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La situación del monte valenciano es de abandono. Así lo reconocen los principales implicados con una gestión forestal que brilla por su ausencia en la Comunitat. Ahora WWF ha dado un dato recogido a partir de la 'Estrategia Forestal Española con horizonte 2050' que ... viene a avalar esta tesis.
A partir de estas cifras, la organización ecologista señala que sólo el 12,94% del suelo forestal valenciano (prácticamente una de cada diez hectáreas) cuenta con un plan de gestión. Es decir, está siendo trabajado, limpiado y preparado para resistir el embate del fuego. De esta forma, únicamente 168.170 hectáreas cuentan con algún instrumento para el tratamiento de la superficie de un total de 1.300.000 hectáreas forestales que hay en la comunidad.
Además, se encuentra muy por debajo de la media española que se sitúa en el 20,3 %. Así lo reconoce esta entidad conservacionista que recoge datos de la estrategia y de la propia Conselleria de Emergencia Climática.
WWF, que está trabajando en la confección de un paisaje mosaico de prevención de incendios en Yátova y Dos Aguas, señala que en la Comunitat existen grandes extensiones forestales consideradas de alta peligrosidad por el abandono del territorio y la falta de gestión.
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Es el mismo discurso que también transmiten desde entidades como la Plataforma Forestal Valenciana, que agrupa a expertos, ayuntamientos y asociaciones implicadas en la gestión forestal. Estos señalan el abandono del monte valenciano a su suerte.
De hecho, y tal como ha publicado este periódico, árboles derribados por el temporal de enero de 2017 aún permanecen sin recoger y en Benagéber se habían dejado montones de madera en medio del bosque con el consiguiente riesgo de que un incendio forestal encontrara combustible adecuado para expandirse.
La Estrategia Forestal Española, un documento elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica, parte de la situación en la que se encuentran los montes en la actualidad con el 2050 como horizonte.
En total España cuenta, según este documento, con 28 millones de hectáreas de superficie forestal que se ven amenazadas con cada vez más intensidad por un cambio global, climático, pero también socioeconómico, por el proceso de abandono del mundo rural, una mecánica que también se puede apreciar en la Comunitat Valenciana.
Hay que tener en cuenta que el 40% de esta superficie se encuentra protegida. El 87% son espacios forestales y el 80% de las zonas de especial protección y conservación de la Red Natura 2000 son terrenos forestales.
«Los incendios forestales son la consecuencia más evidente de ese cambio, convirtiéndose en una de las principales amenazas para los ecosistemas forestales por su poder destructor, poniendo en riesgo incluso la propia vida de las personas que viven en el medio rural y los profesionales que trabajan para apagarlos», continúa el documento. La Comunitat Valenciana sufrió esta plaga de forma especial el verano pasado cuando se quemaron cerca de 30.000 hectáreas en el peor año por este tipo de siniestros desde 2012.
En España, los terrenos forestales representan más de la mitad de su superficie terrestre. Dentro de ese espacio, más de 18,7 millones de hectáreas se encuentran arboladas, lo que representa el 66% del total y cerca del 37% del territorio.
La Comunitat, por su parte, cuenta con 747.820 hectáreas de superficie arbolada, mientras que la parte forestal sin árboles suma 519.216 hectáreas. Entre las dos acumulan casi 1,3 millones de hectáreas lo que supone el 54% de la superficie autonómica total.
Al contrario de lo que ha ocurrido en los últimos años en buena parte del planeta, en España, como en casi todos los países de Europa, la superficie forestal ha aumentado año tras año por diversas razones. En este contexto, destaca la progresión constante de la extensión del monte arbolado. Desde la aprobación de la Estrategia Forestal en 1999, ha aumentado en casi 1,5 millones de hectáreas.
Este incremento tiene varias razones. Por un lado, se encuentran las repoblaciones forestales, en torno a cuatro millones de hectáreas entre 1940 y 1999 y otras 430.579 hectáreas entre 2000 y 2020. También ha influido la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea en la última década del siglo XX (un total de 298.482 hectáreas desde 2000 hasta 2020). A todo esto hay que añadir la regeneración natural de arbolado y matorral a costa de cultivos y pastos o eriales marginales abandonados al mismo tiempo que se producía la despoblación del interior.
Este crecimiento del arbolado ha propiciado un incremento de la superficie maderable, algo que no ha beneficiado en demasía a la Comunitat ya que junto a Extremadura, Andalucía y Murcia tienen la madera de peor calidad y cantidad.
En la Comunitat Valenciana el 60% de los montes son de propiedad privada, una cifra que alcanza el 72% en el caso del conjunto del Estado. De los de titularidad pública, la gran mayoría se encuentran en manos de los ayuntamientos.
Los terrenos de titularidad privada son en su mayoría de pequeños propietarios privados y se encuentran fragmentados y dispersos. Todas estas características dificultan una gestión eficiente de estos montes y el aprovechamiento tradicional de sus recursos, lo que favorece su abandono.
Por otro lado, más de la cuarta parte de la superficie forestal española (el 26%) está catalogada como Monte de Utilidad Pública lo que suma unas 7,8 millones de hectáreas en el conjunto del Estado. Además, alrededor del 84% de la superficie forestal de titularidad pública está catalogada, lo que le confiere un régimen jurídico de protección especial.
En este sentido, «la situación biogeográfica y la geomorfología de España hacen que su territorio sea sensible a procesos erosivos y riesgos hidrológicos, y particularmente vulnerable a los efectos adversos del cambio climático».
Entre los efectos del cambio climático se encuentra la reducción de los recursos hídricos, la pérdida de biodiversidad, mayor erosión del suelo o mayor proliferación de fenómenos meteorológicos extremos.
Por otra parte, el cambio climático, unido al abandono de muchas zonas forestales, ha puesto de manifiesto vulnerabilidades que amenazan la conservación de los bosques al debilitar a los árboles y hacerlos más propensos a plagas y enfermedades y a incendios forestales.
La estrategia también se detiene en detallar el estado de salud de los árboles y concluye que en la mayor parte de los casos se encuentran sanos. Sin embargo, analizando los datos de los últimos 30 años, según recoge el documento, el porcentaje de árboles en buen estado disminuye. Los daños que se atribuyen a causas no biológicas son los mayoritarios (el 45%), sobre todo debido a factores como la sequía o el exceso de competencia arbórea, insectos u hongos.
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