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Salva Pérez y Arkaitz Iñiguez, en el Huerto de la Resiliencia. JESÚS SIGNES
Huertos sociales para sanar tras el 29-O

Huertos sociales para sanar tras el 29-O

Sembrando Resiliencia Colectivos crean en Albal un espacio en el que los afectados por la dana acuden a cultivar alimentos o simplemente a desconectar

Lourdes Martí

Valencia

Martes, 29 de abril 2025, 01:48

Nada podía prever que un estudiante de 19 años iba a ser el protagonista de uno de esos vídeos virales de rescates angustiosos. Ya era la madrugada del 30 de octubre y unos agricultores habían sacado los tractores para salvar la vida de las personas que se aferraban con todas sus fuerzas a farolas o señales de tráfico para impedir que la fuerza de la barrancada que arrasaba la avenida San Carlos de Albal les engullese. «Salí de casa todavía con el agua por debajo de la rodilla para ir a casa de mi abuela porque, aunque vive en un segundo, está sola, no me cogía el teléfono, y estaba preocupado», recuerda Arkaitz Iñiguez. Antes de que apareciesen sus salvadores, vecinos habían intentado hacerlo. «Primero me tiraron una cuerda pero se rompió y después, una sábana que se me resbaló porque estaba muy mojada», continúa.

El joven de 19 años regresó a casa seis horas después de su frustrada salida para acudir al hogar de su abuela: «Me duché y vi que tenía más heridas de las que creía y que sí había notado cuando me las hice: en la espalda, los brazos, las piernas y también en la cabeza», detalla mientras se señala el lugar exacto. Su madre primero y, días después unos voluntarios que eran sanitarios, le curaron laceraciones de su cuerpo. Las magulladuras emocionales continúan cicatrizando.

Para ayudar en este proceso, tanto a este joven estudiante de 19 años, como al resto de afectados por la dana, un grupo de personas ha puesto en marcha el Huerto de la Resiliencia. Salva Pérez es uno de sus impulsores. «A raíz de una llamada de mi amiga Eli, que en Catarroja había impulsado huertos urbanos, surgieron algunas ideas y una persona nos dijo que tenía un vallado en Albal que no utilizaba, así que le dimos una vuelta y pensamos en crear un lugar en el que invitar a venir a las personas a las que aquel 29 de octubre les cambió la vida, porque no hace falta haber sufrido alguna pérdida de ningún tipo para venir». Habían pasado unos dos meses desde aquel fatídico día. El boca a boca y también las nuevas tecnologías sirvieron para dar a conocer la existencia de este lugar muy cercano al núcleo urbano de Albal de unos 2.700 m2. «A algunas personas que vienen sí que les gusta el tema de la agricultura, pero hay otras que simplemente vienen aquí a compartir un espacio de regeneración», detalla Pérez, presidente de la fundación Mans Al Terra.

La cercanía del campo al núcleo urbano del municipio facilita la visita de vecinos de l'Horta Sud

Francisco es uno de los más habituales en el huerto. Está jubilado y pasa allí muchas mañanas. «Si alguien quiere venir, le damos la llave y puede hacerlo cuando quiera», continúa Pérez mientras camina sobre el suelo cubierto de paja que han dispuesto durante los últimos días sobre la tierra. «Este lugar llevaba dos años sin cultivarse, así que lo primero que hicimos fue observarlo para decidir qué íbamos a hacer». Afirma que se encuentran en esa «primera fase»: «Queremos centrarnos en conocernos, entre nosotros, y también para con la tierra. Nos gustaría hacer algunos talleres de agricultura orgánica. Y trabajar desde esa perspectiva, la conexión con la tierra, que es lo que nos va a permitir la conexión con las personas».

Olivos y árboles frutales ofrecen espacios de sombra a los usuarios. JESÚS SIGNES

Francisco plantó calabazas hace poco y otro grupo de personas hizo lo propio con lavandas. Andando entre olivos, un almendro o un granado, también un albaricoquero (el espacio es de lo más heterogéneo) también se observa el fruto de las manos de personas de Afpem Horta Sud, Associació de Familiars i Persones amb un Diagnòstic de Trastorn Mental Crònic, de la comarca: «Queremos fomentar la colaboración y la participación y la implicación también de este organismo que realiza un trabajo increíble en nuestra zona. La idea que tenemos es poder contratar a una persona de este colectivo durante unas horas al día para darle un sentido a todo lo que estamos planteando. Esto no es un huerto urbano al uso, es un espacio de reconexión con la tierra y con nosotros mismos». Una compostera, una biofábrica o un baño seco son algunas de las ideas para un lugar en el que también habrán los llamados conciertos al sol. Afectados por la dana de municipios colindantes como Paiporta, Catarroja o Massanassa ya saben disfrutar bajo uno de esos olivos que, en pleno mediodía, cuando las temperaturas suben, ofrecen un refugio en el que poder estar con uno mismo. Un lugar como el Huerto de la Resiliencia, para no sólo sobrevivir tras la dana, también para quizás, hacer crecer esa semilla de una necesaria reinvención social.

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