JUAN PORTA MARTÍ DE VESES
Valencia
Miércoles, 23 de febrero 2022, 00:48
La Universitat de València ha realizado una encuesta a sus alumnos en la que preguntaba si creen que alguna vez alguien les ha puesto alguna ... droga en la bebida sin su consentimiento. Los resultados dicen que uno de cada cinco creen que alguna vez les ha pasado. Un taller realizado en la Facultat de Química se ha enfocado a la concienciación a nivel social del problema de la sumisión química y la utilización de la droga GHB, o también llamado éxtasis líquido, para anular la voluntad de la víctima. Este ha contado con más de cincuenta alumnos, entre los que la gran mayoría eran chicas y sólo había seis chicos. Cuatro de las presentes han afirmado que alguna vez han sufrido esta práctica en sus copas.
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Para solucionar el problema el grupo de investigación MODeLiC de la Universitat de Valencia ha creado el proyecto NOSUM que tiene como objetivo desarrollar y evaluar un kit fácil de usar que permita a la juventud poder identificar si en una bebida, de cualquier naturaleza, se ha vertido ácido γ-hidroxibutírico o éxtasis líquido.
El GHB se emplea como droga recreativa por sus efectos euforizantes y socializadores, pero origina somnolencia y, sobre todo, anula la voluntad de quien la ingiere lo que provoca la pérdida de conciencia de la realidad. Este compuesto, además, se metaboliza rápidamente en el organismo y no se detecta ni en la sangre ni en la orina a través de los análisis toxicológicos sistemáticos por lo que es muy difícil detectar su existencia cuando la víctima acude a un centro de salud. Por ello, esta sustancia es de las más comunes en los delitos en los que se pretende anular la voluntad de la víctima.
La sesión se ha dividido en tres partes. Primero se ha hablado sobre la concienciación y la sensibilización de la sumisión química, qué drogas son las más utilizadas y por qué estas se utilizan. Las más utilizadas a parte del éxtasis líquido son: la burundanga, la ketamina y la butirolactoma. En la segunda parte del taller se le ha repartido un kit que está formado por un sensor y una tira de muestra a cada alumno participante, y con este, una bebida que podía contener o no la droga. Los jóvenes han podido hacer la prueba en directo. Esta consiste en sumergir la tira en el vaso con la bebida y a continuación, introducirla en el tubo que contiene el sensor. Automaticamente, si la bebida contiene el ácido, el líquido cambia de color y se pone rojo.
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El sensor desarrollado por MODeLiC funciona tanto con bebidas alcohólicas como con bebidas carbonatadas, incluso cuando están mezcladas. En estos momentos, se está mejorando el kit para facilitar su portabilidad y uso. El resultado ha fascinado a los participantes y todos han coincidido en la facilidad de utilización. El debate ha surgido a la hora de entender si el utensilio podía ser más discreto. Es complicado identificar la posibilidad de que a alguien le hayan metido alguna sustancia en la copa porque la droga es incolora e insípida y es en el momento de la sospecha cuando se debe utilizar el kit.
La policía ha aconsejado que cuando la persona decida acudir al lavabo vaya con la copa para evitar que quede a merced de que alguien la pueda manipular. El problema existe y es muy habitual en las fiestas y, por ello, también se ha planteado incluir un punto de suministro de kits y análisis de drogas en los festivales y eventos festivos multitudinarios.
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También se ha explicado cómo reaccionar en caso de que el resultado del análisis sea positivo. La respuesta está en encontrar a alguien de plena confianza para compartir el resultado sin que cunda el pánico, ya que es muy probable que la persona esté bajo los efectos del alcohol. En este punto, habría que llamar a la policía e ir al hospital que ya cuenta con un protocolo de actuación. En caso de que se llegue al abuso también se ha comentado en el taller que es imprescindible no ducharse ni cambiarse de ropa para no deshacerse de las muestras, y también evitar, en la medida de lo posible, comer y beber.
El objetivo final del proyecto es poner a disposición de toda la sociedad los kits de detección rápida. Los investigadores creen que el test podría estar a la venta en poco más de un año y tendría un precio reducido aproximado a un euro. En la jornada han participado Ana María Costero, catedrática de Química Orgánica de la Universitat de València (UV), y Pablo Gaviña, investigador principal del proyecto. Estos han sido los encargados de exponer la parte científica. Por otro lado, Empar Vengur, investigadora de ScienceFlows, ha sido la encargada de tratar el tema más social. Vengur ha insistido en la importancia de la educación social para acabar con el problema de la sumisión química.
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