personas del que ya es su entorno. Con un mes de vida, estalla en llanto cuando no remiten los dolores que le causan los gases en la tripita después de comer. Mamá, en cambio, fue durante unos días un torrente de lágrimas porque tenía rota el alma: «Supongo que también me afectaron las hormonas por todo este proceso, pero fue difícil de gestionar. Con todo lo que veía por televisión, lo que me contaban, en otra situación yo habría sido la primera en ir a ayudar».
Tiene amigos de Massanassa, Benetússer, Catarroja... personas que han perdido vehículos y su negocio. «Una de ellas se las ha apañado para venir un momento. Le había regalado la bañera y le sabía mal que no la tuviera», apunta Raquel. Otros de sus allegados sólo han podido conocer a Roc a través de videollamadas. Con el paso de los días, la joven madre ha asumido que esta es la situación que le ha tocado. También ha aprendido a poner en valor la emoción y felicidad que le transmiten personas que tanto necesitan algo positivo a lo que agarrarse tras un mes de pulso contra la desolación.
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Y sobre todo, con el paso del tiempo recuerda su historia como un cúmulo de circunstancias que la condujeron a un final feliz: «Cualquier imprevisto y la situación se hubiera complicado muchísimo, para Roc y para mí». Su relato arranca en los primeros minutos tras la medianoche. A Raquel le quedaban cuatro días para salir de cuentas, pero empezó a notar contracciones cada vez más fuertes y menos separadas en el tiempo. «Llamé a unos amigos para que vinieran a acompañarme», relata la joven: «Y otra que es matrona en Benifaió me dijo que iba a estar pendiente del móvil toda la madrugada».
Los dolores iban en aumento y Cristina, la amiga matrona, acudió a casa de Raquel. Comprobó que ya había dilatado entre tres y cuatro centímetros. Llamaron a la Policía Local para valorar la posibilidad de ir al hospital La Fe. «Otras veces la Pista de Silla se inunda, pero cuando deja de llover ya se puede circular. Nos dijeron que imposible, que aquello era un caos. E ir por caminos alternativos... menos aún», recuerda Raquel. Llamaron al 112, que movilizó un SAMU y la desplazó al centro de salud.
Allí había personal de urgencia y, claro está, no cuenta con un quirófano. Tampoco estaba a esas horas la matrona, que es natural de La Torre: «Ella se quedó bloqueada por la DANA... que a mi amiga le tocaba trabajar aquella tarde en Benifaió y ya no pudo ir por la alerta, si no tampoco le pilla en Silla». Llevaron a Raquel a una de las consultas. «Cuando vi que a Cristina le dejaban un uniforme del centro de salud pensé: 'Vale, estoy de parto'».
Serían las 4 de la madrugada, pero aún quedaban horas de sufrimiento de un proceso que se llevó a cabo con el instrumental más que limitado. «Había por ahí una maleta en la que ponía 'parto de urgencia'. Las tijeras no cortaban y las pinzas para el cordón umbilical no sé ni los años que tendrían», recuerda Raquel, ahora con una sonrisa. Pero ahí estaban sus tíos, su prima... y esto es algo que valora de una experiencia totalmente distinta a cómo había imaginado el alumbramiento de Roc: «Fue todo muy natural... Las mujeres estamos preparadas para parir, pero yo no tuve nada de anestesia, epidural, ni un calmante. ¡Y yo lo quería todo!». Cristina le iba preguntando cómo se sentía mientras controlaba las pulsaciones del bebé.
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Juan Antonio Marrahí
El proceso se prolongó hasta entrada la mañana: «La primera foto es de las 10:37». Raquel es fotógrafa y, en un mes, Roc ya tiene imágenes para crear varios books. La noche también está de sobra registrada gráficamente: «Ya me dicen mis amigos que guarde bien todas las imágenes, que seguro que Netflix hace algún documental de la DANA».
En esas primeras imágenes del 30 de octubre de 2024 podrá verse para siempre a una madre extenuada pero feliz. También a Roc, con los ojitos abiertos, observando por primera vez un entorno que lucha por renacer mientras él empieza a crecer. Madre e hijo, ahora sí, fueron trasladados al hospital La Fe en ambulancia: «Fuimos por Sueca, por la carretera de El Saler. Tardaríamos una hora y media. Examinaron al bebé, y a mí me terminaron de curar».
Cristina y el resto de sanitarios que participaron en esta historia habían realizado un gran trabajo. Madre e hijo permanecieron un par de días en el hospital. Ahora ya están en casa. Uno llorando cuando le atenazan los cólicos y la joven, terminando de aceptar que esta vez no puede arremangarse para ayudar. Todo ocurre por algo, y la conclusión es que Roc ha cumplido su primera misión vital nada más venir al mundo.
Roc no se llama así porque el centro de salud de Silla esté cerca del parque de Sant Roc, el barrio donde se crió Raquel Vedreño. «Buscaba un nombre en valenciano y que además fuera corto. Tampoco quería que fuera demasiado utilizado, así que lo tenía decidido desde hace tiempo», señala la joven. El niño tenía que llegar al mundo tras la tragedia del 29 de octubre para protagonizar una historia bonita entre tanta desolación. Para otorgar un motivo de felicidad a los amigos de su madre que luchan contra el barro en otras localidades de l'Horta Sud. Para representar el deseo de los valencianos de renacer después de la DANA. Roc, en caso de haber sido niña, se habría llamado Ona.
Maravillas López es una terapeuta que evidencia no ser valenciana en cuanto empieza a hablar: «Yo soy de Sevilla, pero vi la historia de Raquel y me inspiró. Me pareció sobrecogedor y creo que es un rayo de luz y esperanza entre tanta tragedia». La joven está formada para asistir a mujeres en las semanas prenatales y en la crianza, especialmente en aspectos relevantes en los primeros días del bebé como puede ser la lactancia materna: «Me ofrezco a asistir de forma desinteresada a embarazadas y a personas que hayan dado a luz en la zona de la DANA».
La joven explica que las mujeres que hayan pasado por este proceso en el último mes, o estén en las semanas previas al alumbramiento, están afrontando un momento complicado de su vida. «Dar a luz ya es una situación que genera una vulnerabilidad. Se produce un bajón en el estado de ánimo que puede desencadenar en una depresión post parto», comenta Maravillas López, que también apunta a problemas que pueden generarse en la lactancia, como dolor en el pecho o subidas grandes de leche.
«Son problemas que en la gran mayoría de los casos tienen una fácil solución, y que generalmente se pueden tratar online», precisa Maravillas López, a quien se puede encontrar fácilmente por Instagram, al ofrecer sus servicios: «Yo fui madre en agosto y tengo otros dos 'peques'. No tengo más mérito que otra persona que quiere ayudar». Junto a otras familias, la joven fletó hace unos días un camión con destino a Valencia con pañales y otros enseres no perecederos para bebés, así como potitos.
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