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El juez encarcela a los nueve predicadores que causaron la estampida en un vagón del metro

Los detenidos son miembros de un grupo evangélico afincado en Alemania y pueden eludir la cárcel si pagan una fianza de 12.000 euros

JAVIER MARTÍNEZ

VALENCIA.

Lunes, 6 de agosto 2018

Viajaron de Alemania a España para sermonear en la calle y acabaron entre rejas por presuntos desórdenes públicos. Los nueve predicadores evangelistas que provocaron una estampida en el metro de Valencia dieron con sus huesos en un calabozo de la policía e ingresaron en la cárcel horas después. El Juzgado de Instrucción número 6 de Valencia, que estaba de guardia el domingo, acordó prisión provisional y comunicada para todos ellos, aunque podrán eludir la cárcel con el pago de una fianza de 12.000 euros cada uno.

Los nueve hombres arrestados tienen entre 19 y 42 años de edad y pertenecen al grupo evangelista Werde-Licht, un colectivo de cristianos de diferentes países y culturas. Varios de ellos nacieron en la República Checa, Irak, Turquía y Kirguistán, donde profesaron el islamismo, pero luego abandonaron la religión de Mahoma para «adorar a Jesucristo, construir el reino de Dios y difundir el evangelio», según reza su página web.

El grupo de predicadores se afincó en Alemania y viajó a España hace una semana para sermonear en las calles y captar adeptos. Uno de ellos alquiló una vivienda en Massamagrell, donde se dirigían cuando causaron la estampida en el metro, y ese mismo día habían repartido folletos evangelistas en el centro de Valencia. Como ya informó ayer LAS PROVINCIAS en exclusiva, el sermón que realizó uno de estos hombres, a viva voz con un megáfono, con referencias a la muerte, los pecados y la droga, sembró el pánico entre los viajeros que se agolpaban y empujaban para huir en un convoy de la línea 3 de Metrovalencia.

Los hechos ocurrieron minutos antes de las once de la noche del sábado, cuando el metro circulaba entre las estaciones de Xàtiva y Alameda. Algunos pasajeros confundieron a los predicadores con un grupo terrorista y llamaron con sus móviles a la policía y al 112 para alertar de un posible atentado.

Los gritos de las primeras personas que huyeron pusieron en alerta al resto de viajeros, la mayoría de ellos jóvenes, y provocaron una avalancha que duró unos 15 segundos, con momentos de gran tensión y nerviosismo. La estampida de gente asustada fue grabada por una cámara del circuito cerrado de televisión de Metrovalencia, un sistema de videovigilancia que permite el visionado de las imágenes en tiempo real. Esto posibilitó la rápida actuación de los vigilantes de la empresa ferroviaria y de varias patrullas de la Policía Nacional, que acudieron con urgencia a la estación de la Alameda.

Poco antes de que se produjera la avalancha, el hombre que llevaba el megáfono gritó: «¡Este metro está lleno de pecado, lleno de drogas!». Segundos después comenzaron los empujones y aplastamientos que causaron lesiones a una joven de 25 años, que fue asistida La Fe, y a otro viajero. Tras unos primeros momentos de pánico, los policías bajaron por las escaleras del metro sin saber a lo que se podrían enfrentar. Los agentes del Grupo de Atención al Ciudadano (GAC) y de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) tardaron muy pocos minutos en llegar. Varias personas habían llamado al 091 para alertar de que un grupo de hombres extranjeros, algunos de ellos armados con cuchillos y vestidos con túnicas, proferían amenazas de muerte y gritaban frases con consignas en árabe. Un bulo fruto del pánico.

Cuando los primeros policías llegaron al convoy, los predicadores se negaban a abandonar el vagón, como les pedían los vigilantes, pero ninguno iba armado. Tampoco llevaban hábitos ni túnicas. Uno portaba una cruz roja de un metro y medio de altura aproximadamente, y otro empujaba un carro lleno de folletos.

Los agentes identificaron a los nueve hombres y los detuvieron como presuntos autores de un delito de desórdenes públicos. Todos fueron cacheados y trasladados al complejo de Zapadores, donde les informaron de sus derechos y los encerraron en un calabozo. Mientras esperaban el traslado al juzgado de guardia, los nueve hombres se arrodillaron en el suelo para reverenciar a Jesucristo.

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