
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Un avión de juguete, un niño sujetando una tartana, los emisarios de los Reyes Magos, … no importa por qué carretera llegues a Ibi, en seguida te das cuenta de que estás en el epicentro del 'Valle del Juguete'. Esta expresión, que algo tiene de toponímica, se utiliza para referirse a la región alicantina de la Foia de Castalla, en la que existe una alta concentración de empresas dedicadas a fabricar ilusiones desde principios del siglo XX. La demarcación, que engloba a Ibi, Onil, Castalla, Tibi y Biar, es un claro ejemplo de cómo una industria concreta tiene un impacto significativo en una región, y cómo la tradición y la especialización pueden impulsar el crecimiento económico y la identidad local.
De hecho, casi todos los vecinos han tenido relación directa con esta industria: «Cuando era pequeña», nos cuenta Pilar Avilés, coordinadora del Museo del Juguete, en el centro de Ibi «la vida giraba en torno a las sirenas de las fábricas. En otros pueblos sonaban las campanas de la iglesia y sabías qué hora era. Aquí sonaban las sirenas y sabías si eran las 8, la entrada al trabajo, o las 12.30, la hora en la que tocaba parar para comer y volver. Recuerdo preguntarle a mi madre ¿qué sirena es esa? Según fuera de una empresa u otra era hora para ponerse a hacer la comida o jugar».
La producción juguetera ibense nace con el cambio del siglo XIX al XX, de un modo bastante curioso ya que no había una industria fuerte en la población y menos todavía relacionada con los juguetes. Lo que sí existían, por el año 1900, eran siete hojalateros, cinco de ellos pertenecientes a la misma familia, los Payá, que instalaban canalizaciones de agua y fabricaban y vendían artículos de hojalata en los mercados de las poblaciones vecinas. Empezaron a producir utensilios de uso doméstico en miniatura del material con el que trabajaban, el metal: pequeños platos simulando vajillas, tacitas, regaderas, moldes para pastas, todo ello dedicado al público infantil. Ante el éxito que tuvieron fundan en 1902: Payá Hermanos S.A., la primera juguetera de Ibi.
El ascenso de la 'Sin Rival', como era conocida dicha firma, fue paulatino pero constante y en 1915 ya es la empresa juguetera más importante de España, dando empleo a cientos de operarios. Un factor muy importante fue la formación que dio a sus trabajadores. Actuando a modo de una formación profesional, los empleados que de día estaban en la fábrica, recibían lecciones por la noche. Esto generó que, con el tiempo, algunos de ellos fundaran sus propias empresas. Así nacen Ricó S.A., la segunda juguetera creada por trabajadores de Ibi y Onil; Juguetes y Estuches S.A, Claudio Reig, S.A. y un largo etcétera.
El crecimiento industrial produjo una fuerte demanda de empresas auxiliares que fueron floreciendo alrededor de dichas firmas. El rápido ascenso de todas ellas se vio frenada durante los años de la Guerra Civil en la que fueron militarizadas y sus productos se adaptaron para el uso de los soldados en el frente. En las mismas instalaciones se fabricaban juguetes y balas a un tiempo y la mayoría de trabajadores fueron llamados a filas. Pero con el fin de la guerra vino la recuperación. La tarea fue ardua pero contó con un aliado inesperado: el plástico. La incorporación de este material que conseguía un abaratamiento de la producción, enterró definitivamente los orígenes metaleros de una familia que ascendió económica y socialmente consiguiente acceder a cargos políticos que ayudaron al desarrollo del valle: la creación de infraestructuras y el florecimiento urbano.
Sergio Carrasco
Alcalde de Ibi
«El ejemplo más relevante de la importancia del juguete en Ibi es cómo evolucionó el propio municipio», relata Sergio Carrasco, alcalde de dicha localidad. Durante la primera mitad de siglo el crecimiento vegetativo es muy lineal: tres mil y cuatro mil habitantes pero de los sesenta a los setenta la población pasa de seis mil a catorce mil vecinos. Se duplica. «Eso viene dado por las fábricas y su altísima demanda de mano de obra. La migración que recibimos en Ibi es espectacular», continúa el edil.
Dicha emigración proviene en su mayor parte de Andalucía, Castilla La Mancha y Murcia. «Hay circunstancias bastante curiosos. Por ejemplo, el hecho de que en un momento dado casi todo un pueblo viene a Ibi. Es el caso Baza y también de Tomelloso. Tenemos un barrio, San Miguel, donde la mayoría de familias tiene sus raíces allí. Era llegar con la alcoyana (autobús) o con el coche, parar en la plaza de la Palla y conforme bajaban tenían a encargados de fábricas esperando para cogerlos y llevárselos a trabajar», continúa Sergio Carrasco.
Fue la época dorada del juguete valenciano pero llegó el declive. En 1980 todo cambió. La crisis energética, la globalización de los mercados y las vicisitudes económicas hicieron que la mayoría de grandes empresas entraran en quiebra y cerraran. Sin embargo, las cifras demuestran que la industria juguetera pervive en el corazón del Valle del Juguete.
La exportación de juguetes valencianos superó en 2022 los 250 millones de euros. Una importante fracción parte del Valle del Juguete. Las empresas ubicadas aquí tuvieron que sufrir una reestructuración productiva orientada hacia un aumento de la productividad y competitividad industrial.
La mayoría de empresas jugueteras, el 81% de las mismas según el último informe de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes, son de pequeño tamaño porque fueron las pequeñas empresas familiares que no tenían un peso de personal ni de inversiones altas las que se mantienen.
El polígono que rodea el caso urbano de Ibi, Onil y el resto de municipios son el músculo de la industria. Las empresas asentadas en ellos se han consolidado por una apuesta clara en la por la productividad, la mano de obra cualificada y la innovación.
Uno de los principales fabricantes es Injusa. La empresa, una de las pocas que supera el centenar de empleados, fue fundada en 1947 y Luis Berbegal, su Director General, es la tercera generación que se dedica a los juguetes. «Injusa empezó haciendo productos de madera como barcos y camiones que se tallaban a mano en los 40 y 50. A finales de los 50 nos pasamos al metal y hacíamos triciclos, bicicletas, patinetes, etc. Es a finales de los 70 cuando la tecnología permitió adaptar baterías a productos infantiles sin que fueran peligrosos y es cuando la empresa empezó a crear de manera sostenible y adaptándose al mercado», repasa Luis.
Luis Berbegal
Director General de Juguetes Injusa
La inversión en I+D+I y la apuesta por un producto de calidad son sus señas de identidad. «Otra vía importante de expansión para el juguete tradicional son las licencias. Fabricamos réplicas de vehículos y motocicletas y tenemos exclusividad mundial, como con el Porsche Cayenne, nuestro producto estrella para estas Navidades. El 90% de nuestra producción está relaciona con todo lo que son ruedas. Es lo que se nos da bien: coches, motos y quads eléctricos. La inversión en tecnología e investigación es una parte muy relevante porque nuestros coches llevan luces, sonido, radio, MP3, bluethoot,… Fue en los 80 cuando dimos ese salto de innovación tecnológica para adaptarnos al mercado», afirma Luis Berbegal.
Otra firma claramente decidida por la innovación es Muñecas Berjuán. Ubicada en Onil, población tradicionalmente especializada a la fabricación de muñecas.
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Su capacidad inventiva les ha llevado a conseguir este año el Premio a Mejor Juguete de 2023 de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes con Anireal. Se trata de una empresa fundada en 1977 y que cuenta con catorce empleados, trabajadores altamente cualificados. «Fabricamos muñecas y complementos. Todo el desarrollo desde el diseño hasta la fabricación, creación y puesta en el mercado la hacemos íntegramente aquí en planta», narra César Bernabeu, su gerente. La inversión en innovación es una partida importante en esta firma y les ha llevado a crear productos como Glotón, el primer muñeco lactante del mundo o Mosquirol. Este último «es el primer juguete repelente de mosquitos que lanzamos hace tres años. Mosquirol está basado en nanotecnología. Se trata de un microencapsulado de un líquido totalmente natural, el citriodiol, que impregna el producto el textil y cuando el niño lo toca va rompiendo los millones y millones de microcápsulas que le impregnan del repelente natural», explica César. Pero este año la estrella es, como decíamos antes, Anireal. «Las familias cada vez tienen más mascotas y los niños interactúan mucho con ellas. Queríamos dar la oportunidad a los niños de tener un muñeco con el aspecto de un cachorro en sus manos, con peso real y con una escultura bien trabajada». Un claro ejemplo de cómo se reinventa la industria tradicional.
César Bernabéu
Muñecas Berjuán
Otra señal inequívoca de que Ibi sigue siendo el centro del juguete es que la Asociación Española de Fabricantes del Juguete tiene aquí su sede. «Nuestro objetivo más importante es el asesoramiento. Somos el representante del sector frente a los poderes políticos y trabajar aquí nos da un conocimiento privilegiado de muchas cosas», aclara Cristina Miró, directora técnica de dicha entidad. «Asesoramos a las empresas en requisitos de seguridad, comunicación infantil, promoción exterior o hacer misiones comerciales a mercados emergentes. Una gran parte de las empresas manufactureras de juguetes están aquí y son de pequeño tamaño. Esto significa que necesitan más apoyo en este tipo de temas a menudo complejos y estar cerca de ellos ayuda mucho», asevera Cristina que incide en el apoyo de la institución a la industria del Valle del Juguete.
Y si la innovación y la calidad son el sello de las empresas jugueteras, su corazón, sin duda es el Museo Valenciano del Juguete. Ubicado en la antigua fábrica de la emblemática Payá, exhibe 500 ejemplos de la evolución del juguete, aunque en sus fondos hay más de seis mil. Allí se puede ver los primeros ejemplos de hojalata y la famosa tartana (carro tirado por caballos con techo abovedad), aviones, barcos, trenes, instrumentos musicales, animales… un sinfín de juguetes que nos retrotraen a la infancia.
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Esta muestra nace de un modo curioso ya que en 1984 la empresa Payá se reconvirtió en cooperativa y se la quedan los trabajadores. «Estos encontraron una gran cantidad de juguetes en los almacenes que habían ido acumulándose durante los años de existencia de la fábrica. Eran objetos de la fábrica y otros que compraban a empresas de la competencia de aquí de Ibi y también de países europeos, como Alemania, para ver cómo se fabricaban», explica Pilar Avilés, coordinadora del museo. La exhibición se ha ido completando con los donativos de los vecinos que ahora comparten sus recuerdos de la infancia con los visitantes.
Pero el museo es mucho más que un repertorio de objetos inanimados: «Es muy bonito contemplar de las familias en el museo», comenta Pilar: «cuando entran, los niños están emocionados y los padres no tanto pero cuando salen es al revés porque todos los visitantes reconocen algún objeto de su infancia. Un juguete con el que han jugado ellos mismo o que poseían sus hermanos, primos o amigos. También vienen vecinos, más mayores que trabajaron en su elaboración y les oyes exclamar cosas como 'Madre mía, ¡lo que costaba ajustar esas cuerdas!'».
Una visita sin duda obligada para todos los que visitan Ibi, una ciudad en la que la Navidad todavía es una época muy especial.
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Ibi es un destino para disfrutar con los peques. Además del museo del juguete tradicional también existe el Museo Arcade Vintage, primer gran museo del videojuego en España. Y la ciudad posee parques tematizados como los de Pocoyó, el barco pirata, Fofó, el del castillo y el dragón y una espectacular cabalgata de Reyes Magos. Y si realmente lo que se quiere es una inmersión total, lo más recomendable es alojarse en el Hotel del Juguete. ¿Qué niño no ha soñado dormir rodeado de Barriguitas, Nenuco, Pin y Pon, Barbie, dinosaurios, playmobil o superhéroes. «Nosotros no vendemos un alojamiento al uso, vendemos una experiencia. Tenemos 21 habitaciones distintas y tematizadas», nos cuenta Dolores Pérez, directora de este establecimiento tan especial: «Además, contamos con distintas actividades para los clientes porque lo que queremos fomentar es el ocio en familia. Es estar con tus hijos y disfrutar con ellos, no dejarlos en el hotel y que otros lo cuiden. Los padres de hoy en día trabajamos todos y el tiempo que pasamos con ellos tenemos que disfrutarlo».
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