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Carmen decía hace unos días en estas mismas páginas que estaba «cansada, pero contenta». Ahora está cansada, pero rota. El pasado viernes, llevaba más de 36 horas esperando para ser ingresada en el Hospital General de Valencia después de que el miércoles por ... la mañana sintiera un dolor fuerte en la cadera y cayera al suelo con una de las fracturas más comunes en personas de su edad, 86 años. Tras un rápido diagnóstico, pasó tres horas en un pasillo a la espera de habitación y finalmente fue ubicada en Observación, donde otra decena de pacientes esperaba habitación. «Algunos llevan aquí dos días», explicaban las enfermeras.
Carmen llegó a Urgencias poco antes de las 13 horas del pasado miércoles. Lo hizo tras ser trasladada en una ambulancia sin médico. Le asignaron una camilla de la que no se ha levantado en dos días. El miércoles sí tenían camillas disponibles, mientras que otros días determinados equipamientos, como las sillas de ruedas, llegaron a ser escasos. Se le hizo una radiografía que confirmó el diagnóstico a las 13.27 horas y a las 13.55 el traumatólogo le dijo que tenían que operarla. Desde las 14.27 del miércoles Carmen está a la espera de una cama.
«El hospital se ha quedado sin habitaciones libres», reconocía una enfermera. El trato de los trabajadores de Urgencias compensa ligeramente las esperas. Algunas de ellas casi lloran cuando reconocen que la situación es «muy complicada». «Estamos hasta arriba, nunca había visto esto así», dice una doctora mientras atiende en triaje a un paciente que se ha quitado una vía, poniéndolo todo perdido de sangre. Las ambulancias no dejan de traer pacientes, tanto por la entrada principal de Urgencias como por una lateral que da directamente al ala Covid, separada del resto por una puerta que, eso sí, está completamente abierta y da a la zona de boxes de especialidades.
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Las salas de espera están a rebosar. Hace calor y apenas se escucha nada más que las conversaciones apagadas de los pacientes y los pasos de los sanitarios, cociéndose tras las mascarillas y sometidos a un estrés que no les es ajeno tras más de un año de pandemia. En Observación, los pacientes que esperan cama lo hacen en la soledad de una habitación oscura, con el único acompañamiento de otros enfermos. Los familiares no pueden acceder, ni aunque los pacientes sean personas mayores. La magnanimidad de las enfermeras es la que permite accesos ilegales, donde los familiares aprovechan al máximo los cinco minutos de rigor. Sin habitación, no hay acompañantes ni teléfono, por lo que los pacientes están solos. Carmen lleva más de 36 horas esperando una habitación. Las enfermeras no descartan que vaya directamente a quirófano, porque a primera hora de ayer el anestesista acudió para hablar con ella, pero sin familiares delante. Con una paciente de 86 años, sola, cansada y dolorida, que consigue explicarle que la anestesia general no le sienta bien. «Me han dicho que me pondrán epidural», explica antes de pedir a su nieto que diga a las enfermeras que le pongan algo para el dolor. «No damos abasto», reconocen. Al cierre de la edición del pasado viernes, Carmen seguía sin habitación, sin quirófano y con una cadera rota en las entrañas de un complejo hospitalario mastodóntico en el que todo parece funcionar ligeramente al ralentí.
Al respecto, fuentes sanitarias indicaron que una docena de personas seguían pendientes de ingreso y que las salas Covid estaban repletas de pacientes. Tanto CSIF como CCOO confirmaron las dificultades y el retraso de los ingresos.
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La saturación hospitalaria no afecta sólo al General y responde también al atasco que vive Atención Primaria, donde los pacientes tienen que esperar más de una semana para obtener cita. Estas demora empuja a los enfermos a acudir a las urgencias hospitalarias, como apuntan desde el Sindicato Médicos CESM. Las vacaciones de los profesionales, la falta de refuerzos y el repunte de contagios hacen el resto. Otros hospitales como el Doctor Peset o el Clínico, según Satse, también sufren demoras en los ingresos. En relación al Clínico, UGT reclama 50 celadores más.
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