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J. A. MARRAHÍ
Miércoles, 22 de mayo 2019, 00:34
Valencia. Non bis in idem. Ninguna persona puede ser juzgada dos veces por la misma causa. El latinajo concentra el famoso principio del derecho español y de otras muchas legislaciones del mundo. Y es el pilar jurídico al que el cantante Julio Iglesias se aferra ahora, de cara a su nuevo juicio de paternidad, tras la demanda de su supuesto hijo valenciano, Javier Santos.
Será la semana próxima, en el juzgado de primera instancia número 13 de Valencia. Sobre la mesa, la misma incógnita que en los anteriores procesos de 1992 y 2004: saber si el parecido entre Santos e Iglesias es sólo una ilusión óptica global resultado de la sugestión o, por el contrario, obedece a la relación entre el cantante y la madre de Javier, María Edite Santos, en 1975, cuando lo conoció trabajando como bailarina en una sala de fiestas de Gerona.
Julio Iglesias confía ahora la estabilidad de su fructífero árbol genealógico en el letrado castellonense Fernando Falomir. En declaraciones a LAS PROVINCIAS, explicó que ya han planteado la cuestión previa de cosa juzgada. El non bis in idem. «En la vista de la semana próxima podría darse la posibilidad de suspenderla para resolver sobre nuestro planteamiento, que consideramos legítimo. Y si la supuesta paternidad de mi cliente no se da por ya juzgada entonces presentaremos un recurso ante la Audiencia Provincial», cuestión que podría eternizar el asunto en los tribunales.
Falomir puso sobre la mesa los anteriores procedimientos por la supuesta paternidad de Santos. «Hubo una primera demanda en 1991 y llegó otra en 1992». En esa ocasión el mismo juzgado de primera instancia que investiga el caso pero con otro juez al frente dictó que Santos era hijo de Iglesias. Tampoco entonces el autor de 'Hey' quiso hacerse la prueba de ADN, pero la negativa lo convirtió en padre. Aunque por poco tiempo. Llegaron los recursos y «tanto la Audiencia de Valencia como el Tribunal Supremo, como luego el Constitucional, fallaron a favor de Iglesias», recuerda. Javier Iglesias volvió a ser Javier Santos. Ya en 2004, nueva demanda de paternidad del chico, esta vez en Marbella. «En esta ocasión el juez resolvió que ya era cosa juzgada y así lo ratificó después la Audiencia de Málaga», trae a la memoria Falomir.
De un modo u otro, Julio Iglesias nunca ha querido que su ADN cierre, de una vez por todas, los interrogantes. No se presta al cotejo. Tampoco ahora. Pero en la vista de la semana próxima algo podría obrar en su contra: el abogado de Santos, Fernando Osuna, quiere hacer valer la comparación genética extrajudicial de un laboratorio privado gracias a los restos biológicos obtenidos de uno de los hijos del cantante. Fue con métodos detectivescos pero «perfectamente legítimos», según Osuna. «Y reveló la relación paterno-filial al 99%», ahonda.
El jueves llegarán todos para el juicio: Santos, su madre, genetistas privados, detective... Pero no Iglesias. «Me preguntó si hacía falta y le dije que no era necesario», apunta Falomir. El letrado asegura que Iglesias sólo se someterá a la prueba de ADN «en el caso de que los tribunales entiendan que su paternidad no ha sido ya juzgada». Esta posición augura un horizonte de recursos en instancias superiores al juzgado civil valenciano. El litigio promete ser largo. Ya durá 28 años y, como cantaba Iglesias, la vida sigue igual.
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