Los hosteleros valencianos han acogido con cierta indiferencia la nueva norma del Gobierno que prevé multas de hasta 60.000 euros por tirar comida. El Consejo de Ministros aprobó ayer el proyecto de ley que obligará a los restaurantes a informar a los clientes de ... que se pueden llevar las sobras.
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Y ante la nueva norma, varios encargados de locales coinciden en esta idea: «Es innecesario que nos multen. Ya procuramos no tirar comida y evitar al máximo los desperdicios». Dicho de otro modo, que lo que el Gobierno exige en forma de nueva ley, muchos ya lo hacen desde hace años, incluidos los ahora obligados acuerdos con entidades benéficas para evitar al máximo que los alimentos acaben inútilmente en la basura.
La nueva normativa impondrá, entre otras cuestiones, que si no es posible que las sobras sean para consumo al menos, las empresas busquen fórmulas para su transformación en zumos, mermelada, alimentación animal, subproductos industriales o reciclado para compost o combustibles.
También se instaura la obligación de facilitar de manera gratuita a los clientes la posibilidad de llevarse las sobras, de informar anualmente de la cantidad de desperdicios o de suscribir convenios con organizaciones benéficas para la recogida de alimentos sobrantes.
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José Jordán, desde el Palacio de la Bellota, destaca: «Lo que el Gobierno pide nosotros ya lo hacemos. No sólo ofrecemos alimentos sobrantes, también vino, y colaboramos ya con una entidad benéfica. Nos parece una buena medida y estaría muy bien que, además, ya que ahora es una exigencia, el Gobierno destinara unas ayudas para los envases».
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Olga Vidales es la encargada de un local de comida italiana en la calle Ribera. «A ningún empresario de la hostelería nos conviene desperdiciar. Por eso medimos muchísimo todo lo que gastamos. Aquí hay productos que conservamos en nevera para servir en tapas y muchos clientes se llevan ya gratuitamente las sobras».
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En definitiva, «no hace falta que nos impongan una amenaza de multa porque ya nos cuidamos mucho de no tirar comida y aprovechar al máximo los productos, y más con el actual encarecimiento de los alimentos». Con lo que sobra en cada jornada, «el personal también se lleva 'tuppers' para casa con sobrantes y entregamos a gente necesitadas para su cena al final del día».
Beatriz López es encargada en el local de los 100 Montaditos de Convento Santa Clara. No difiere ni un ápice de la postura de los otros consultados ante la nueva norma del Gobierno. «Si sobra algo, se lo lleva el personal y aquí no tiramos casi nada». Y apunta: «Ya que ahora se nos obliga a ofrecer la comida estaría muy bien que hubiera ayudas al sector para los envases, que también conllevan un coste».
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Cristina Pedrazas, de 43 años y cliente de un bar, opina que la prioridad de las sobras «deben ser las personas más necesitadas, por encima de los clientes de un bar». «Mi madre siempre me ha dicho eso de que tirar comida es pecado y lo tengo muy asumido, pero creo que en este punto las generaciones más jóvenes tenemos que aprender más de nuestros mayores pues, quizás desperdiciamos más por las prisas de la vida moderna, que no permiten pasar más tiempo en la cocina y transformar esos alimentos».
Sonia Sánchez, de 44 años, acostumbra a pedir que le pongan para llevar sobras de tapas «y a veces me cobran 10 céntimos por el recipiente». Ahora, con la nueva norma, ese ofrecimiento deberá ser gratuito. Por eso también ve oportuno un apoyo económico a los restauradores para fomentar estos materiales. En general, «todos tenemos que aprender a aprovechar mejor la comida, especialmente en casa».
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Otra de las consumidoras consultadas es Juani Martínez, cliente en un restaurante de Paterna. «Yo no tengo ningún reparo en pedir recipiente para las sobras de comida y en los locales jamás me ponen problemas. Es más, lo agradecen». Para la mujer, «es muy importante que si ahora se va a potenciar este aprovechamiento de comida la gente esté muy concienciada para transportar la comida en condiciones, especialmente en verano, pues no siempre uno va inmediatamente a la nevera de su casa después de comer o cenar para dejar esas sobras».
Benjamín López es encargado de un clásico de las tapas y los bocadillos en el centro de Valencia: Los Toneles. «Nosotros fabricamos lo justo para lo que tenemos estudiado que se puede consumir cada día», razona. Pero señala: «Preferimos que falte a que sobre, quedarme corto de platos antes que tirar». Y «los clientes también están ya muy acostumbrados a no pedir cantidades excesivas y a solicitar envases en los casos en los que sobra». López cifra en unos cinco euros diarios el gasto de los recipientes y también ve con buenos ojos que la nueva norma vaya acompañada de ayudas para financiarlos.
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