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Gabriel Ferrandis es uno de los líderes vecinales surgidos tras la DANA. TXEMA RODRÍGUEZ
Quiénes son los líderes de la ayuda vecinal tras la DANA

Quiénes son los líderes de la ayuda vecinal tras la DANA

Durante el primer mes de la catástrofe han tomado el mando frente a un vacío institucional muy criticado, y que ha convertido en gestores a personas ajenas al mundo del voluntariado

Sábado, 7 de diciembre 2024, 00:34

Alas siete de la mañana del 30 de octubre, Gabriel Ferrandis bajó de su casa, en un segundo piso de la calle Maestro Serrano de Paiporta, y vio dos escenas que no olvidará nunca: La primera, la detodos los vehículos amontonados en un caos sin igual. La segunda, individuos saqueando la joyería de la esquina, el supermercado..., así que, sin pensárselo demasiado, se plantó a hacer guardia en la puerta de su tienda de móviles; llevaba apenas unos meses como socio del negocio después de once años como empleado. «Aguanté 48 horas sin dormir». Había capitalizado el paro para invertirlo en la tienda, así que se aferraba a lo poco que quedaba después de que el agua la hubiera arrasado. Le relevó un vecino para que pudiera descansar unas horas, y volvió a la puerta del comercio. Hasta que una mujer le dijo: «Ya que estás aquí, ¿te puedo dejar una bolsa de ropa para los vecinos?». Después llegó otra bolsa, y otra más. Decidió poner una mesa, y luego otra, y otra más.

Más de un mes después de aquel favor, Gabriel Ferrandis está al frente de un ejército de voluntarios, la mayoría vecinos, a los que coordina para hacer llegar la ayuda a quienes más lo necesitan. Con él está Jose, policía, Flor, limpiadora, Mónica, peluquera, Alberto, trabajador de Mercadona, Mario, pintor, Adriana, limpiadora, Laura, enfermera, Juanito, jubilado, o Ramón, camionero. «Tenemos un listado de 500 viviendas, la mayoría plantas bajas, y les hemos ido llevando lo que necesitaban, desde comida hasta electrodomésticos». Además, tiene una flota de vehículos para repartir, prestados por Amazon, también de voluntarios, y Gabriel y su equipo han llegado a surtir de comida y material de primera necesidad a 18 puntos a lo largo de Paiporta.

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Gabriel Ferrandis, vendedor de móviles: «Hay un antes y un después en mi vida»

Gabriel reconoce que hay «un antes y un después en mi vida. Mi hija está flipando, porque su padre vendía móviles, y ahora... En realidad, no sabíamos de voluntariado, tampoco de logística, pero nos hemos dejado la piel para ayudar a los vecinos. Y han sido miles de atendidos, casa por casa, preguntando qué necesitan, para no dejar a nadie solo».

Gabriel Ferrandis es uno de los vecinos que tomó el mando para poner algo de orden al caos, en un vacío institucional provocado por la dimensión de la tragedia y «una manifiesta incapacidad para organizar mínimamente toda la ayuda que ha ido llegando y las necesidades que han ido surgiendo», acusa. Después del shock emocional, de dar gracias a los jóvenes que tanto les ayudaron, ha quedado un malestar general no sólo con el Gobierno central o el autonómico, también con los Ayuntamientos y con las oenegés tradicionales. Han surgido algunas nuevas, como Interioristas en Acción o Solidaridad sobre Ruedas, con más agilidad a la hora de actuar, también otras, como Fundación Altius, que ha sabido adaptarse a las necesidades cambiantes de los afectados por la DANA. El lema 'el pueblo salva el pueblo' caló el primer mes, aunque los líderes vecinales surgidos de una forma espontánea admiten que los Ayuntamientos tienen que hacer su papel y tomar responsabilidades.

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David Nieto, informático: «Esta situación me ha hecho mejor persona»

«Nunca me hubiera imaginado haciendo todo esto porque ni siquiera soy una persona especialmente activa en el mundo del voluntariado. Mi familia está alucinando y me imagino que cuando todo esto pase volveré a publicar en Twitter de fútbol, pero esta situación me ha hecho mejor persona a todos los niveles. Me he dado cuenta de que la solidaridad se contagia».

Empresas y donantes particulares han ido buscando en estas semanas a los 'gabrieles' de cada municipio para poder entregar la ayuda de forma directa. «Ha habido mucha preocupación en este sentido, porque la gente quiere saber que la ayuda llega», explica Gabriel.

David Nieto también llegó de una forma casual a convertirse en un coordinador de ayuda a los más afectados por la DANA. Coincide con Gabriel en la hora, las siete de la mañana, a la que bajó a la calle aquel miércoles 30 de octubre, «con un 2% de batería, y grabé un vídeo terrorífico que subí a Twitter. Era como estar en la guerra». No es que David sea un influencer ni mucho menos, en realidad tiene seis mil seguidores que comparten su pasión por el Valencia CF, pero como su link es 'david_alfafar', en la red social le dieron veracidad y las imágenes comenzaron a correr como la espuma. «Empezó a contactarme gente que quería ayudar, y en estas semanas han sido miles; estoy alucinando todavía de cuántas personas buena hay... Yo hago de enlace con la familia que recibe la ayuda, les mando la foto de la entrega y se ponen a llorar», asegura David, que duerme tres o cuatro horas diarias para poder llegar a todo y que se queja: «Nadie quiere donar a una organización no gubernamental, hay un mensaje de que no se ha hecho bien antes, ni durante, ni después. Que no les llegan las ayudas, y si podemos llegar a unos pocos centenares de personas, perfecto, así cuando les lleguen podrán dedicar ese dinero a otra cosa, porque las pérdidas son terribles».

Uno de los últimos mensajes de David en Twitter avisa: «El lunes comenzamos a distribuir en rotaciones de 48 horas deshumificadores», con una fotografía de un aparato donado por la empresa valenciana Cecotec. También anuncia que entregará veinte termos eléctricos con instalación incluida y reparto a domicilio de 200 cajas de Navidad.

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Juanjo Torres, empleado empresa cárnica: «Si paro, me hundo, y no me puedo hundir»

«Creo que en 2030 todavía estaremos con los efectos de la DANA... Vivíamos una vida tranquila, y ahora lo hacemos improvisando todo el tiempo. Mi vida ha cambiado como de cero a cien, pero no puedo parar, porque si paro me hundo, y no me puedo hundir. Porque mi objetivo es que todo llegue a quien tiene que llegar, porque hay mucha gente que lo necesita».

Es complicado hacerse con Juanjo Torres, porque no para un minuto. Reconoce que apenas duerme desde el pasado 29 de octubre, un día en el que él perdió su casa y fue desalojado de la finca de su madre. «Tuvimos que bajar a las siete de la tarde a personas mayores, y cuando preguntamos dónde vamos, nos dicen que nos busquemos la vida». Juanjo empezó precisamente ayudando a sus vecinos, luego al barrio -les Barraques de Catarroja-, «y ahora gestiono quince trailers a la semana. Me ha tocado hacer de bombero, de policía, de electricista, me he tenido que aprender estatutos y después de un mes y pico nos hemos visto obligados a crear una asociación porque si no nos echan del pueblo». Juanjo no se corta a la hora de expresarse contra las instituciones «por dejación de funciones», y relata cómo han vaciado túneles, garajes, e incluso han avisado de que, dos semanas después, todavía había algún cadáver entre los coches. Empleado de una empresa cárnica, estaba de baja cuando llegó el 29 de octubre por un accidente de coche, pero su lesión se ha agravado en estas semanas. «Hemos estado quince días matándonos a trabajar y ellos a ver quién la tiene más larga».

Tanto Juanjo como Gabriel se quejan de que ahora los Ayuntamientos quieren que se vayan a su casa. «En Paiporta ya han dicho que a partir de ahora va a ser Cruz Roja quien se haga cargo, y lo que queremos es seguir trabajando, porque hemos demostrado que lo hacemos bien. Y hacerlo conjuntamente», pide Gabriel, que ha entrado a formar parte de la plantilla de la Fundación Altius para no tener problemas legales.

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