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Son las seis y cuarto de la mañana y la Estación del Norte empieza a despertar. En la vía 2 sector A está ubicado ... el convoy, no precisamente uno de los modelos más modernos de la flota de Renfe, que saldrá a las 6.38 con destino a Madrid. A los valientes que se atrevan a llegar a la capital de España les quedan por delante más de siete horas de viaje. Nuestro desplazamiento es más modesto ya que nos bajaremos en Cuenca. Son casi cuatro horas y media de viaje, dos de ellas en autobús. Todo por 16,90 euros, bastante más económico que un billete en el AVE que se puede contratar por más de 46 euros.
El convoy parte a la hora exacta pero se lo toma con calma. A partir de ese momento comienza un lento recorrido por todas y cada una de las paradas que hay entre Valencia y Utiel: Fuente de San Luis, San Isidro, Xirivella, Aldaya... Y así hasta Utiel. Dos horas de traqueteo nos esperan por delante.
Dos operarios se montan en San Isidro y se bajan en Loriguilla. Y así discurre el trayecto hasta Utiel, con continuas subidas y bajadas de pasajeros. Muchos de los que se embarcan son estudiantes que empiezan las clases a primera hora de la mañana.
Especialmente numerosa es la comitiva que deja el tren en Buñol. Pero hasta la comarca de la Plana el intercambio de viajeros es continuo.
Tras casi dos horas de trayecto. el convoy llega a Utiel a las 8.30 de la mañana. Uno de los revisores recorre el tren en busca de los que vamos a hacer transbordo para continuar el viaje por carretera. No tiene demasiado trabajo ya que sólo cuatro viajeros buscamos el autobús (en realidad un microbús de 34 plazas aunque todos los pasajeros cabríamos en un taxi). Llega un poco tarde -aunque nos comentan que no suele ser habitual y siempre está esperando cuando llega el tren- y salimos a las 8.42 con el termómetro en los 6 grados.
El autobús recorre todos los pueblos en los que hay una estación de tren. La carretera -la CM-2109- es muy sinuosa y está repleta de curvas capaces de causar un buen mareo.
Y es que el trayecto entre Utiel y Cuenca (y a la inversa) es en autobús desde enero cuando el temporal Filomena azotó España. Las vías resultaron muy dañadas y la reparación todavía no tiene fecha de ejecución.
Pedro, uno de los viajeros que transborda en Utiel, no lleva ropa de mucho abrigo. Las bajas temperaturas le han pillado por sorpresa. Va a Madrid y ha cogido este tren y no el AVE «porque es más barato». Es un joven portugués que está haciendo turismo por España. «Me encanta este país y no descarto pedir la nacionalidad», explica en un perfecto castellano. Estos días ha estado por Valencia «porque no la conocía y quería hacerlo».
Pedro viaja mucho y trabaja en software con el ordenador portátil que lleva en la mochila. «Me conecto en cualquier parte y hago lo que me encargan», afirma.
Victoria es otra de las pasajeras que se sube al autobús. Ha cogido el tren en Aldaya y viaja hasta Víllora, un pueblo cercano a Cuenca. Es un trayecto que hace cada semana y conoce el camino a la perfección. «Con el transbordo se tarda el mismo tiempo que cuando íbamos en tren. Pero es muy pesado», recalca.
Recuerda también que esta ruta tiene una larga lista de antecedentes de protestas de los usuarios. «No hay derecho el estado en el que se conservan las vías. Ha habido hasta manifestaciones», aclara. Ella lo coge porque no tiene más remedio. Es el único modo que tiene para llegar hasta su pueblo. No dispone de otra alternativa para trasladarse y cada semana se pasa casi siete horas en el tren (tres horas y media en cada sentido) para cubrir apenas 131 kilómetros. Cuando baja ella sube otro usuario que se dirige hasta Cuenca.
En el autobús también viaja con nosotros un tercer pasajero que compró el billete cuando estaba en Turquía para llegar hasta Madrid. «Lo reservé entonces. No sabía que tenía tantas paradas», explica. Pero se lo toma con filosofía.
Finalmente el autobús llega hasta el párking de la estación de tren de Cuenca. Son las 10.49 y allí nos bajamos. También desembarcan los dos viajeros que se dirigen a Madrid para hacerde nuevo el transbordo a un tren y continuar con el trayecto.
Han sido casi cuatro horas y media viajando para hacer un trayecto de 200 kilómetros. Pero no es el único viaje imposible en la Comunitat. La localidad de Gátova es la última de la provincia en la comarca del Camp de Túria. Para llegar hasta Valencia, a menos de 60 kilómetros, las dificultades se multiplican. De lunes a viernes, los fines de semana es la nada más absoluta, sólo hay un autobús que pueda llevar hasta Llíria, a 25 kilómetros de distancia que sale a las 7.10 de la mañana, informa Manuel García.
La Marina Alta sufre desde hace décadas una carencia de transporte público. Las opciones para cualquier vecino de Dénia que quiera ir a Valencia sin el coche son pocas. Para cubrir los poco más de 100 kilómetros, el viajero invierte alrededor de hora y media si es un trayecto directo. Pero si hay paradas, la travesía supera las dos horas y diez minutos, informa Rosa González.
Gátova Sólo un autobús: Para llegar a Valencia solo hay un autobús diario que se desplaza hasta Llíria y de ahí se puede enlazar con otros medios. Sale a las siete y diez de la mañana.
Dénia Más de dos horas: El trayecto hasta Valencia tiene que realizarse en autobús que si para en todas y cada una de las paradas de la línea convierte el viaje en eterno.
Catadau Sin medios públicos: Para recorrer los 34 kilómetros que separan el municipio de Valencia se invierten más de una hora con el único autobús que pasa por la localidad.
El Palomar Parada de tren: Este pequeño municipio de la Vall d'Albaida es una parada de la línea ferroviaria entre Xàtiva-Alcoy con todas las deficiencias que presenta esta línea.
34 kilómetros separan la capital de Catadau, poco más de media hora en coche que se multiplica por dos y por tres si se quiere llegar en transporte público. La opción es el autobús de línea entre Valencia y Millares que para en este municipio de la Ribera. Es una hora y doce minutos y sólo cuenta con cuatro trayectos los días laborales, informa Alicia Talavera.
El Palomar es un pequeño municipio de la Vall d'Albaida. Su alcalde, Jordi Vila, resume el problema: «En el mundo rural, si no tienes coche estás perdido». Es una parada de tren de la línea Xàtiva-Alcoy y hay un autobús por la mañana hasta Albaida y Xàtiva, informa Belén González.
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