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Melisa Vera, la mujer que aparece en la fotografía escogida por la Casa Real, pasea este viernes por la misma calle. IRENE MARSILLA
La historia de la protagonista de la foto del discurso del Rey

La historia de la protagonista de la foto del discurso del Rey

«Me siento en deuda. Nos han ayudado tanto que necesito devolver eso», afirma Melisa, vecina de Paiporta

Sábado, 28 de diciembre 2024, 01:28

En su casa, Melisa Vera tiene el somier de un canapé a modo de puerta de la entrada. Está adaptado con bisagras y candado. Solución de emergencia después de que la dana arrasara su vivienda de Paiporta. Ella es una de las cientos de miles de personas damnificadas en la provincia de Valencia. Pero la pasada Nochebuena, cuando la televisión pública emitió el tradicional discurso navideño del Rey, su rostro saltó al primer plano. Y es que, dentro de la mínima decoración que envolvió el mensaje de Felipe VI, había una marco con una fotografía. Una instantánea protagonizada por un voluntario y un militar empujando al unísono una carretilla con escombros y una vecina caminando entre el lodo. Ella, nacida en este municipio de l'Horta Sud hace 40 años, se vio sorprendida. «Me dio vergüenza cuando vi la foto, pero me encanta que se refleje lo que vivimos esos días. El esfuerzo que hicimos entre todos limpiando nuestras calles. La solidaridad ante la desgracia», comenta mientras recorre la calle que el pasado martes fue escogida para representar la zona cero.

Melisa se mudó hace dos años a la calle Colón de Paiporta, la que aparece en la ya célebre fotografía. Una imagen del pasado 7 de noviembre firmada por Biel Aliño (EFE). La vivienda, una vaquería antiguamente, fue reformada justo antes de entrar a vivir. Ahora está devastada por la riada.

La calle Colón de Paiporta, el pasado 7 de noviembre. BIEL ALIÑO/EFE

«Me acuerdo bien del día de la foto. Aquí al principio no podían entrar con máquinas porque esta calle es un poco más estrecha. Ese día el Ejército arrimó un camión a la calle Sant Josep y empezamos a sacar todo lo que habíamos ido apilando sin orden. Esto los primeros días era como una ciudad sin ley. Había muchísimas ganas de despejar la calle. Ese día nos dimos una buena paliza entre el Ejército, los voluntarios y los vecinos», relata Melisa, acompañada de su hija mayor, Ariadne, a punto de cumplir 11 años. La pequeña, Emma, tiene cinco. Su vivienda cuenta con una buhardilla que planeaban reformar en estas fechas. Una obra que, lógicamente, ha quedado aparcada.

«Menos mal que tenemos la buhardilla. Cuando vino la dana, nos subimos los cuatro y ahí pasamos la noche con dos colchones que nos dio tiempo a subir y un paquete de galletas. Mi hija mayor era más consciente y tenía miedo. '¿Mamá, vamos a morir?', nos preguntaba», rememora.

Actualmente, Melisa, su marido y sus dos hijas están alojados en casa de sus padres. No se marcan un plazo para regresar a su hogar: «Ahora lo prioritario es arreglar la planta de abajo para poder volver. Está todo muy húmedo. Nos da miedo empezar ya y que luego salga toda la humedad. Es duro ver que todo lo que has construido se ha destruido».

Acaban de recibir la ayuda de 6.000 euros de la Generalitat. Sin embargo, han sufrido un contratiempo con la indemnización que les ha abonado el Consorcio: «Es algo que le está pasando a mucha gente. Nos peritaron los daños de la casa por una cantidad y, al ver el pago, hemos visto que faltan 14.000 euros. Tenemos que informarnos porque no sé cómo lo podemos reclamar». Y lamenta la «lentitud» en la tramitación de las ayudas.

Eso sí, se muestra especialmente agradecida con las facilidades que le han proporcionado en su lugar de trabajo. Melisa ejerce como técnico de laboratorio en el Centro de Investigación Príncipe Felipe: «El tema humano ha sido maravilloso, toda la ayuda que hemos recibido por todos los sitios». Y está convencida de que tal experiencia va a marcar un punto de inflexión en la convivencia dentro del municipio: «Creo que nos vamos a volver todos mucho más humanos y más solidarios con lo que tenemos al lado. A veces no te das cuenta de lo que ocurre alrededor. Yo me siento en deuda. Le digo a mi marido que, cuando acabe todo esto y arreglemos la cosa, me voy a hacer voluntaria de algo. Nos han ayudado tanto que necesito devolver eso. Ha sido muy bonito», anuncia sin poder contener las lágrimas. Ariadne, abrazada a su madre, reacciona inocentemente: «¡No, no te vayas de casa!». Melisa le responde con una sonrisa: «¿Dónde te piensas que me voy a ir?». Paiporta es su hogar.

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