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Era un auténtico maestro del delito. Sin escrúpulos. Vigilando cada detalle. Capaz de iluminarse en el interior de una vivienda asaltada con la única luz ... del interior de una nevera. Tan confiado en sus posibilidades y en su éxito como para ser capaz de robar hasta en 26 ocasiones en las tres mismas viviendas. Autor de casi un centenar de robos en unas atemorizadas urbanizaciones del Camp de Morvedre. Hasta que la Guardia Civil decidió darle con su propia medicina. Con los agentes ocultos en una de las viviendas varias veces asaltadas. A oscuras. En silencio. Pendientes de cada detalle. Hasta que cayó el caco. Un hombre de 50 años autor de la oleada de robos. El objetivo de la llamada 'operación Gorrero', llevada a cabo por la Guardia Civil tras siete meses de investigación.
Fue en noviembre cuando los agentes se pusieron tras la pista del delincuente. La alarma empezó a cundir en varias urbanizaciones del entorno de Sagunto. Los robos en el interior de chalés (todos ellos usados como segundas residencias) no cesaban. Y la Guardia Civil se puso manos a la obra.
Las denuncias se sucedían una tras otra. Por decenas. En ellas se dejaba entrever un método extremadamente cuidadoso del ladrón. El sospechoso siempre actuaba de manera muy parecida. Desde la calle alumbraba el interior de las viviendas con una linterna por alguna ventana. O bien hacía algún tipo de ruido. Su objetivo, comprobar si había alguien en el interior de los inmuebles. Si no detectaba actividad, pasaba a la acción. Arrancaba las rejas de una ventana con una viga de madera. La forzaba y ya estaba dentro.
Pero ni siquiera entonces cesaba su precaución. No encendía ni una sola luz de la casa. Tampoco echaba mano de la linterna. Se guiaba en busca de su botín abriendo únicamente la nevera. Esa era su única iluminación mientras saqueaba. Luego la dejaba sin cerrar. El olor a alimentos estropeados era otra de las constantes tras los robos: los víveres de la nevera acababan podridos.
Así fue acumulando una estratosférica cifra de robos. Un total de 83, según la Guardia Civil. Se llevaba todo lo que pillaba: joyas, cámaras de fotos, televisiones, bebidas alcohólicas, comida, prendas de ropa... Una cifra de 25.000 euros entre lo sustraído y los daños ocasionados. Pero al final, el exceso de confianza en sus virtudes delictivas fue lo que acabó costándole la detención.
En tres de las viviendas, el sospechoso había robado en nada menos que 26 ocasiones. Así que los agentes apostaron por una emboscada: se pusieron a residir en el interior de los chalés. Y la estrategia dio resultado. Eran las 23.25 horas del pasado 17 de junio cuando los investigadores que se hallaban en una de las casas supieron que algo pasaba fuera. El individuo se acercó a la ventana. La forzó como acostumbraba y entró en el comedor. Ya no dio un paso más. Los guardias civiles cayeron sobre él y lo apresaron.
Al detenido, un hombre de 50 años y de nacionalidad española, se le atribuyen 83 delitos de robo en interior de vivienda y 2 delitos de atentado contra agente de la autoridad. El acusado se enfrentó a los guardias civiles durante su arresto.
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