El resurgir de Alemania tras las inundaciones de 2021: el espejo en el que se debe mirar Valencia
Reacción tras la catástrofe ·
Una autoridad independiente y técnica se ocupó de coordinar la respuesta conjunta a la riadaReacción tras la catástrofe ·
Una autoridad independiente y técnica se ocupó de coordinar la respuesta conjunta a la riadaEn el verano del año 2021, una extensa porción del territorio centroeuropeo, en la franja que cruza desde Bélgica hasta Alemania, sufrió unas pavorosas inundaciones ... con un balance falta en vidas humanas: centenares de personas fallecieron a consecuencia de la crecida coincidente de unos cuantos ríos que cruzan por esos países. Es una catástrofe de evidente analogía con la recién sufrida en Valencia, que presenta además una lectura muy pertinente para el día de mañana: cuando la provincia se ponga por fin en pie y medite cómo reconstruir el espacio arrasado. Las lecciones de cómo Alemania, el país más impactado por aquella riada, se reorganizó no sólo para recuperar la normalidad perdida sino para forjar un nuevo discurso. Una renovada mentalidad en la organización política y la gestión territorial que evite en lo posible dramas semejantes en el futuro inmediato.
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Lo cuenta el escrito Andrés Rubio, autor de la sugerente obra 'España fea', donde relata los estropicios causados en el paisaje de todo el país, con un capítulo dedicado expresamente a la Comunitat. ¿Qué enseñanzas arroja para Valencia aquellas trágicas inundaciones? ¿Lo ocurrido era una la crónica de una riada anunciada? «Yo creo que sí, que se podía haber prevenido», responde, «si hubiéramos mirado a otros lugares que habían vivido esta experiencia, como es el caso alemán. Hubo una enorme reflexión entonces porque se observó una gran desconexión entre los lander, los estados equivalentes a nuestras autonomías, y el Gobierno federal, que claramente agravó la catástrofe». De aquella amarga experiencia, Alemania extrajo algún aprendizaje. Se abrió, como destaca Rubio, «un debate muy interesante» que desembocó en la creación «de una institución independiente, técnico-científica, para ocuparse de toda la ordenación del territorio y de la prevención de desastres naturales en esta época de cambio climático». Un modelo que, a su juicio, debería inspirar la respuesta española, no sólo Valencia, para la gestión de la crisis de la DANA.
Andrés Rubio
Escritor
En aquel debate abierto en Alemania, participó una voz muy autorizada, la del arquitecto Arno Lederer, fallecido el año pasado, encargado de materializar esa propuesta de reorganización económica, social y también política. «Lo que dijo Lederer», apunta, «es que la construcción debe ser siempre como la naturaleza un proceso holístico». A su juicio, «la naturaleza opera de esa manera y cualquier pensamiento divisorio está fuera de lugar». Y añade Rubio: «Esta es una lección que España no aprendió».
Se refiere a cómo Lederer dejó por escrito las reflexiones que mereció la gestión de aquella tragedia, de manera tan concluyente como nada atendida en nuestro país en general y en Valencia en concreto: «A las inundaciones no les importan ni quiénes ni cuántas personas planificaron, aprobaron y construyeron la carretera, las casas, el canal ni las vías de tren, ni la ciudad y todo lo que la rodea ni qué normas aplicaron: la naturaleza puede devorar lo construido en pocas horas con el objetivo de volver a convertirlo en naturaleza». ¿Primera conclusión? Según Rubio, esas reflexiones «nos enseñan lo necesario que es pensar, planificar y actuar sobre el territorio como si fuera un todo».
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Arno Lederer
Arquitecto
En su opinión, la segunda conclusión que nace de aquella experiencia dramática, filtrada por las observaciones e Lederer, pasa por la constitución «de una institución aglutinadora» que se encargue de que Valencia se ponga en pie, con esas lecciones aprendida. Un organismo, ahí reside la tercera enseñanza, «que debe estar coordinada por arquitectos». «Lederer decía que ellos son los médicos generalistas de la construcción», prosigue Rubio. Un equipo de regeneración del paisaje que debería tener carácter multidisciplinar (ingenieros, matemáticos, psicólogos, geógrafos, hidrógrafos), de elevada competencia en sus ámbitos que zanjara con lo que Rubio denomina «el ensimismamiento español», una enfermedad que atenaza tanto al conjunto el país como a sus comunidades autónomas, que forman una estructura que forma la otra lección que pudiera servir como modelo para la reconstrucción de la zona cero: una sociedad dotada de una mentalidad más metropolitana que autonómica.
Keller Easterling
Arquitecta
Recuerda Rubio que en apenas tres décadas el 70% de la población vivirá en ciudades, donde ya habita la mitad de la humanidad: de ahí que lance la idea que transitar desde nuestro actual modelo político a otro basado en esa realidad urbana. «El sistema autonómico ya no sirve», opina. «Es anacrónico». Rubio se refiere a cómo la España de las 17 autonomías ha deparado una especie de «burbuja» de su clase dirigente, a la que denomina con una palabra que se usa en Canarias para referirse a ella: «Les llaman construgobernantes, que es algo que se puede aplicar perfectamente a la Comunitat Valenciana». Un grupo de poder cuyos integrantes «están involucrados en una conspiración basada en la especulación caótica, la corrupción política y la incultura». «Hay que salir de esa burbuja», clama. Como reemplazo de ese modelo de gestión, insiste en reivindicar esa institución alumbrada en Alemania tras superar sus inundaciones, «donde los profesionales ordenen el territorio a gran escala». Un proceso donde opone al modelo vigente, basado en la construcción, el que esgrimen otros teóricos: la resta. Es decir, «la deconstrucción, la sustracción»: un fenómeno de transformación del territorio, un cambio de mentalidad colectiva que por ejemplo elimine los trágicos casos de vivienda levantadas en ramblas y lugares inundables, como es el caso de las localidades arrasadas por la DANA del 29-O.
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Entre los expertos que menciona Rubio figura la arquitecta Keller Easterling, autora de un ensayo titulado precisamente 'Sustracción', pendiente de traducirse al español. «Es una oda a la resta, el desmantelamiento como ingrediente fundamental del progreso». Una teoría que puede tener inmediatos efectos prácticos «creando una industria paralela a la construcción, la industria de la deconstrucción». Un sector con futuro, de acuerdo con su información: «Las empresas de reciclaje de aluminio, acero y cemento son industrias son ya rentables y esa debería ser otra lección: que se pasen los constructores al reciclaje». Con un aviso que enarbola Easterling: que se proceso de transformación debe estar en manos de los profesionales de la arquitectura, con criterio, decisión y bagaje intelectual, porque cuando entra el mercado de por medio…»
Puntos suspensivos que ayudan a entender el fracaso de experiencias semejantes, donde radica otra lección para Valencia. Rubio expone el ejemplo de la Barcelona olímpica, un plan de reinvención de la ciudad que tenía, a diferencia del caso valenciano, un factor luminoso frente al tono sombrío que trajo la riada. Un modelo inspirador no obstante, que no tuvo final feliz. «Las fuerzas del mal están siempre al acecho», alega, en alusión a cómo el pujolismo de aquel entonces frenó los proyectos de los Serra, Maragall, Bohigas y compañía para haber levantado un modelo de gestión basado, como en el caso alemán, en un pensamiento renovado. El modelo que pudiera ayudar a Valencia a reconstruirse. Un futuro urbano y metropolitano.
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