Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo

¿Cómo hemos llegado a esta situación?

La crisis del Covid-19 ·

La tasa de positivos estaba fuera de control, al Consell le faltó contundencia, el cierre de los municipios se decidió tarde y parte de la población hizo caso omiso a las restricciones

Héctor Esteban

Valencia

Sábado, 16 de enero 2021

La Comunitat Valenciana vive su peor momento de la pandemia por coronavirus. Los contagios se sitúan a un paso de los 8.000 casos diarios, la transmisión es comunitaria y la presión en los hospitales está a punto de explotar. Los sanitarios están al límite, agotados y ante un panorama peor que el de la primavera pasada. El caos de hoy es fruto de los errores de la Navidad. Los gobernantes no fueron firmes en sus decisiones y una parte de la ciudadanía optó por la picaresca para saltarse las normas. Un cóctel catastrófico para un invierno vestido de drama. El clavo ardiendo al que se agarran todas las partes es la vacuna a la espera de un posible confinamiento que cada vez piden más territorios. A las restricciones dictadas por la Generalitat se suman las medidas aplicadas por los municipios valencianos.

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El 30 de diciembre de 2020, la Conselleria de Sanidad colgó en la web del Diario Oficial de la Generalitat a media tarde y sin avisar el número 8986 bis, el boletín de la desesperación. El coronavirus se expandía por la Comunitat fuera de control y el Consell trataba de abortar una Nochevieja que ha sido una bomba de relojería. La Generalitat sabía que la situación se le había ido de las manos pero llegó tarde para evitar el desastre. El presidente del Consell, Ximo Puig, proclamaba a gritos que estaba prohibida la Nochevieja y la 'tardevieja' pero no existía ningún documento que confirmara esa suspensión. Aquel Diario Oficial 8986 bis es la prueba de la improvisación.

La medida estrella para tratar de evitar el desastre fue prohibir los pinchadiscos y la música en directo en los locales de ocio nocturno, que días antes habían pasado a ser de ocio diurno por decisión de la Conselleria de Sanidad. Una restricción ineficaz a la desesperada.

La Comunitat Valenciana, hasta diciembre, era uno de los modelos a seguir durante la pandemia. Situación controlada dentro del desastre general y los hospitales con una presión asumible en comparación con otras autonomías. Además, en verano se tomaron medidas puntuales, especialmente con el ocio, ante cualquier signo de alarma en la curva de contagios. Sanidad exhibía su capacidad de rastreo asegurando que eran el territorio que más brotes de coronavirus localizaba de toda España.

El 6 de diciembre, el primer día del puente festivo, se fija el kilómetro cero de esta cuarta ola de coronavirus –así lo marca Margarita del Val, una de las virólogas de referencia en España–. En aquel momento, según los datos de Ministerio de Sanidad, la incidencia acumulada de casos por cada 100.000 habitantes en la Comunitat Valenciana era de 210 positivos. Hoy, esa cifra es de 760, la tercera más alta de España.

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Una de las claves de este espejismo que ha vivido la Comunitat es la combinación de tasa de positividad y presión hospitalaria. El porcentaje de positivos era muy alto pero se asumía porque en los hospitales había margen de actuación. La Comunitat Valenciana es una de las autonomías que menos pruebas PCR y de antígeno realiza por cada 1.000 habitantes –394 test cuando la media es de 498–, lo que penaliza las labores de rastreo para detectar contactos de positivos. Una tasa alta de positivos y poca presión en los hospitales se puede llevar. Si los ingresos aumentan, la situación se transforma en un caos en cuestión de días.

Antes de las fiestas navideñas, eran muchos los municipios valencianos con una incidencia de casos por encima de 1.000 contagios por cada 100.000 habitantes. Un ejemplo es el Ayuntamiento de Cheste, que el día 29 de diciembre en un comunicado pedía ayuda a la Generalitat y el cierre perimetral de su municipio. Los pueblos con más de un millar de casos de incidencia acumulada se multiplicaban día a día y la Generalitat no dio la orden de perimetrarlos hasta el 7 de enero. La súplica de Cheste tardó diez días en hacerse realidad.

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Las medidas de la Generalitat para evitar el tsunami de contagios se empezaron a aplicar el 21 de diciembre, cuando los valencianos ya tenían planificadas sus fiestas navideñas. No fue difícil saltarse la limitación de seis personas en las reuniones sociales y familiares. Muchos de los planes previstos se mantuvieron y hoy es una realidad que familias enteras se han contagiado de coronavirus. Las cenas y comidas en espacios cerrados, sin ventilación y sin mascarillas han derivado en un torrente de positivos diarios porque la cadena ha seguido su curso en los centros de trabajo.

En Navidad, el número de pruebas se ralentizó durante los festivos, se mantuvieron las vacaciones de unos sanitarios agotados por la situación y las labores de rastreo dejaron de tener un alto porcentaje de efectividad. Un día antes de Nochevieja, Puig suplicaba para que no hubiera celebraciones pero al día siguiente los restaurantes, con el DOGV en la mano, tenían sus comedores llenos para decir adiós a un 2020 que terminó mejor que ha llegado 2021, que hasta ahora se ha destapado con dos semanas infernales.

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Los expertos pidieron un confinamiento duro antes de Navidad para tratar de salvar la economía y las fiestas. No se hizo, y el exceso de confianza se pagará con vidas humanas. La última semana de enero y la primera de febrero se prevé trágica por el alto número de positivos que presenta la Comunitat día a día. Hoy debe aplicarse la segunda dosis de la vacuna de Pfizer a los que recibieron el 27 de diciembre. Dentro de una semana se verá si realmente funciona y el futuro puede verse desde un prisma diferente.

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Transmisión comunitaria y 98.000 contagiados

La Comunitat Valenciana se presentó en las fiestas navideñas con una media de más de 2.000 nuevos positivos diarios por Covid-19. Nunca se encadenaron unos datos tan preocupantes desde el inicio de la pandemia a finales de febrero. Mientras el puente festivo de octubre se pudo capear, el de diciembre fue el punto de inflexión para los valencianos. La Generalitat abrió la mano pero llegó tarde cuando quiso reaccionar. En la última semana de diciembre los 2.000 casos se convirtieron en más de 3.500. Los positivos se multiplicaron fuera de control y aparecían cada vez más municipios con tasas de más de 1.000 casos por cada 100.000 habitantes. Tras varios días por encima de los 6.000 casos, el viernes se comunicaron 7.497 positivos y ayer, 7.878 nuevos contagios.

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2

La incidencia se duplica en tan sólo una semana

La incidencia acumulada era el gran aliado de las políticas del Consell para validar todas las medidas adoptadas para contener al virus. La ola de otoño ocupó pero no preocupó porque los datos eran mucho mejores que en el resto de regiones. La Comunitat llegó a ser la autonomía peninsular con la incidencia más baja de España. Tan sólo en Canarias estaban mejor que en el territorio valenciano. Incluso Asturias, que durante muchas semanas fue el espejo en el que mirarse, entró en barrera en muy pocos días. El 6 de diciembre, la Comunitat estaba en un nivel por debajo del riesgo extremo, que es 250 casos por cada 100.000 habitantes. A las puertas de la Navidad, la tasa era de 309, la tercera de España. Las restricciones en otras autonomías habían surtido efecto y la incidencia había bajado pero la Comunitat y Baleares, con buenos datos en otoño, seguían una tendencia inversa. El 7 de enero era de 343 casos y una semana ha bastado para multiplicar por dos el dato. Hoy, con 760,13 casos, la Comunitat presenta una situación muy preocupante.

3

Tres de cada diez PCR dan un resultado positivo

La tasa de positividad viene a representar la fábula del lobo en la Comunitat. El valor se ha situado en los últimos meses casi siempre en un nivel de máximo riesgo pero nunca se han tomado medidas contundentes para rebajar un indicador que chiva la falta de pruebas y la deficiente labor de rastreo. La Comunitat se presentó el 6 de diciembre con un tasa de positivos de 13,6% por cada 100 pruebas –la media en España era de 7,62%–. Desde ese momento, la tasa se ha disparado y no ha dejado de ser la más alta de España. A las puertas de la Navidad, el 22 de diciembre, la positividad subió hasta 16,5 casos por cada cien PCR o antígenos. El último día de 2020 ya eran casi positivos dos de cada diez valencianos testados (18,55%) y la situación se fue de las manos después de Nochevieja. Los contagios de Navidad aparecieron en la primera semana del año con una tasa del 24,77% –el 7 de enero– y esta semana se han sumado los de fin de año y Reyes con un 29,91% de positivos en la Comunitat frente al 17,07% en España.

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1.053 muertos desde el puente de diciembre

El pasado lunes 11 de enero la Conselleria de Sanidad comunicó el fallecimiento de 92 valencianos por Covid-19, muchos de ellos internos en residencias de mayores. Una cifra muy superior al peor dato de la primera ola. Al ritmo que sube el nivel de contagios, con una transmisión comunitaria y los hospitales saturados, la mortalidad puede superar el centenar en las próximas jornadas. Un enfermo por Covid grave fallece entre los 18 y los 21 días después de haberse contagiado, por lo que los positivos de hoy pueden ser los fallecidos de dentro de tres semanas. El último informe del MoMo apunta que del 1 de diciembre al 10 de enero en la Comunitat murieron 944 personas más de las estimadas. Desde el puente de diciembre, se ha dado uno de cada tres muertos en la región valenciana.

5

2.000 ingresados más que en la primera ola

Por primera vez se han superado los 3.000 ingresados por Covid-19 en la Comunitat Valenciana. En el peor momento de la primera ola, la presión hospitalaria marcó un pico de 2.189 personas el 30 de marzo. Hoy, hay 3.216 valencianos con coronavirus en la Comunitat, un millar de enfermos más que la peor jornada de la primera ola. En los últimos días, fruto del aumento de los contagios, la velocidad de ingreso se ha multiplicado a un ritmo mayor que en la primavera pasada. El 6 de diciembre había 1.158 valencianos en los hospitales. Esa cantidad se multiplica por tres en estos momentos y tensiona un sistema sanitario que está al borde del colapso. La Comunitat Valenciana no ha vivido un momento así nunca y las próximas semanas van a ser vitales para saber si la sanidad valenciana está preparada para atender este tsunami de positivos. Los casos de ayer son, por pura proyección, los ingresos de la semana que viene. Las hospitalizaciones que se viven en estos momentos son los contagios de la semana pasada. Llegan diez días fundamentales.

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6

La mitad de los pacientes en la UCI es por Covid-19

En las unidades de cuidados intensivos de los hospitales es donde se libra la batalla. Los ingresos por Covid-19 en las UCI es uno de los valores que determina el posible confinamiento territorial. El gran objetivo de las vacunas de Pfizer y Moderna no es evitar el contagio, sino que los enfermos no desarrollen una enfermedad grave. La Conselleria de Sanidad comunicó ayer que 467 valencianos están intubados por culpa del Covid-19, una cifra desorbitada. En la Comunitat Valenciana uno de cada dos ingresados en intensivos es por coronavirus. El último dato del Ministerio de Sanidad fija el porcentaje en un 48,09% frente al 29,56% de la media nacional. Los valencianos llegaron al puente de diciembre en una situación de nivel alto de riesgo pero bajo control. Ahora, los pacientes críticos se han duplicado y la curva sigue en aumento.

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