J. A. M.
VALENCIA.
Viernes, 4 de octubre 2019, 01:09
En la fundación A. Miguel Roca-Proyecto Hombre no sólo se ha disparado la cantidad de jóvenes que acuden en busca de auxilio por su adicción. También la de madres y padres que, aterrorizados por la vertiginosa adicción del 'pescao' y sus efectos, se presentan en la institución en busca de auxilio y asesoramiento. «Nos están llegando familias pidiendo ayuda para hijos que presentan brotes psicóticos por culpa del consumo de marihuana sintética», lamenta el psicólogo Miguel Rubio. «Cuando el daño llega ya a este punto, es preciso un tratamiento psiquiátrico previo a las terapias de deshabituación», agrega.
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Y es que la factura que el 'pescao' cobra al cuerpo humano es muy elevada: taquicardias, hipertensión arterial, arritmias, agitación, insomnio, ansiedad, alucinaciones o delirios son algunas de las consecuencias del consumo. Se suman los efectos indirectos por culpa de la vertiginosa adicción: ruptura familiar y de estudios, delincuencia o el trapicheo a edad temprana.
La madre de un joven adicto a la marihuana sintética constató, en declaraciones a LAS PROVINCIAS, los nefastos efectos de la droga. «Convirtió a mi hijo en adicto a los 17 años y en pocos meses. La toman chavales desde los 13, no se detecta en las pruebas de orina, es más barata que el botellón y el negocio para los productores es redondo, pues terminan vendiéndola los propios enganchados para conseguir dinero para su consumo».
La mujer ha movido cielo y tierra para sacar a su hijo del pozo. Todo sucedió rápido. «Empezaron los 'porretes' en el pueblo. La coincidencia con otros chavales con fracaso escolar hizo que se juntara con mala gente, entre ellos su primer camello». Y con la adicción, el infierno en casa. «Cambió de raíz. Le empezó a ir mal en FP, llegó la dejadez, la chulería, las burlas a sus profesores, la actitud desafiante...».
La droga derivó en violencia hacia sus padres. «Nos robó tres móviles en tres meses. Amenazó con matar a nuestra perrita y a mi marido con un cuchillo, llegaron las vistas de la policía a casa... Al final lo tuve que tirar de casa».
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