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Julia Castro paseando por Valencia tras haber superado hace dos años un cáncer de mama. I. Marsilla
La larga travesía de vivir con la enfermedad

La larga travesía de vivir con la enfermedad

Julia Castro. «Con la cara del doctor ya lo vi. 'Es cáncer', me dijo. Y rompí a llorar». Una valenciana relata su día a día para superar la dolencia. Vitalidad y mucho esfuerzo

rocío escrihuela

Lunes, 19 de octubre 2020, 01:16

«Enfadarte con la vida no merece la pena. Con el cáncer se puede ser muy feliz. Aunque en el momento lo veas todo negro, van a salir cosas positivas». Esa es la reflexión que hace Julia Castro, una mujer cargada de energía que ve de colores su nueva vida tras superar un cáncer de mama que le diagnosticaron en febrero de 2018. Ahora, sin tratamiento, pero aún sin recibir el alta médica lanza un mensaje optimista porque no hay que «olvidar que la vida continúa», concluye esperanzada.

«Aunque el discurso ahora suene fácil», ella prefiere buscarle el lado positivo a la enfermedad y valorar lo que le ha reportado esta nueva etapa. Hay que aceptar el cáncer con «naturalidad» aunque dentro de la situación médica, incide, pero de esto «se sale porque la investigación es brutal». No duda en afirmar que se le han presentado oportunidades. Experiencias que no hubieran sido protagonistas en su vida si no hubiera sido por el cáncer de mama que «siempre va a estar en mi vida. Voy a convivir con él». Repasa sus peores días en primera persona.

Alerta con el primer síntoma

He acabado la lactancia de mi segundo hijo y tras tener un pecho más abultado, ahora me he quedado más lisa, pero esta mañana me he visto de repente una canica perfecta. No es un bulto escondido, es un bulto en el pecho izquierdo que se ve cuando llevo el bikini. Se ve perfectamente, pero pienso que puede ser leche calcificada a raíz de haber terminado la lactancia. No tengo antecedentes de cáncer y soy una mujer sana. Me voy a la revisión. Siempre he sido muy estricta con estas rutinas porque las revisiones son súper importantes. Así que ecografía, mamografía y biopsia.

El peor diagnóstico

Nunca se me olvidará este día. Es viernes por la tarde y mi marido y yo nos vamos de compras, pero antes recojo el sobre con el resultado de la biopsia. Mientras él conduce yo abro el sobre y miro el resultado: Carcinoma ductal infiltrante. Sin decir nada, cojo el móvil, abro google y lo busco. En la pantalla leo «la forma más común de cáncer de mama». Fatal error buscarlo en internet. De repente le he dicho «nene, para, para». Luego nos hemos quedado un rato en el coche en el parking de un centro comercial. El peor momento del proceso ha sido este fin de semana. Como conozco al médico, le he puesto un mensaje. Ven el lunes a la consulta me ha dicho. Lo llevamos entre mi marido y yo, no lo digo a las familias. Tengo la esperanza de si que se hayan equivocado en el diagnóstico.

Primera visita al médico

La cara del doctor cuando he llegado lo decía todo. «Esto es así. Es cáncer», me ha dicho, y he roto a llorar, aunque el fin de semana ya había llorado bastante. No se han equivocado. El próximo lunes ya tengo cita en el quirófano para operarme. «Hazte la idea que es un año para dedicarte a ti», me ha comentado el médico. Mi primera reacción ha sido responderle: «Pero sin tengo hijos y trabajo». Le he pedido que sea claro y me dé toda la información, pero hasta que no me quiten el tumor no me pueden decir el grado de la enfermedad o el tratamiento. Me ha pasado por la cabeza la quimioterapia.

La operación

Me enteré de todo el 20 de febrero y el día 27 ya me están operando. Me he despertado de la operación con el brazo vendado. Tengo el ganglio afectado y me han tenido que hacer vaciamiento axilar. El pecho lo mantengo porque tenía el tumor muy localizado. Estaré una semana con drenaje. El médico tardará semana y media en decirme el tratamiento que debo seguir. Quiero claridad.

Apoyo familiar

No he dicho nada a mi familia y a mis amigos cercanos hasta que he tenido toda la información. El peor momento ha sido decírselo a mi madre y a mi abuela de 94 años. Mamá ha reaccionado súper fuerte: «A por ello, todo va a ir genial», me ha animado. Mi marido me apoya al 100%. Tengo el apoyo de todos, estoy muy arropada por la familia, los amigos, los médicos, los enfermeros, los compañeros de trabajo… Quiero llevarlo con naturalidad con mis hijos y no se lo he querido ocultar. Nos hemos sentado y se lo hemos contado al mayor. Le he dicho lo que me iba a pasar: me voy a quedar calva y voy a estar muy cansada. Mi hijo ha tenido una maduración brutal.

Cómo va a ser el tratamiento

En la primera cita oncológica me han explicado todo el tratamiento. Seis meses de quimioterapia, luego radioterapia y después vacunas. Pack completito de un año y medio porque mi cáncer de mama es el HER2 positivo. No tengo ni el más 'light' ni el más agresivo me ha dicho el médico. Con la quimioterapia me ha venido a la cabeza la película de Julia Roberts 'Elegir un amor' pero el doctor me ha dicho que no me imagine que va a ser un año al lado de un wáter vomitando. Va ser duro, se me va a caer el pelo y me voy a sentir cansada. 200.000 efectos secundarios. Tres palabras clave: Caída de pelo, cansancio y vómitos.

Llega la quimioterapia

He comenzado el 3 de abril, hemos esperado a que pasara Semana Santa y me he ido unos días de relax al apartamento con mi familia. Pienso en mis hijos y en mí como mujer. Hay que ir a por todas, me digo. Los alrededores de una sala oncológica son de tristeza, no me ha gustado. El ambiente dentro, donde estamos los enfermos, es más distendido. Un paciente lo puede llevar mal, pero creo que la familia, a nivel moral, lo lleva peor.

Serán seis meses de quimioterapia, primero cada 21 días y luego cada semana. Salgo de la quimio con una energía brutal y con ganas de irme a cenar por ahí, pero pasan tres días y no te puedes ni levantar. Me ha afectado mucho el cansancio, pero tengo la ayuda de mi madre y mi suegra. He tenido que reorganizar mi vida familiar porque mi marido se va a trabajar y hemos repartido a los niños con la familia.

De la melena al pelo rapado

El médico me dijo que con la quimioterapia el pelo me va a aguantar 10 días, pero yo no quiero vivir el momento de levantarme y encontrarme el matojo de pelo en mi mano, así que me voy a rapar y abandonar mi melena cortita. He ido a raparme el pelo. Ese ha sido el segundo momento memorable de la enfermedad porque con el primer esquilón me he puesto a llorar como una magdalena.

Esta noche mi marido y yo nos hemos quedado solos en casa para digerir e interiorizar la situación. Pero también me he querido hacer una peluca para salir a la calle, no quiero dar una imagen de pena. En casa, calva, y por la calle, peluca. Cuando han llegado los niños a casa los he recibido con peluca y cuando me la he quitado me han abrazado fuerte y el mayor me ha dicho «mamá, que guapa estás». Y he llorado.

La vida continúa

Sigo de baja en el trabajo porque no puedo hacer lo que hacía antes por la movilidad del brazo y sigo con rehabilitación, pero me estoy planteando nuevos retos profesionales. Debo tener mucho cuidado con las infecciones, ni me puede picar un mosquito en verano. Si mi cáncer hubiera sido hace cinco años a lo mejor no lo podría contar y eso es gracias a la investigación. Me siento afortunada de como estoy porque hay casos que lamentablemente no acaban así.

El lado positivo

A nivel personal sólo puedo decir que he ganado mucho con el cáncer. He conocido gente maravillosa y valoras cosas que antes no valorabas. Ha sido una faena, dos años chungos, pero sólo puedo contar cosas positivas. Mi madre y yo éramos socias de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), pero desde el primer día he recurrido a ellos y lo recomiendo. Yo no tenia a nadie a mi alrededor que había pasado la enfermedad y quería saber. Ellos son lo mejor para tener toda la información y la ayuda para emprender un nuevo rumbo.

Mensaje a enfermas

Hay que afrontar el día a día con fuerza. Se puede salir. No es lo mismo que hace 30 años. El discurso es fácil pero sólo tienes dos opciones: te sientas y dices que desgraciada soy o coges el toro por los cuernos. El tratamiento es duro, complejo y largo. Desde un punto de vista negativo a lo mejor me hubiera ido peor. Hay que aceptarlo y tirar adelante. No hay que preguntarse ¿por qué me ha tocado a mi? Lo acepto y allá vamos. ¡A por ello!

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