La importancia de las ovejas negras

Recuerdo al pastor hablándome de la importancia de las ovejas negras, algo que a mi, ocupado en ese momento en no resbalar en ese suelo lleno de mierda, pensando en el futuro que le esperaba a ese triste calzado, apenas limpio un rato después con restregones en la paja seca y en un charco cercano...algo, decía, lo de las de lana oscura, que había llamado mi atención pero que como el hombre tardó un mundo en contestar ambos habíamos olvidado. Hasta que me explicó, horas después, que resultaban útiles para contar si faltaba alguna. El asunto funciona del siguiente modo: andas por el campo y los bichos van por ahí a su bola, a veces bastante lejos de donde estás pero si tienes, supongamos, un rebaño con trescientas ovejas y de ellas son negras una de cada diez, vamos que treinta son oscuras, puedes contarlas desde la distancia sin necesidad de usar prismáticos. De modo que si ves a esa treintena, que se distingue con más facilidad que el resto, puedes deducir que el grupo permanece intacto mientras que si falta alguna has de suponer que, por pura estadística, también se habrán extraviado algunas blancas y envías al perro, que es el que corre en estas ocasiones, a buscar a las descarriadas. Los pastores sois gente sabia, le dije. No como yo, pensé, que estrené ese día zapatillas, muy cómodas, azules, para acabar la jornada transformado en el típico urbanita atolondrado que ignora por dónde pisa. Ah, y también aprendí otra cosa importante: sólo se pone cencerro a las ovejas de confianza, a aquellas con las que el pastor entabla una relación de afecto, obediencia y recompensa. Vamos, que si las llama vienen y, de paso, arrastran al resto. Incluso a las negras que, por cierto, escaparon de la foto. También son listas.