

Secciones
Servicios
Destacamos
Jueves, 30 de noviembre 2017, 01:17
-¿Cuáles son las razones por las que se ha llegado a la situación actual, en la que una parte de España, dentro de la que está integrada la Comunitat Valenciana, ha terminado recibiendo la denominación de Laponia del Sur?
-Es la consecuencia lógica de la falta de conciencia y de medidas, porque estamos ante un problema que se ha ido dejando crecer y cuando han llegado iniciativas europeas para revertir la despoblación han sido insuficientes, porque la tendencia ya estaba prácticamente finalizada. Cuando dejas al mercado funcionar y no pones medidas correctoras...
-¿Cree que hay futuro?
-Surgen oportunidades para instalarse en el mundo rural, por supuesto, y a veces mucho más atractivas que las que ofrece la ciudad. Porque si antes había una concepción idílica de lo urbano, relacionada con el progreso, ahora esa tendencia se ha revertido. Muchos jóvenes han adoptado un cierto idilio rural, donde se entiende que las condiciones de vida mejoran la situación que atraviesan en las ciudades, sobre todo en momentos de crisis. Ya no es el mundo de la azada y del trabajo duro, sino el del paisaje, lo natural, esa vida más apegada a la tierra. Y a pesar de que se convierte en un objetivo para una parte de la población, de que hay personas que volverían, sólo una pequeña parte da el salto y se establece en el mundo rural. Sobre todo porque la mayoría de nosotros todavía tenemos vínculos allí, y una parte no desdeñable de ese porcentaje disponen incluso de propiedades.
-¿Por qué no hay más gente que se instala entonces?
-Esa tendencia no acaba de tomar forma por varios motivos, pero sobre todo por el propio grado de deterioro que se ha producido en la pérdida de servicios, que hace muy difícil plantearse un proyecto vital ahí, aunque tengas el deseo de hacerlo. Y los esfuerzos no sólo a nivel regional sino también europeo deben ir en esa dirección. Lo que pasa es que nuestro mundo rural es complejo, porque las distancias son muy importantes en la mayoría de los casos, y eso significa que en el día a día cumplir las necesidades básicas resulta muy difícil.
-¿Debe haber una discriminación positiva entonces?
-Yo pienso que sí. Ya desde Europa estamos trabajando en una propuesta que tiene como objetivo definir los espacios rurales para 2050 sin tomar nada como establecido. Porque, además, el mundo rural aquí es muy distinto del que tienen en el centro de Europa, que pasa además por concienciar a la sociedad de la situación. Porque las consecuencias de la despoblación pueden afectar al resto del territorio, incluidas las zonas urbanas, en términos de disponibilidad de recursos. Primero, concienciación; segundo, políticas para fijar servicios, además de pensar en un modelo económico para el mundo rural que no se quede sólo en la producción agraria e intente generar una parte del valor añadido a través de la transformación de esos productos, aunque sea en sus primeras etapas. Industria agroalimentaria, productos relacionados con la artesanía...
-Hay que tener muy claro el objetivo.
-Tenemos que desarrollar un modelo para los espacios rurales desfavorecidos del interior. Que sea fruto de una estrategia consensuada por partidos políticos, sindicatos, patronal, sociedad rural, con un objetivo a 15 o 20 años. Pero es necesario comenzar ya. Además, debe implantarse una estrategia con una distribución de competencias clara, determinar qué tiene que hacer cada uno, en qué orden de prioridades, con qué recursos. Crear un patronato y recuperar el espíritu del programa Leader, con ese modelo de funcionamiento de colaboración público-privada que tan buenos resultados dio.
-Es que la situación se hace tan sobrecogedora en algunas zonas...
-En Europa identifican entorno rural con municipios como Serra o Náquera. El concepto de ruralidad remota es difícil de explicar, allí no se pueden ni imaginar qué significa la vida en esos lugares. Y las soluciones pasan por tener muy claro, en cuanto a los costes de los servicios, lo que la Constitución dice sobre la igualdad de oportunidades. No puedes ofrecer un puesto de trabajo en un lugar donde no hay sanidad o educación. Es tirar el dinero.
-No es posible el futuro sin esos servicios.
-En efecto, no lo es. A no ser que queramos convertir el mundo rural en un parque temático donde pagamos a unos cuantos funcionarios para que aquello esté medianamente vigilado, y dejaría así de ser un territorio con una función social. Pero esto también tiene sus riesgos, ya que el primer incendio que venga se lo lleva todo por delante.
-Quizás es más desconocida esa utilidad social de la población en el interior.
-Es que la agricultura y la ganadería no se puede plantear sólo en términos de rentabilidad económica, sino que ayuda a ordenar el territorio y a mantenerlo a salvo de peligros como un incendio. Con la despoblación, cualquier riesgo ambiental se multiplica.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.