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Alumnos de Secundaria en una clase. José Ramón Ladra

La letra pequeña de la consulta lingüística en la Comunitat Valenciana

La participación en la votación de la lengua mayoritaria genera dudas, como qué sucede si no se participa, y también falsas expectativas: no será una elección a la carta

Joaquín Batista

Valencia

Sábado, 15 de febrero 2025, 00:47

El 25 de febrero se activará la aplicación informática que permitirá a las familias votar por la lengua mayoritaria (castellano o valenciano) que quieren ... para sus hijos. En la gran mayoría de los casos ya habrán recibido la información que remiten los centros -básicamente instrucciones y datos necesarios para acceder- aunque todavía pueden surgir dudas que conviene despejar. Sobre todo para fomentar la participación, pues no votar implicará, en la práctica, que el centro decida en lugar de la familia. También hay que tener claro que no se trata de una elección a la carta, pues estará condicionada por la oferta de plazas.

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Los participantes trasladarán qué lengua base, la mayoritaria, prefieren para la educación de sus hijos. Los resultados se agruparán por niveles (por ejemplo, todos los votos de familias que el próximo curso pasan a 1º de Primaria, 2º, 3º, etcétera), y se publicarán dos listados anonimizados, uno por cada opción. El siguiente paso será planificar la oferta. La administración tomará las aulas existentes (una, dos, tres, cuatro o las que sean por cada nivel) y decidirá qué lengua base aplican en función del porcentaje de votos para cada opción lingüística. En cada nivel podrá existir un modelo único o doble programa.

¿Cuándo se empieza a aplicar el nuevo sistema?

El curso que viene. En realidad se vota para distribuir las aulas a las que pasarán los alumnos. Por ejemplo, los de las familias de 4º de Primaria lo hacen para organizar las de 5º. Esa adscripción, la opción en la que entren los alumnos, se mantendrá en los próximos cursos.

¿Qué pasa si no se vota?

Supone que la familia traslada el mensaje de que le es indiferente la lengua base de sus hijos, por lo que el centro decidirá a qué modelo se les adscribe, siempre en función de las plazas disponibles. Tendrá en cuenta sus propios criterios organizativos, si la familia le informa de alguna preferencia o el modelo lingüístico en el que estuviera escolarizado previamente. También supone no influir en el reparto de aulas.

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¿Quién vota?

Las familias con niños en el segundo ciclo de Infantil (y de aulas de dos años públicas), Primaria y 1º, 2º y 3º de la ESO de centros públicos y concertados. Los de 4º, si pasan a Bachillerato, marcarán su preferencia en la admisión de alumnos. Elegirán lengua y modalidad. En cuanto a FP, escapa del ámbito de aplicación de la Ley por la que se regula la libertad educativa. Y sólo es necesario que vote uno de los progenitores.

¿Y si participan los dos?

No pasa nada si la opción y los criterios de prioridad alegados son los mismos. Contará como un único voto. Si cada uno elige una lengua base distinta se anulará (se tratará como si no hubieran votado). Si coinciden, pero marcan criterios de prelación diferentes, contará la baremación que sume menos puntos.

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¿Sólo se vota una vez?

Una vez por cada hijo matriculado en las etapas citadas. Y no habrá más consultas. Esta sirve para deshacer el modelo único actual (con todo el centro con el mismo peso de las lenguas). El resultado, para cada nivel, se mantiene hasta que el alumno acabe la ESO.

¿Se puede cambiar?

Sí. De centro. Aunque hay opciones menos drásticas. Si en la misma escuela hay una vacante en la opción lingüística que se pretende (un niño que se haya ido, por ejemplo), se puede pedir en el proceso de admisión de alumnos. Como pasaba con el modelo 'prebotánico'.

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¿Cómo votan los padres separados, divorciados o que no conviven?

Si hay acuerdo se aplican los criterios citados (basta que lo haga uno, o los dos, eligiendo lo mismo). Si no es el caso se considera que hay una discrepancia y el voto no se tiene en cuenta hasta que el juez decida qué progenitor puede votar. Es lo mismo que pasa en caso de la elección de centro.

Si mi hijo repite, ¿se le garantiza la lengua base en la que está adscrito?

Sí, tiene ese derecho.

¿Y si cambia de centro?

Dependerá de la oferta de vacantes del nuevo. Debe pasar por el procedimiento de admisión de alumnos.

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¿Hay cupos para cada lengua?

Más que cupos habrá una oferta condicionada por el número de aulas del nivel al que se promociona. La planificación dependerá de los votos para cada opción lingüística. Si solo hay una clase (un colegio de una línea), manda la mayoría. Si hay dos, con un 25% de votos para la minoritaria se crearán una en castellano y otra en valenciano. Si hay tres, se necesitará al menos un 16,67% para que haya dos en la lengua más solicitada y una en la minoritaria. La tabla de equivalencias está en la Ley por la que se regula la libertad educativa (hasta centros con diez líneas).

¿Los porcentajes utilizados para planificar son sobre el total del censo de cada nivel?

No. Sobre los votos emitidos. Si se da el caso de que hay 50 familias (centro de dos líneas, 25 niños por aula) y sólo votan diez, sus preferencias serán las que marcarán la distribución de las dos aulas.

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¿Cómo se decide qué alumno entra en cada opción si hay doble línea?

Una vez distribuidas las unidades, se toman los listados de alumnos resultantes de la consulta. Serán dos, uno con los que expresen su preferencia por el castellano y otro con los que lo hagan por el valenciano. Y se irán asignando los puestos. Para determinar el orden de la lista se aplican criterios de prelación que otorgan puntos.

¿Cuáles?

Son similares a los de la admisión de alumnos: tener hermanos en el centro (15), vivir en la zona de influencia (10) o limítrofe (5), situaciones de discapacidad del estudiante (entre 4 y 7) y tipología de familia numerosa y monoparental (entre 3 y 5).

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¿Puedo quedarme fuera de la opción elegida?

Sí. No es una elección a la carta. Volvamos a la hipótesis anterior. En un nivel de dos líneas votan 50 familias (todas) en representación de otros tantos niños. Trece lo hacen a favor del castellano (26%) y 37 del valenciano (74%). Por tanto, una unidad de cada. Entre los primeros sí habrá coincidencia con su preferencia, pero entre los segundos sólo pasará con 25 niños (los que caben en cada aula). Los doce restantes serán adscritos a la línea en castellano.

¿Habrá flexibilidad?

Puede. La conselleria estudiará casos en los que las votaciones sean ajustadas y exista una demanda elevada por determinada preferencia sin atender. Por ejemplo, para crear unidades adicionales o facilitar personal para desdobles.

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¿Significará cambios de compañeros y profesores a mitad de ciclo?

Por regla general sí, salvo que el centro o el nivel tenga una sola línea. El criterio principal de planificación es el lingüístico, aunque los colegios pueden adoptar medidas organizativas para mitigar el impacto, como mezclar grupos para asignaturas que compartan la misma lengua. Lo mismo aplica para equilibrar la presencia de alumnado con mayores necesidades.

¿Qué modelo lingüístico se aplicará?

En zonas valencianohablantes, a grandes rasgos, la lengua base supondrá entre el 65% y el 50% en Infantil y 1º y 2º de Primaria, ocupando la secundaria el 25% y el inglés entre el 10% y el 25%. A partir de 3º de Primaria y hasta la ESO irá entre el 47,5% y el 52,5%, y la diferencia con la otra lengua oficial no puede ser superior al 20% (dos asignaturas aproximadamente).

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¿Qué sucede en las zonas castellanohablantes?

Por regla general se aplicará el mismo modelo: sólo se dará en valenciano la asignatura lingüística. La consulta sólo servirá para detectar demanda en la lengua autonómica, y en función de la misma, crear aulas para darle cumplimiento.

¿Hay mucha diferencia respecto al modelo actual, el del Botánico?

En cuanto al peso de las lenguas no. La ley anterior fijaba mínimos en el tiempo lectivo (del 25% en castellano y valenciano y entre el 15% y el 25% en inglés). Por tanto, la mayoritaria podría oscilar entre el 50% y el 60% -65% en Infantil, donde el Inglés debía suponer el 10%-. Las principales diferencias estriban en que esta norma fijaba el mismo modelo para todo el centro, en que el diseño del programa correspondía al centro y era validado por el consejo escolar -el total de familias no tenían opción de participar- y en que si ya existía un programa plurilingüe de enseñanza en valenciano no podía reducirse su carga lectiva.

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