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La aparición de un ictus es similar a la de un choque frontal. Es severa, repentina, aguda y puede dejar secuelas de por vida entre ... quien lo sufre. En los últimos años está siendo cada vez más frecuente que esta patología en el cerebro se manifieste en grupos de edad más jóvenes de los que hasta ahora eran habituales y ha aumentado un 25% entre los menores de 60 años. Los expertos destacan que es fundamental no dejar pasar el tiempo cuando una persona muestra síntomas y cada minuto es decisivo para reducir el impacto del daño cerebral.
En la Comunitat se producen casi 10.000 casos de ictus cada año, con una ligera mayoría en hombres (56%) y aunque el grupo de edad mayoritario sigue siendo el de mayores de 75 años, uno de cada cuatro nuevos afectados ya son menores de 60. La rehabilitación es fundamental para mejorar la recuperación de los pacientes y sobre ello se centra el acuerdo al que han llegado el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas al aprobar este miércoles la Estrategia del Ictus del Sistema Nacional de Salud con el objetivo de «conseguir una mejor prevención, atención y rehabilitación».
El plan había caducado y ahora se han sentado las bases del nuevo acuerdo, que cada comunidad deberá adaptar a sus recursos y necesidades. La Sociedad Valenciana de Neurología es uno de los agentes que intervendrá en ese proceso que empieza ahora en la Comunitat. Su vicepresidenta es Cristina Soriano. «Tienen que mejorar la dotación y los recursos, porque no hay suficientes. Ahora hay muchos más tratamientos que son muy eficaces en las primeras horas del ictus, pero ello supone mucho más trabajo para neurólogos, radiólogos y cardiólogos intervencionistas y no somos suficientes», critica.
Según la experta sólo un tercio de los pacientes se recupera totalmente, otra tercera parte fallece y el tercio restante sufre secuelas de mayor o menor gravedad. La mayoría de los ictus son isquémicos y en torno a un 30% son de carácter hemorrágico, aunque de por sí no resultan más graves, sino que depende del tamaño y la localización de cada uno y el daño cerebral que causen. Lo más importante es actuar rápido. La Conselleria de Sanidad tiene establecido un protocolo de actuación en casos de ictus y el primer paso es llamar al 112. «En el ictus es fundamental la atención lo más rápida posible, derivarlo de forma rápida, cuando una persona tenga signos de alerta, cuanto menos tiempo se pierda mejor. Se debe sospechar que una persona está teniendo un ictus si se le desvía la boca, habla mal, pierde fuerza en un brazo o una pierna, y todo esto puede ser por separado o todas juntas. No pierden la conciencia, pero tienen síntomas de repente», explica Soriano.
«El ictus es la primera causa de dependencia en adultos. La rehabilitación es muy importante porque ayuda a que la recuperación sea lo mejor posible y suele ser más rápida al principio, durante los primeros meses, y al año ya se recupera todo lo que se puede. Más allá de un año es complicado recuperar más», añade la neuróloga.
Una de las víctimas del ictus es Juan Mondéjar, que es presidente de la Asociación de Afectados del Ictus en la Comunitat. Lo sufrió con 39 años y le quedaron secuelas. «Estaba trabajando, me empecé a encontrar mareado y me fui antes de hora a casa. Me tenía que ir apoyando por las paredes, no podía mantener el equilibrio y veía doble algunas cosas. Lo achaqué a que estaba cansado del trabajo. Hice una siesta un rato para ver si se me pasaba», recuerda Juan. Pero todo fue a peor. «Me desperté en la cama, no podía hablar, ni bajarme de la cama, me había quedado paralizado del lado izquierdo. Vino la ambulancia y me llevaron al hospital. Le explicaron a mi mujer que estaba entre la vida y la muerte», dice el hombre.
Gracias a la rehabilitación, con el tiempo pudo dejar de ser dependiente, abandonar la silla de ruedas y camina con la ayuda de un bastón, aunque tiene una discapacidad del 69%. «Esto cuando sucede te deja una sensación de frustración, de impotencia, de ver que ha cambiado radicalmente tu vida. Ser dependiente es un trago muy malo, es inasumible, y además pasa de la noche a la mañana. He tenido que aprender a vivir con la discapacidad», expone Juan. «Es muy duro de asimilar», admite.
Para la vicepresidenta de la sociedad de Neurología hay factores que aumentan el riesgo de sufrir un ictus, como «tener problemas genéticos, cardiacos, fumar, tener la tensión alta, diabetes o el consumo de drogas. Todo eso favorece que haya problemas vasculares y aumenta los factores de riesgo vascular para tener un ictus», apunta. «Si se tiene la tensión alta o colesterol a los 25 o 30 años, cuando llegan a los 40 o 50 años tienen mucho más riesgo de ictus que el resto. Lo importante es realizar ejercicio físico, eso disminuye el riesgo, y también llevar una dieta baja en sal y grasas, así como vigilar la tensión arterial», explica Soriano.
Por su parte, Juan señala que esta enfermedad les convierte en «pacientes crónicos», para toda la vida. «Eso conlleva un sobrecoste económico importante, dependiendo de la situación de cada uno lo puede llevar bien o mal. Tenemos que intentar ser autosuficientes, aunque nos hayan quitado el futuro laboral y hayamos tenido que reinventarnos, es muy duro», admite.
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