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José María Toro, Presidente de la Asociación Empresarial de Residencias: «Hay centros de día de mayores que han quedado arrasados»

José María Toro, Presidente de la Asociación Empresarial de Residencias: «Hay centros de día de mayores que han quedado arrasados»

El responsable señala que algunas viviendas han resultado con tantos daños que es imposible realizar como toca la atención domiciliaria

Miércoles, 6 de noviembre 2024, 01:34

El paso de la DANA ha dejado estragos sin precedentes en la provincia de Valencia. Mientras la sociedad trata de recomponerse, residencias y centros de día se enfrentan a una realidad preocupante. José María Toro, presidente de la Asociación Empresarial de Residencias y Servicios a Personas Dependientes de la Comunitat Valenciana (Aerte), comparte el estado de estos servicios esenciales y el impacto emocional en los mayores. Aunque el desbordamiento causó serios problemas, Toro destaca que las residencias han logrado mantener un alto nivel de operatividad y atención. «La verdad es que la situación, aunque al principio fue difícil, con cortes de luz y agua, se ha ido solventando», señala. Resalta que, dentro del caos, las instituciones lograron adaptarse y superar la emergencia inicial: «La luz ha ido volviendo, el agua también».

Pese a los daños, el personal de las residencias actuó con rapidez y eficacia. Según Toro, cerca de 20 centros fueron afectados, especialmente en sus plantas bajas. Las cocinas, despachos y almacenes quedaron inutilizados temporalmente, pero el personal reaccionó rápido.

«Por ejemplo, en algunos centros se han contratado caterings para llevar la comida», cuenta. Los equipos de trabajo realizan esfuerzos para limpiar el barro y reparar los daños. No obstante, Toro advierte de que los suministros de gas presentan un reto mayor y en algunos centros no tienen este servicio por seguridad: «Si el gas presentara alguna fuga sería un tema más complicado», dice con preocupación.

Un caso trágico se dio en la residencia de Paiporta, donde seis personas perdieron la vida. La velocidad con la que el agua irrumpió en el edificio superó la capacidad de reacción del equipo, que trató de subir a los residentes a las plantas superiores, pero no todos pudieron ser evacuados.

«Hicieron todo el trabajo posible de llevar a la gente arriba cuando la situación se puso complicada, y cuando se hizo el recuento faltaban seis personas que no habían podido salvar», relata Toro lamentando el suceso.

El presidente de Aerte señala que, en general, las residencias están recuperando la actividad y «operando con mucha normalidad dada la situación. Es importante que no se vea afectado el servicio que se presta a las personas».

Los centros de día han sufrido el golpe más duro. A diferencia de las residencias, estos espacios suelen estar en una sola planta, lo que los hizo vulnerables a la inundación. Toro explica que cinco centros se han visto afectados -en Picanya, Alfafar, Algemesí, Guadassuar y Catarroja- y, en concreto, el de Picanya y el de Alfafar se encuentran prácticamente «arrasados». «El de Picanya, por ejemplo, el agua arrastró todo el interior y lo ha dejado lleno de fango», detalla Toro.

Necesidad de obras

La magnitud de los daños impide que estos centros puedan retomar su actividad en el corto plazo. Toro estima que la recuperación podría tardar meses. «En dos o tres meses no sé si serán capaces de acometer todas las actuaciones necesarias para reemprender la actividad», advierte, y añade que esto afectará a los mayores que acudían regularmente a estos centros.

Frente a esta problemática, sugiere retomar una solución implementada durante la pandemia de Covid-19, cuando los centros de día cerraron temporalmente y se optó por la atención domiciliaria. «La única solución provisional para esas personas que no van a poder acudir a los centros es hacer un seguimiento y un trabajo a domicilio», afirma. Aunque este plan aún no ha sido aprobado, considera que sería una alternativa viable para cubrir las necesidades de los usuarios mientras los centros se recuperan.

En cuanto a la atención domiciliaria, subraya los retos que plantea el acceso a viviendas gravemente dañadas o situadas en áreas difíciles de transitar. «Ha habido algunas casas que ahora están impracticables para poder acceder y prestar el servicio o no se puede acceder físicamente a la zona», explica. Sin embargo, el compromiso de los profesionales ha permitido que, en la mayoría de los casos, los servicios se sigan prestando.

La continuidad de la atención domiciliaria es vital, ya que muchas de las personas mayores que la reciben viven solas y dependen de estos cuidados. Para Toro, asegurar que «esa persona reciba una atención en condiciones» es una prioridad, y celebra que, pese a las dificultades, se haya logrado mantener el servicio.

La situación de quienes no tienen acceso a ningún tipo de servicio asistencial preocupa especialmente al presidente de Aerte. Según Toro, las personas mayores que no cuentan con apoyo profesional ni familiar son quienes están atravesando las circunstancias más complicadas. «Nos llegan noticias de gente que no tiene ningún apoyo y que gracias a los vecinos logra salir adelante», menciona con inquietud el presidente de la asociación.

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