Las líderes de la pandemia

Reivindicar con el día a día. Una decena de referentes femeninos de la sociedad valenciana relatan los retos del año más duro y las aspiraciones ante el 8-M

En el arte, la ciencia, el deporte, la política, la economía y, en definitiva, todas las áreas de la sociedad «siempre hay una constante», como dice la canción 'Las que faltaron' del grupo valenciano Mafalda. «La historia siente verguenza antes de acostarse», prosigue en alusión a las mujeres que han sido apartadas del relato histórico oficial pese a sus hazañas y aportaciones al desarrollo de la humanidad. Pero en el día a día de la sociedad valenciana hay grandes referentes. En femenino. Mujeres que reivindican el papel de la mujer cada día. Ellas hablan en LAS PROVINCIAS ante su día, el 8-M.

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Ellas luchan cada jornada para que no se repita la historia; para tener el sitio que merecen. Las asignaturas pendientes siguen siendo las mismas y, aunque se denotan ciertos avances, aún están muy lejos de lo deseado, tal y como indica Ester Escolano, socióloga especializada en el 'techo de cristal' que impide a las mujeres acceder a cargos de responsabilidad. «Las sociedades avanzan con el tiempo pero son avances lentos. El principal problema es que el hombre ostenta una mayor credibilidad. Es un pensamiento que está muy arraigado pese a que las mujeres son consideradas muy capaces y formadas», explica la experta.

ILUSTRACIÓN: SR. GARCÍA

Las cifras y los datos reflejan esta realidad, que además se agrava en la región valenciana. Según el Informe Gran Thornton, el número de mujeres directivas en la Comunitat se sitúa en el 26% frente al 34% de la media de España. Además, según datos del INE, las mujeres en la presidencia de empresas y en los consejos de administración del IBEX 35 representan sólo el 6,1% y el 27%, respectivamente.

También persiste el llamado 'suelo pegajoso', en referencia a que las mujeres están ocupadas fundamentalmente en sectores de actividad peor valorados, tal y como indica CC OO PV en su informe, donde se destaca la brecha del empleo como una de las principales. La pandemia del Covid-19 ha puesto de relieve la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las féminas. El desempleo derivado de la crisis económica se ha cebado en especial con este grupo. El número de mujeres en la Comunitat que llevan ya más de un año buscando trabajo sin éxito asciende a 98.400 , según los datos de la última EPA, frente a las 78.500 del año anterior, un incremento del 25,4%, muy superior al experimentado por hombres, cuyo paro de larga duración creció un 9,4% en el último año, según indica el informe #EmpleoParaTodas: la mujer en riesgo de exclusión en el mercado laboral, elaborado por la Fundación Adecco.

La organización sindical recuerda que, pese a que hay más mujeres en edad de trabajar que hombres, la ocupación femenina es 10 puntos menor, con una tasa de empleo del 43,1% frente a la del 53,4% de los hombres.

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Los datos son claros. El año 2020 finalizó con 398.000 personas desempleadas en la Comunitat, con una tasa de paro femenino del 18,3% frente a la del 14,7% de los hombres. En cualquier tramo de edad, las mujeres cuentan con mayor tasa de desempleo, siendo alarmante entre las más jóvenes, con un 60%.

Otra de las principales lacras que sufre esta mitad de la población se refleja en la calidad del empleo. Las trabajadoras valencianas aglutinan mayor tasa de temporalidad (27%) que los hombres (23,1%). Además, la jornada a tiempo parcial es claramente femenina, el 74,4% de los empleos con esta modalidad contractual son ocupados por ellas (tres de cada cuatro empleos), lo que determina cobrar un salario más bajo. Más de la mitad de las mujeres trabajan a tiempo parcial porque no lo han encontrado a tiempo completo.

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Además del revés en términos de empleo, el Covid-19 también ha pasado factura a nivel de salud y bienestar mental. El Instituto de Psicología de Emoción y Salud (IPES) alerta que la pandemia ha agudizado un problema social latente, donde el estrés y los cuadros depresivos se ceban con el colectivo femenino hasta alcanzar el 30%, prácticamente doblando las cifras registradas en la población masculina.

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Pero, ¿se está haciendo algo por cerrar todas estas brechas? Escolano explica que es un asunto complejo, puesto que España «tiene muy buenas leyes» para combatir esta desigualdad y que también «se está trabajando» en el ámbito educativo y académico. «Lo que queda es que la sociedad cambie. El problema es que no se pasa de la igualdad formada a la igualdad real», afirma la profesional, que pone como ejemplo el caso de la política. «España es un referente en cuanto a la participación de mujeres en el ámbito político. Vemos portavoces muy válidas pero al final los cargos importantes suelen recaer en hombres y eso que la política se salva mucho en ese sentido comparado con otras áreas como la de la empresa privada», agrega.

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Los conceptos de desigualdad en estos términos se pueden observar desde edades tempranas, tal y como explica la pedagoga Esther Císcar. «El papel del docente es fundamental para transmitir valores de equidad, respeto, y tolerancia», afirma Císcar, que hace hincapié en los problemas que surgen en las primeras relaciones de los adolescentes con comportamientos como el control, los celos y la idea errónea del amor romántico. «Además, los padres deben detectar patrones que en un momento determinado se puedan presentar en nuestros hijos y desarrollar un marco de comunicación con ellos», añade Císcar.

«El verdadero empoderamiento es el respeto de lo que el hijo quiere. Una niña que desde la primera infancia tenga su identidad clara y sea aceptada va a estar empoderada y preparada para afrontar los ataques y presiones sociales», concluye.

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  1. Nuria

    Comisionada del Consell en Inteligencia Artificial

    Mujeres en la primera línea contra el coronavirus

Nuria Oliver. LP

Ya llevamos un año de pandemia en el que más de 115 millones de personas han contraído el coronavirus y más de 2,5 han fallecido a consecuencia de éste. Un año de confinamientos, ERTES e ICOs, de moratorias y carencias, de estrés permanente e incertidumbre hacia el futuro.

La pandemia ha hecho aflorar debilidades estructurales profundamente arraigadas. Lejos de tener un impacto indiscriminado, el coronavirus y sus efectos socioeconómicos han afectado de manera desproporcionada a las personas pobres, a las personas con discapacidad, a los migrantes, a las minorías, a los jóvenes, a los pueblos gobernados por populistas y, como no, a las mujeres. Por ello, más que pandemia, estamos viviendo una sindemia.

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Desgraciadamente, el impacto de género del coronavirus, al igual que ocurrió en anteriores crisis, suele ser ignorado, a pesar del papel crucial de las mujeres en la primera línea del cuidado y protección a la ciudadanía. Porque la mayoría de los profesionales de la salud (70%), del personal que atiende a enfermos y dependientes en el hogar (80%) y de las empleadas domésticas y trabajadoras de la limpieza somos mujeres. Porque en comercio y hostelería casi el 60% de los trabajadores somos mujeres. Porque el 98% del profesorado de educación infantil y el 81% del profesorado de educación primaria somos mujeres.

Si la presencia de las mujeres en la primera línea de defensa frente al coronavirus es indiscutible, desgraciadamente también lo es su ausencia en la participación en los círculos de decisión sobre la adopción de medidas para mitigarlo. Por ello, me siento privilegiada de haber podido contribuir desde marzo del 2020 con mi conocimiento experto en el uso de las Ciencias de Datos y la Inteligencia Artificial en la lucha contra el Covid-19. Han sido meses de trabajo muy duro, pero sumamente enriquecedor. Y aunque está siendo una maratón física, psicológica, social y económica, quiero pensar que he aportado mi granito de arena para conseguir que la toma de decisiones públicas esté cada vez mas basada en la evidencia científica y los datos.

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  1. Ana B

    Consellera de Sanidad

    Desde su piel que es la mía

Ana Barceló. LP

El ser humano es vulnerable y debemos tomar conciencia de ello. Sin duda es la principal lección que me ha enseñado esta pandemia que ha condicionado absolutamente todos los aspectos de nuestra vida y nos obliga a revisar nuestro mapa de prioridades. El mundo se ha parado porque nos han robado los besos, los abrazos, las caricias, la posibilidad de expresar nuestros sentimientos a través de un rostro que nos vemos obligados a cubrir con una mascarilla para protegernos, para proteger. Pero sé que la vida se abre paso. Lo compruebo cada día porque, si algo es seguro, es que esta pandemia no nos podrá robar la fortaleza y la capacidad para trabajar todas y todos, codo con codo, para salir de esta situación. Imaginar el dolor y la tristeza que se ocultaba detrás de cada dato, ser consciente de los abrazos y los afectos robados en el momento de la despedida, convertía mis noches eternas en una espera insoportable hasta el amanecer. Reconfortaba la imagen del personal sanitario acompañando, dejándose la piel en cada paciente, en un esfuerzo titánico. Hemos tenido días muy tristes, pero frente a la tristeza por la ausencia de quienes nos han dejado, la felicidad, de quienes salen adelante y arrojan un rayo de esperanza: la recuperación es posible, la vida se abre paso. La pandemia no ha permitido al sistema sanitario detectar precozmente los casos de violencia de género en mujeres. Hasta ahora, habíamos sido capaces de encontrar sospechas mediante un cribado. Hoy, en la comparativa entre el año 2019 y 2020 hemos observado un 74,5% menos de casos. Un problema que ha quedado oculto ante nuestros ojos. Pero no, no hay tregua ni tiempo que perder cuando la desigualdad provoca violencia abierta o soterrada. También aquí la vida se abre paso. Seguimos en la batalla sin cuartel por la igualdad, y hago mías las palabras de la poetisa Gioconda Belli: «Amo a las mujeres desde su piel que es la mía / a la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz desenvainadas / a la que se levanta de noche a ver a su hijo que llora (…) A todas las amo y me felicito por ser de su especie».

  1. Merce

    Presidenta del Colegio de Médicos de Valencia

    El reto es que mujeres y hombres CO-lideremos

Mercedes Hurtado. LP

Hasta hace un año, marzo se teñía de morado para celebrar el Día de la Mujer. Sin embargo, ahora también será recordado como el mes del inicio de la pandemia que cambió nuestras vidas y segó tantas otras, que nos hizo conscientes de nuestra vulnerabilidad. Ser mujer, en el tiempo de la Covid, al menos en mi profesión como médica, no ha condicionado mi trabajo, no ha sido diferente a lo que han vivido mis compañeros. Estos meses todos hemos tenido miedo, estrés, incertidumbre…, hemos añorado a nuestros seres queridos y nos hemos organizado de la mejor manera posible para cuidar a los demás y cuidarnos entre nosotros. Parafraseando a Ortega y Gasset, cada uno hemos sido nosotros y nuestras circunstancias, y creo que todos hemos tenido muchas cargas y responsabilidades este año. Sin embargo, sí que es verdad que a lo largo de mi vida profesional ser mujer me ha puesto a veces difíciles las cosas, sobre todo cuando tuve a mis hijos. Afortunadamente, en la actualidad se están fomentando políticas de conciliación, pero el hecho de que compañeras más jóvenes no encuentren el momento de ser madres me resulta preocupante. Tengo que decir que los 'techos de cristal' existen, en mi experiencia he tropezado con bastantes de ellos. Estos techos se aprecian cuando intentas progresar en tu profesión. A pesar de que la profesión médica se ha feminizado en los últimos años, en los puestos de responsabilidad siguen faltando mujeres. Debemos reconocer que hasta hace poco la historia de la humanidad y, con ella, la de la medicina, ha estado escrita por hombres. Creo que hemos avanzado, pero queda todavía mucho por hacer. Un reto: que el prefijo CO esté en nuestro día a día, para que hombres y mujeres podamos CO-liderar. Un deseo: que nuestras hijas y nuestras nietas no tengan que luchar con estereotipos. Se merecen referentes femeninos en puestos de responsabilidad. Tod@s tenemos algo que aportar, no estamos en tiempo de desperdiciar talentos.

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  1. Vicen

    Secretaria autonómica de Escuelas Católicas y directora

    Ventilando espacios contaminados de machismo

Vicenta Rodríguez. LP

Con las mochilas al hombro y el ninot bajo el brazo. Así salieron los alumnos del colegio hace ya casi un año. A partir de ese momento nada ha vuelto a ser como antes. A la helada temperatura de aquellos días de confinamiento se unía el frío de las aulas cerradas y el sobrecogedor silencio que recorría los pasillos.

Como directora tenía una sensación de clandestinidad al abrir el centro para recibir a alguna familia que venía a recoger material olvidado o los libros del hijo enfermo que se quedaron en el pupitre cuando todo cambió. El curso siguió de otra forma. ¡Tan diferente! La vida escolar no se paralizó, la comunidad educativa se reinventó. Aprendimos a manejar las diversas tecnologías en poco tiempo, y las pantallas fueron las ventanas para asomarnos a los hogares de nuestras familias y alumnado.

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Durante este año las agendas se vaciaron de eventos culturales y deportivos y llenamos el 'Calendar' de reuniones virtuales. La situación sanitaria nos robó algunos momentos hermosos de una escuela: los actos de final de etapa y la acogida de las nuevas familias. Como mujer-directora viví con esperanza siempre, levantando ánimos y acompañando con brújula optimista el trayecto por el que discurría cada grupo.

Empezamos el nuevo curso, faltos de certezas y llenos de deudas económicas como consecuencia de adecuar los espacios y aumentar los protocolos de limpieza para acoger a todo el alumnado posible y con la necesaria seguridad.

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Las y los docentes, en el refranero de marzo, somos un viento que ventila los espacios contaminados de machismo, un vendaval que elimina la orientación profesional y académica sexista; movemos la brisa que va llenando los libros de texto con presencia femenina, soplamos el aire que mueve las hojas de la formación en la coeducación.

  1. Mavi

    Rectora de la Universitat de València

    Alçar les veus i avançar front al silenci

Mavi Mestre. LP

La nostra societat ve del silenci. Silenci a les aules buides al llarg del confinament del passat any; silenci a molts espais culturals, silenci als centres esportius, als restaurants i bars; i també als parcs, a molts parcs infantils tancats com a part de les mesures preventives per a fer front a la pandèmia per Covid-19.

Encara estem en el silenci als casals fallers i a les seus de les societats festives als pobles valencians.

Per eixir de la foscor emocional en què ens ha situat la pandèmia, per superar la soledat que imposen les mesures preventives de distància social, necessitem del diàleg i del treball conjunt. De la cogovernança de les institucions participatives i democràtiques, per tal de fer front, com a societat, a aquest repte que és el més gran al qual ens hem enfrontat en més d'un segle.

Les dones tenen, tenim, l'empatia i el tarannà del diàleg. Que compartim amb molts homes. El diàleg a casa per ordenar i gestionar les relacions al si de la família. I també l'esperit de superació dels reptes que a moltes dones els ha suposat, o els suposa encara, eixe 'sostre de cristall' que ens ha limitat al llarg de la història, i que encara, però cada dia menys, existeix.

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Venim del silenci existent al llarg de la història al treball de moltes dones a les cases, i també de la poca visibilitat del seu treball professional. Venim d'una societat que, abans de la democràcia, limitava drets a les dones.

Al llarg de les darreres dècades hem avançat en eixe silenci social existent, i estem aconseguint que s'alcen les veus per denunciar casos de discriminació, alhora que estem aconseguint que es parle, i també s'actúe, contra la violència de gènere.

  1. Ana L

    Médica oncóloga, investigadora y catedrática emérita

    Una sanidad potente para una sociedad igualitaria

Ana Lluch. LP

Un año mas llega el 8 de marzo y con él, el día en que las mujeres nos reivindicamos como colectivo en defensa de nuestros derechos y contra las discriminaciones que aún padecemos.

Y en esta ocasión, envueltos por una terrible pandemia que tantos sufrimientos, pérdidas humanas y de todo tipo, nos ha deparado al conjunto de la sociedad.

Las consecuencias socioeconómicas y de seguridad personal han recaído una vez mas con mayor intensidad, en el colectivo de las mujeres.

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A la crónica precariedad laboral y la discriminación salarial que de manera permanente margina a las mujeres respecto al colectivo de los hombres, en esta situación de pandemia y el consecuente confinamiento, en el ámbito de la familia se ha incrementado de manera alarmante el nivel de violencia de genero en el espacio doméstico, como han reflejado las estadísticas.

A esta insostenible situación de la mujer que sufro desde mi conciencia feminista, personalmente, como perteneciente al colectivo de profesionales de la sanidad publica, he vivido además esta pandemia con una especial sensibilidad por el hecho de que es el colectivo sanitario quien ha tenido que asumir la responsabilidad de estar en primera línea en la lucha contra una epidemia de las dimensiones que estamos viviendo.

Ojalá saquemos enseñanzas positivas de esta dura experiencia y valoremos la importancia de tener un potente sistema sanitario publico y universal apoyando una poderosa estructura investigadora.

Y lo que es mas importante, nos ayude a avanzar hacia una sociedad solidaria e igualitaria, sin discriminaciones por razones sociales, económicas o de genero, única garantía de poder tener la paz social y el progreso para todos y todas.

  1. Maris

    Comisaria jefa de la Policía de la Generalitat

    Estamos en el camino pero queda aún recorrido

Marisol Conde. LP

Todos, en el último año, hemos afrontado una situación inédita en nuestras vidas. En mi caso se ha sumado una nueva responsabilidad, nueva ciudad, nuevo entorno.... Pero la intensa actividad de la Policía de la Generalitat no ha dejado espacio para pensar en otra cosa que no fuera contribuir con nuestro trabajo y vocación a minimizar los efectos de la pandemia. Agradezco y destaco la entrega, dedicación y compromiso de las mujeres y hombres de esta unidad. Es un orgullo ver el deber con el que día a día velan por la seguridad de las gentes y protegen su patrimonio cultural y natural.

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Pese a que la pandemia ha ralentizado proyectos y medidas es de esperar que la progresión en la integración de la mujer en igualdad con el hombre avance. Para definir la situación actual, acudo a una frase del filósofo Karl Popper: «Estamos mal, pero nunca hemos estado mejor». Estamos en el camino pero queda recorrido. Además de creer en nosotras y desplegar nuestro potencial, hace falta compromiso político, social, institucional y empresarial que abarque la educación, formación, acceso al mercado de trabajo, conciliación, igualdad de retribuciones....

En la policía, la incorporación de la mujer y su impulso a puestos de responsabilidad ha ido por delante que en otros ámbitos de la sociedad. Se nos han dado las mismas oportunidades, si bien para algunas compañeras su situación personal ha condicionado y limitado las expectativas de superación profesional. Pero las desigualdades entre hombres y mujeres no desaparecerán por sí solas, sin esfuerzo y responsabilidad de ambas partes.

Creo que son infinitos los beneficios de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad: la capacidad de negociación, una visión más humana y menos fría de los problemas, la empatía, la sensibilidad, el liderazgo en la gestión de grupos de trabajo, la creatividad en la consecución de recursos o la capacidad de comunicación y organización... Es una aportación de talento y valía que ninguna sociedad que se precie debe desaprovechar.

  1. Eva B

    Presidenta Asociación de Empresarias de Valencia (EVAP)

    Igualdad de género para la recuperación económica

Eva Blasco. LP

Cuando ha transcurrido casi un año desde la declaración del estado de alarma, echo la vista atrás y compruebo cómo han cambiado nuestras vidas en tan corto espacio de tiempo. La pandemia nos obligó a cambiar nuestros hábitos tanto en lo profesional como en lo personal.

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En lo profesional, 2020 fue un año extraordinariamente complejo, como continua siéndolo 2021. Un año en que empresarias y empresarios nos vimos obligadas a movernos en un escenario de total incertidumbre, uno de los peores elementos para la dinamización de la actividad económica. 2020 fue el año del 'shock' y del letargo; desafortunadamente en 2021 estamos asistiendo a la mortandad de las empresas. Muchas no podrán superar esta gran travesía por el desierto, con las gravísimas consecuencias que conllevará para la economía, el empleo y las familias y más, como es mi caso, en el sector turístico.

En lo personal, 2020 fue un año que me atrevería a calificar de extraño. Tomé la decisión de que mi hijo pasara el confinamiento con mi madre: seguridad y compañía mutua fue mi prioridad. Pero durante aquellos meses de vivir el confinamiento en soledad, no sentí aislamiento ni desconexión, a lo que posiblemente contribuyó estar activa en mi empresa y en el ámbito asociativo.

Y resalto la respuesta que tuvimos en Evap pues fuimos capaces de reaccionar tempranamente, mantuvimos actividades en formato telemático y presencial, siempre con las recomendaciones sanitarias. En 2021 debemos dar un paso más allá, aspiramos a incrementar y reforzar la actividad, con el objetivo de garantizar que la recuperación se aborde desde una perspectiva de género.

Debemos asegurarnos de que no se reproduzcan los errores de la anterior crisis. Apenas ha transcurrido una década, pero debemos recordar que en la respuesta y las políticas de recuperación no se analizó, ni se reconoció ni se rectificó el impacto de la crisis en materia de igualdad de género. Es necesario que la dimensión de género no vuelva a ser la gran olvidada, sino que se integre en todas las políticas y en particular en las medidas que se adopten para la recuperación económica.

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  1. Carme

    Pintora. Premio Nacional de las Artes Plásticas 2013

    Tenemos que motivarnos, trabajar y seguir luchando

Carmen Calvo. LP

La pandemia ha supuesto un retroceso en el avance de la situación de la mujer. Se dan más situaciones de maltrato, pues la situación económica es un factor que afecta mucho y se traduce en las relaciones de pareja en general. A ello se añade que las oportunidades de trabajo disminuyen entre las mujeres como consecuencia de las circunstancias en las que está envuelto todo el mundo.

Aunque las cosas sean así, esto no quita que tengamos que seguir trabajando y luchando con la mirada puesta en ganar posiciones en el avance por gestionar las libertades que ahora se enfrentan a un momento en el que todo es muy frágil. Es necesario motivarse, trabajar y ofrecer una mirada positiva a la vida todos los días. Eso es lo que yo suelo hacer a diario.

Es cierto que unos días se está mejor que otros, pero a mí me emociona pensar que tengo un trabajo que me gratifica personalmente y, aunque la cultura en medio de las circunstancias que atravesamos está sufriendo en estos momentos en todos los campos, tenemos que pensar que la lectura, el cine, el teatro y todas las manifestaciones de las artes nos ayudan a que la sociedad pueda ser mejor.

Ahora tengo la ilusión de la exposición que realizaré en el IVAM en 2022 y, además estoy exponiendo en la sed del IVAM de Alcoi. Allí participo en la muestra colectiva 'Pintura & Poesía recordant Isabel-Clara Simó'. Mientras tanto, van surgiendo otras propuestas, aunque ahora son débiles como consecuencia de no poder exponerse. Y también otras novedades que podré comentar más adelante.

El trabajo me conforta, echaba de menos ir al estudio. De todos modos reconozco que a los artistas o creadores nuestra soledad siempre nos acompaña. Aunque durante el confinamiento fue distinto porque sentía que me faltaba la libertad. Por ello creo que es necesario luchar por la libertad en todos los sentidos. La pandemia es un mal sueño, una realidad que no esperábamos y que nos hace pensar que hay que cuidar la humanidad, las ciudades, el campo... En definitiva, la vida.

  1. Anabe

    Extenista y capitana del equipo español de Copa Federación

    Se necesitan referentes y mejorar en la conciliación

Anabel Medina. LP

Este año ha sido muy duro a nivel profesional. Con el equipo español teníamos dos objetivos muy importantes: clasificarnos para la fase final de la Copa Federación y los Juegos de Tokio. A esto hay que sumar el ITF que con tanto cariño organizamos en Valencia y del que soy directora. Lo primero se logró pero, igual que todo lo demás, no se pudo celebrar por la pandemia. Tuve que readaptarme y aproveché para realizar viajes a nivel nacional. Me centré en hacer seguimiento a nuestras jugadoras en los torneos de la Liga Femenina Mapfre que organizó la Federación y los ITF que hubo por España. Esas chicas son el futuro de nuestro tenis y me gusta tenerlas controladas.

Por mi trabajo como capitana viajar a los Grand Slam, pero en 2020 tampoco me lo permitieron, así que hice de comentarista para Eurosport desde Madrid. Además, 2020 ha sido bastante complicado en lo personal. Cuando se empezó a hablar seriamente del confinamiento me pilló fuera. Llegué a España el 13 de marzo y el 14 se decretó. Tuve que mantenerme aislada de mis allegados tres meses. Fue muy duro psicológicamente: mi abuelo, con 92 años, no pudo superar el virus y falleció.

Por todo lo que he vivido a lo largo de mi carrera, y también en este año tan convulso, considero súper importante la igualdad de oportunidades, dejando a un lado el género. Si te preparas para desempeñar cualquier tarea y tienes las cualidades, que no haya obstáculos.

También quiero incidir en la conciliación. Se está trabajando en ello, pero es vital encontrar herramientas para que la mujer pueda compaginar su vida profesional al máximo rendimiento con la familiar. Actualmente sigue siendo complicado y me pongo como ejemplo. Hay muchas que renuncian a viajar como entrenadoras de tenis por las trabas que supone desplazarse con un niño, los torneos no están adaptados para ello.

Y por último, cuanto más protagonismo tenga la mujer en puestos relevantes y mayor reconocimiento sobre todo en los medios de comunicación, habrá más referentes femeninos con los que ayudar a futuras generaciones. Ellas necesitan espejos en los que reflejarse.

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