Un hombre pasea por la playa con la ciudad de Valencia al fondo. Irene Marsilla

Los eternos azotados por el temporal

Propietarios de viviendas y negocios junto al mar en Sagunto, Cullera, Tavernes o Dénia lamentan los nuevos daños por la tormenta Isaack y la inacción de Costas

A. T./Ó. D/B. G./A.D./M. G.

VALENCIA

Jueves, 9 de febrero 2023, 16:07

La borrasca Isaack deja sus último coletazos en la Comunitat y la zona costera valenciana ha sido, una vez más, la más afectada por las consecuencias de un temporal. Las cifras de precipitaciones no han sido excesivas, la nieve ha causado perjuicios ya solventados, sobre todo en la provincia de Castellón, y la normalidad regresa poco a poco a las calles. Pero las zonas más cercanas al mar, una vez más, han visto cómo siguen perdiendo terreno, metro a metro, acercándose peligrosamente el mar a las viviendas y negocios de primera línea. Éstas son algunas historias de norte a sur de la Comunitat con los perjudicados, muchos de ellos reincidentes.

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«Antes había campo delante de casa, ahora ya tenemos el mar»

El día es gris y lluvioso y en Cullera se siguen notando los últimos coletazos de Isaack. Las olas rompen contra los espigones que los propietarios de l'Estany construyeron hace unos años para proteger sus viviendas del avance del mar. Un mar que ya ha engullido toda la arena que hace unos meses se depositó en esta zona para frenar la regresión. La erosión no cesa y nada tiene que ver el paisaje actual de esta área del litoral con el de hace unas décadas.

«Cuando mi madre construyó la casa había campo delante, donde se cultivaba, ahora ya sólo está el mar», recuerda Carmen Palomares, una de las propietarias de una vivienda en esta zona costera que como la mayoría están afectados por los deslindes. Ahora, una vez más, las casas de esta zona de Cullera se encuentran desprotegidas frente al mar, no en primera línea de playa porque ésta apenas existe, si no ante las olas que más temen.

Carmen, vecina de Cullera, teme los efectos del mar. alicia talavera

«Tengo miedo de que llegue el agua. Cuando está el día mal cierro la persiana para no verlo desde el comedor», comenta Carmen. Y es que en varias ocasiones el mar ha llegado a su terreno pese a tener un espigón y un camino bordeando. Un temor de propietarios como esta mujer de Cullera que va a más porque ahora además de los temporales el peligro está en el nuevo reglamento de Costas que pone en el punto de mira estas viviendas y se estudia ampliar el dominio público.

«Las administraciones no hacen nada para solucionar los problemas que crearon ellos al ampliar el espigón del río y encima ahora quieren quitarnos nuestras propiedades, esto es un atraco», lamenta esta mujer que vive durante todo el año en esta vivienda de la playa.

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Su casa es totalmente legal, se construyó el siglo pasado y al igual que la de la mayoría de sus vecinos en l'Estany están en el punto de mira al ser analizada la zona por el nuevo estudio del Ministerio para la Transición Ecológica que determinará dónde se sitúan los deslindes. En el caso de Carmen puede que sea parte de la parcela la que se vea afectada, otros pueden correr peor suerte.

«Sólo hago que conservar lo que era de mi familia y cuesta mucho de mantener por el deterioro que sufre por el mar. Parece que por tener una casa en la playa seas rico cuando es mi vivienda habitual», señala esta vecina de Cullera.

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Toda la zona sur de esta localidad costera sufre con fuerza la regresión que se agravó a causa de la construcción de un espigón en el río Júcar. Una problemática conocida por la Demarcación de Costas que desde hace años tiene pendiente ejecutar un proyecto para construir diques frente a l'Estany y el Brosquil para frenar la pérdida de arena. Una actuación que todavía está en trámites y que podría dar un respiro a la zona pero que no tiene fecha mientras los nuevos reglamentos sobre el dominio público marítimo-terrestre siguen avanzando.

«El cámping es cada vez más pequeño»

En el caso de Sagunto, casi en el límite con la provincia de Castellón, Paula Kopetz es la gerente del cámping Malvarrosa, en la playa de Corinto. Más de tres décadas después de abrir sus puertas, lamenta que Costas «cada vez nos quite más terreno» debido a la entrada del mar que gana terreno debido a retirada de material que ha dejado sin protección a la zona, y que luego se ve afectada por los continuos temporales.

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La gerente del cámping de Sagunto muestra el escalón. lp

La responsable de este negocio familiar recuerda que hace cuatro años ya sufrieron la inundación de parte de sus instalaciones, un cámping situado a muy pocos metros del mar. El hecho de que Costas vaya trazando una línea cada vez más interior «está provocando que nos hayan recortado muchos metros y encima tengamos que pagar un alquiler a Costas, además del IBI que ya abonamos».

Kopetz ha recordado que los dos periodos fuertes de más negocio son Pascua y los meses de verano y la playa es un atractivo especial para quienes desean alojarse en su cámping. Pero el estado de la playa no ayuda y convierte el baño en un deporte de riesgo con un escalón de unos dos metros que puede provocar algún tipo de incidente. El hecho que haya un escalón no es nuevo para los vecinos de la comarca del Camp de Morvedre, que han denunciado la presencia de estos pronunciados desniveles, tanto en el exterior del agua, donde son visibles, como en su interior, donde aún pueden ser más peligrosos para los bañistas.

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Así, la gerente de la instalación turística teme que la desprotección tras la retirada del material les deje a merced de los siguientes temporales que puedan ir azotando a la Comunitat. «Tenemos una gran sensación de impotencia, sólo queremos que se haga justicia», porque, según asegura, se les está causando un grave perjuicio económico, que puede ir a mayores en los próximos años si no se toma una actuación decidida.

«El mar se llevará las casas de La Goleta si no hay una solución urgente»

En la playa de La Goleta de Tavernes son más que pesimistas. Este tramo de costa es uno de los más afectados de la Comunitat por la regresión de la costa y donde más tramo de litoral desaparece según van pasando los años. De hecho, durante estos días han desaparecido varios metros de playa, tanto en el tramo urbano, como en La Goleta, además de acrecentar los daños materiales en las edificaciones.

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Los vecinos no saben qué hacer y sólo culpan a Demarcación de Costas, como ha precisado Eusebio Rubio, cuya vivienda recae a la calle Sol, junto a primera línea de playa: «Llegué aquí en 1994, había casi cien metros de playas, dunas y árboles, ahora sólo el agua del mar, cuyas olas rompen contra los chalés de primera línea». «Desde hace 20 años todo empezó a cambiar», ha agregado

Una vecino de Tavernes, en una playa sin apenas arena. óscar de la dueña

Esta situación para Rubio «es un verdadero desastre». «La playa va desapareciendo, han aportado arena muchas veces, pero se la lleva el mar semanas después. Está claro que esa no es la solución definitiva, pero algo hay que hacer de forma urgente para proteger las viviendas que están en primera línea».

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En La Goleta la situación es dramática, dado que desde hace varios años los áridos han ido desapareciendo con mucha rapidez durante los temporales. «Es cierto que un par de veces al año hacen aportaciones, durante varios meses están viniendo 70 u 80 camiones llenos de arena, la abocan, pero al poco tiempo el mar la vuelve a engullir».

El vecino ha reclamado una «solución definitiva» y urge a Costas a «ponerse las pilas». «Un organismo que depende de un ministerio no puede tener estos problemas durmiendo el sueño de los justos», ha precisado. «Si seguimos así, en cuestión de dos o tres años el mar derribará las viviendas de primera línea en La Goleta, como ya ha hecho con edificaciones de la playa urbana de Tavernes», donde se las embestidas del mar se han llevado por delante muros y accesos a los edificios. En muchos casos, ha sido necesaria la instalación de escaleras y entradas provisionales, tanto de madera como de metal o desmontables.

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Oleg Lapshyn, por su parte, que reside en el tramo urbano de la playa de Tavernes, el más antiguo, ha explicado que estos días ha visto el agua del mar llegando a los edificios: «Ha estado a punto de pasar a las calles, como ya ocurrió hace años, llenando las vías de arena». Este residente de 46 años ha explicado que ha visto este invierno cómo se han aportado áridos, pero que, de la misma forma, el «mar se los ha ido tragando en semanas o meses».

«El pasado noviembre la playa tenía mucha arena, tras meses de trabajo, pero ahora, ya sólo queda lo justo para pasear y para que las olas lleguen a las viviendas». Este vecino ha explicado que es «urgente» buscar una solución definitiva y ha reclamado que los expertos se pronuncien y que los políticos les hagan caso. «Aquí hay un problema que está poniendo en jaque a toda una playa, a la gente que vivimos todo el año, a los turistas y a muchos negocios. Hay que dar con la clave para acabar con este problema ya».

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El muro que se resiste a ser engullido por el mar

La borrasca 'Gloria' lo destrozó hace tres años e Issack casi lo engulle por completo este martes. Es el muro de una urbanización de la playa Les Marines de Dénia que fue construido hace más de 40 años por el padre de Jorge Miquel, el actual propietario de la mitad de la urbanización que conforman doce viviendas.

Restos del muro golpeado por la fuerza del mar. tino calvo

Un muro, que según explica Jorge era más bien un murete, que su padre vio conveniente levantar porque veía la progresiva regresión de la playa, «por precaución, por si llegaba alguna vez el agua», indica, sin imaginar que el mar sobrepasaría el límite de esta valla. Entonces existía solo su vivienda, urbanizada en el solar que su abuela compró en 1940. «Tengo una foto de entonces en la que se aprecia que desde la casa había entre 80 y 100 metros de distancia con el mar. De hecho cuando lo compró se consideraba como suelo urbano que lindaba con la costa».

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A sus 91 años, Jorge ha podido ver esa progresiva regresión y por eso cuando decidió construir en ese solar una pequeña urbanización en el terreno, reforzó el muro. Gloria dejó una imagen, que está siendo icono de lo que está ocurriendo en el litoral valenciano: la cancela solitaria a espesas de los embistes del oleaje y a sus pies los escombros.

«Lo que se ha acabado de destruir era lo que estaba más reforzado y con lo que no pudo el anterior borrasca, medio pilar de la puerta de hierro. Con el otro no ha podido porque está sujeto por hierro que se introducen medio metro en la tierra y tienen sujeción con otro brazo horizontal», explica Jorge, que a pesar de su edad ha impulsado junto con otros afectadas, más de 70 personas, una plataforma para llevar a los tribunales la ley de Costas para que se anule.

Considera que el problema no son ellos, que el problema ha sido la nula política que se ha hecho. «La ley de Costas no ha sido conservadurista y ha apostado más por las multas y la expropiación» e insiste que aunque se hayan hecho actuaciones incorrectas en el litoral, cuando su casa se construyó no estaba en primera línea de mar.

También está dispuesto a reconstruir el muro. De hecho, cuenta con la licencia de Costas para llevarla a cabo. El problema es la dificultad de la actuación, porque el agua alcanza la zona donde hay que actuar y también el alto coste económico que conlleva.

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El muro casi está perdido, ahora lucha por conservar una urbanización, el único legado que quería dejar a sus hijos y que ahora se ha convertido en un problema.

«Necesitamos urgentemente un espigón de protección»

En Port Saplaya, Alboraya, la playa norte está muy afectada por la regresión de la arena y «en peligro las viviendas junto al límite con Meliana», como señala Celeste Juan, vecina de la zona y presidenta de la Asociación Vecinal de esta urbanización. «La acequia que nos separa necesita urgentemente un espigón de protección», explica y recuerda que después del temporal «vino la delegada de gobierno y nada se ha hecho o previsto».

La zona de la playa norte de Port Saplaya. LP

El mar ya alcanza casi el paseo cuando años atrás la estampa era muy diferente y contaba con muchos más metros de arena que los que hay ahora. Celeste advierte de la necesidad de un espigón que controle las pérdidas, ya que en el municipio vecino, Meliana, la playa «tiene varios espigones y faltaría uno en el límite con Alboraya», como solución para lograr que se pueda disfrutar de la costa como antaño.

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