BELÉN HERNÁNDEZ
Jueves, 8 de diciembre 2022, 00:44
Juan Antonio abre la puerta de la tienda de campaña en la que vive desde que se quedó sin techo hace siete meses. Observa que no haya peligro. Cuando se cerciora, abre por completo la cremallera. Ahí está Patricia. Acaba de cumplir 18 años. Ambos ... viven acampados en una de las naves del Parque Central de Valencia. En el proyecto inicial se contemplaba que las naves se utilizaran para realizar actividades. La primera tenía la intención de convertirse en un complejo deportivo y la tercera, una subsede del teatro Escalante. En teoría, el Parque Central iba a ser todo un activo muy importante para Valencia. Pero las obras todavía están en barbecho. Mientras tanto, son el refugio de personas sin hogar. «Aquí nos sentimos más seguros. Con el sonido de las piedras podemos saber si alguien se acerca», cuenta Patricia. Tienen malas experiencias. A Juan Antonio, de 22 años, le rajaron un ojo tratando de robarle las pocas pertenencias que tenían.
Publicidad
«Hasta se llevaron mi documentación». Llevan dos maletas grandes. De una de ellas cuelga una cámara de fotos. «Lo que más me importaba era no dejar en casa de mi madre a mi gata 'Kali'», cuenta Patricia. Sólo poseen aquello con lo que puedan cargar. «No sabemos cuándo nos van a decir que cojamos todo y nos vayamos», lamentan. Tienen enganchada la tienda de campaña a uno de los pilares de la nave para que no se la echen abajo.
Noticia Relacionada
Ambos son hijos de los estragos de la drogadicción. La madre de Patricia es adicta, en un momento de ira la echó de casa. Juan Antonio la entiende bien. «Siempre venían tíos a colocarse a mi piso. Uno de ellos me animó a denunciar a mi madre. Me maltrataba». En ese momento todavía tenía 17 años y consiguió establecerse con una familia de acogida. Pero aquellas personas le dieron cobijo lo hicieron sólo sobre el papel. «Una vez que cobraron la ayuda me dijeron que me fuera», cuenta todavía incrédulo. Ella trabaja de camarera en un bar, pero con su salario de 20 euros diarios no les da para poder permitirse pagar una habitación.
Pero Juan Antonio no se ve listo para trabajar. «Estoy en batalla judicial con mi madre y no quiero que la Policía se presente en cualquier momento», confiesa. Además, el joven padece un trastorno límite de la personalidad. «No me dan los medicamentos que necesito por la Seguridad Social y no me los puedo permitir. Valen doscientos euros». Aunque se intente controlar, «cuando me siento acorralado por alguien, estallo. Y ya no soy consciente de mis actos».
Publicidad
Viven junto a otra pareja joven que acampa con ellos. Pero la vida en la calle está llena de peligros. De inseguridad. En el Parque Central, al tratarse de una propiedad municipal, está prohibido acampar. Desde Servicios Sociales comunican que han ido en diversas ocasiones a hablar con ellos. «Se les ha ofrecido ir a un albergue pero lo han declinado en todas las ocasiones», comunican, aunque las dos parejas que viven en el Parque Central lo niegan.
Beatriz y Alfredo, de 31 y 20 años, saben lo que es pedir ayuda. También lo que es acudir a un centro de ayuda para personas sin hogar. Pero no les gustó la experiencia. A pesar del temor que les acecha por dormir a la intemperie, no quieren convivir con otras personas que puedan tener conductas problemáticas. La mujer de 31 años desvela: «Yo llevo en esta situación prácticamente toda mi vida». A las dos parejas les unen más cosas que el espacio de la nave del Parque Central que comparten: todos ellos han sido víctimas de malos tratos en su infancia. «Tengo una discapacidad del 40% y no me la quieren reconocer. Todavía estoy pendiente de cobrar las devoluciones de rentas atrasadas», cuenta Beatriz.
Publicidad
Pero, sin duda, lo que más le duele es el trato que le dan algunas personas que le insultan únicamente por ver su condición. «Muchos se burlan, se ríen o les dicen a los niños si quieren acabar como nosotros», dice con impotencia. Ella conoció a Alfredo, su pareja, ya viviendo en la calle. Él vino de Paraguay con su padre, pero la convivencia era infernal. «Trabajaba en sus tres negocios y me decía que mi sueldo era el plato de comida que me ponía en la mesa», comenta.
Durante la tarde de este miércoles 7 de diciembre, la Policía Local de Valencia ha acudido a desalojar a las dos parejas que se alojaban en una de las naves del Parque Central. «Se les ha ofrecido mantas y los recursos asistenciales con los que cuenta el Ayuntamiento», comentan desde Protección Ciudadana. Avisan de que ya han tratado de desalojarles hasta en seis ocasiones. Pero ninguno de los cuatro jóvenes se da por vencidos. «Nos han desplazado hasta un descampado que está lleno de suciedad y nos da mucho miedo lo que pueda ocurrirnos aquí», lamenta Beatriz. Esperan el momento para volver al lugar.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.