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a. cervellera / m. guadalajara / e. rodríguez / j. sanchis
Domingo, 16 de mayo 2021, 01:46
Iniciarse en la vida nunca es sencillo. Pero la pandemia parece que lo ha puesto bastante más complicado. Al menos es lo que transmiten la mayor parte de los indicadores. Los jóvenes no lo tienen fácil. Encontrar un puesto de trabajo con un sueldo digno, acceder a la vivienda, emanciparse… son retos cada vez más complicados.
El director de Estadística del Banco de España, Óscar Arce, ofrecía recientemente una serie de datos que invitan a la reflexión. La renta de los menores de 35 años es cada vez menor mientras que se incrementa la de los más mayores. A ello se une el elevado porcentaje de jóvenes que se dedican a las 'industrias sociales' (comercio, hostelería, restauración), que han sido las más afectadas por la pandemia. Además, el 26% de los menores de 29 años están en un ERTE.
La vinculación de los jóvenes con el mercado de trabajo es «frágil», según los expertos, y es bien visible cuando se estudian las características de los empleos que ejercen. Por un lado, está el elevado índice de temporalidad. Tres de cada cuatro menores de 35 años trabajaban a tiempo parcial en 2020. A ello se une la elevada rotación laboral, con continuos cambios de trabajo, y los altos niveles de paro (2020 terminó con un índice de paro entre los menores de 25 años del 37,7%).
Las consecuencias de esta situación tan precaria las recoge el Observarori d'Emancipació del Consell Valencià de la Joventut del primer semestre de 2020 que señala que uno de cada tres menores de 30 años estaban en riesgo de exclusión social. No en vano, según señala el informe 'La cicatriz de la precariedad' de la Fundación Iseak casi la mitad de los jóvenes gana menos de nueve euros la hora de forma que el sueldo medio es de 11.596 euros exactamente la mitad del sueldo medio de los valencianos, según el IVIE.
Como señala Antonio Villar, investigador del IVIE y catedrático de la Universidad Pablo Olavide, la inestabilidad en el empleo y la temporalidad provocan una alta rotación que a su vez dificulta el aprendizaje y «tiene consecuencias a largo plazo, como hemos analizado en un estudio sobre la 'cicatriz' de los malos empleos». Es decir, que cada vez es más difícil salir de esa situación de precariedad.
Villar destaca que los jóvenes son «una parte del mercado laboral dominada por la contratación temporal. Eso hace que las crisis económicas, como la financiera o la actual sanitaria, les afecte especialmente. Contratar y despedir trabajadores temporales se ha convertido en la principal variable de ajuste en el mercado laboral español. Y eso afecta sobre todo a los jóvenes». Todo ello marca «sus expectativas. Las decisiones relativas a formar una familia, adquirir una vivienda o tener hijos dependen en gran medida de la continuidad en el empleo», según Villar.
Otro de los grandes problemas es la sobrecualificación. Óscar Arce explica que los jóvenes tienen grandes dificultades para encontrar un puesto adecuado a su formación. Villar apunta en esta línea que España es el país europeo con la tasa más elevada.
Los que más fácil lo tienen, según el investigador, son los que han accedido a la formación profesional de nivel superior. No es tampoco muy complicado para los que se han formado en los ámbitos sanitarios (medicina, enfermería, fisioterapia, …) y en las llamadas materias STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics). «Pero en otros campos los que tienen estudios superiores tienden a encontrar trabajo, pero no siempre acorde a su formación», indicó el investigador del IVIE.
Cristina Iurillo evidencia esta situación. Cuenta que una de las principales dificultades que encuentran es que se le pide una amplia experiencia pero nadie está dispuesto a darle una oportunidad. Graduada en Psicología, trabaja cuidando niños, y señala cómo su caso ha sido incluso aún más difícil que el resto. Comenzó las prácticas universitarias poco antes de la pandemia y con el confinamiento tuvo que suspenderlas y nunca volvió a reincorporarse. «Las prácticas de la carrera se han reducido a una semana y aunque luego intenté recuperarlas no me ofrecieron ninguna posibilidad», destaca y apunta que ni tan siquiera buscó que estuvieran remuneradas. «Ni ofreciendo mi trabajo gratis para formarme he podido encontrar algo», sentencia.
Una de las alternativas es emprender su propio camino, el autoempleo. Es lo que ha hecho Iván Lanchazo que tiene su empresa. «El autoempleo es una opción muy viable, pero no se la recomiendo a todo el mundo», explica Lanchazo porque «lo normal es currar mucho, aunque vale la pena». Los meses de la pandemia han sido muy duros, de mucha pelea. «Me ha tenido que reinventar. Hay que estar continuamente adaptándose a las circunstancias», relata.Jessica ha conseguido encontrar un empleo pero ha decidido estudiar para mejorar su cualificación. «Estoy en una tienda como encargada y de auxiliar en el departamento de marketing. Pero sigo estudiando para acabar mi formación», sostiene.Mientras, Alex Esteve muestra una cara distinta. Está en el paro y busca un empleo. Terminó el ciclo formativo de Grado Superior de Técnico Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas. Aún así, afronta su futuro laboral con optimismo, y cree que todavía puede haber oportunidades.
Todos estos problemas tienen consecuencias en los estilos de vida. Uno de ellos es el acceso a la vivienda propia. Según el Banco de España, «en torno al 87% de los nacidos en 1988 vivía con sus padres a los 26 años, un porcentaje 5 puntos mayor que el de los nacidos en 1976» y «la proporción de jóvenes que poseen su vivienda de residencia a los 30 años ha ido disminuyendo para los nacidos desde 1980». Y es que, según datos del Observatori del Consell de la Joventut, un joven tiene que destinar el 73% de su sueldo a pagar el alquiler. Otra de las consecuencias es que sólo el 17,3% de los jóvenes se había emancipado en el primer semestre del año pasado mientras que en 2009 la cifra era del 30%.
Patricia Martín lo ejemplifica a la perfección. Es profesora de música, tiene 27 años y enseña piano en una academia desde 2018. Aunque asegura que la remuneración es digna, el problema, en su caso, es que el contrato es de sólo 14 horas semanales. «Con esto no llego a un mínimo para poder independizarme y tener un control de mis gastos porque es inasumible incluso compartiendo piso con alguien», explica esta joven que no le queda otra opción que seguir viviendo en casa de sus padres
Marta Sanmartín, por su parte, optó por irse de España ante la incertidumbre y la parálisis para encontrar algo que tuviera algo que ver con su formación, la Pedagogía, o en cualquier sector que le abriera puertas profesionales. «Estuve dos años buscándome la vida en Irlanda pero debido al Covid-19 perdí mi trabajo, así que encontré la opción de trabajar como voluntaria en una asociación a cambio de un hogar», cuenta.
Para Ignasi García Miralles «el éxito en la vida no es ganar dinero». Se prepara para ser sacerdote y tiene otra forma de enfrentarse a la vida. «Creo que muchas veces los jóvenes actuamos sin un criterio claro, dejándose llevar por la mayoría. A mí la Fe me ha dado una norma muy nítida. Y eso ayuda», explicó. Ignasi, que ahora no tiene ningún ingreso, señaló que la vida está llena de dificultades y hay que enfrentarse a ella con sentido positivo.
7 JÓVENES AFRONTAN LA PANDEMIA
Profesora de piano
Patricia lleva dos años ejerciendo como profesora de piano en una academia, pero su contrato de sólo 14 horas semanales le impide emanciparse e irse de alquiler aunque sea compartido.
Encargada de tienda y estudiante
Trabaja y estudia al mismo tiempo. Cree que su generación, pese a estar más formada, no tiene las mismas oportunidades que tuvieron sus padres.
Desempleado
Estudió para Técnico Superior de Actividades Físicas y Deportivas pero sigue desempleado. Ha tenido muchos trabajos temporales pero nunca ha ejercido en su sector.
Voluntaria en Irlanda
La parálisis económica derivada del Covid-19 ha empujado a Marta a volver a Irlanda, donde estuvo trabajando anteriormente. En esta ocasión se ha ido como voluntaria de una asociación.
Seminarista
Nació en Alcoi hace 29 años. Estudió Filología en la Universidad de Alicante y ha sido profesor y ahora ha elegido una forma de vida distinta, caracterizada por la entrega a los demás.
Graduada en Psicología
Cristina es una graduada en psicología que no ha podido aún trabajar de su profesión. Actualmente trabaja cuidando niños y se plantea opositar al considerarlo la única opción viable.
Empresario
Iván optó por un camino diferente, Montó una empresa, Nómada Producción Gráfica. En la pandemia se ha tenido que reinventar y con gran trabajo adaptarse a las circunstancias.
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