Borrar
Urgente La Lotería Nacional del sábado deja el primer premio en un popular municipio valenciano y otras cinco localidades
Shirin Musa, el martes, en Valencia, donde ofreció una conferencia en la Universidad.
Divorcio en un matrimonio islámico | La lucha pionera de Shirin Musa

La lucha pionera de Shirin Musa

La activista paquistaní, que este martes ofreció una conferencia en Valencia, ha logrado el divorcio libre para las mujeres musulmanas en Holanda: «Hay que acabar con el cautiverio marital»

RUBÉN GARCÍA BASTIDA

Miércoles, 1 de junio 2022, 00:44

Shirin Musa (Quetta, 1977) se casó completamente enamorada. Tanto que, ante el rechazo de su familia a que uniera su destino al de aquel hombre, decidió formalizar el matrimonio en secreto. Lo que no sabía era que cinco años después, cuando aquel amor se esfumó, divorciarse se convertiría en una extenuante lucha legal por una libertad arrebatada. Cuando ella, como tantas otras mujeres en Europa, decidió en 2010 que había llegado la hora de divorciarse, se encontró con un muro. Para Shirin, una mujer paquistaní y musulmana residente desde niña en Holanda, formalizar el divorcio religioso sin el consentimiento de su esposo no era posible, ni siquiera bajo la protección de los derechos de la sociedad europea. El largo trayecto que decidió emprender la convirtió en la primera mujer en lograr el divorcio en un matrimonio islámico sin la autorización de su marido. El mismo viaje que la mantiene ocupada años más tarde y que ayer la trajo a Valencia para ofrecer una conferencia en la Universidad, dentro de la gira por diversos países que lleva a cabo para concienciar sobre la necesidad de proteger a las mujeres del cautiverio marital, una situación que compara con la esclavitud. Su ambición pasa ahora por extender lo que ha conseguido en Holanda a todas las musulmanas que residen en Europa, allí logró una histórica sentencia en los tribunales que ha establecido un nuevo panorama legal que ha acabado con la protección de los matrimonios forzosos por motivos religiosos.

«Las mujeres que profesamos el Islam debemos casarnos en Europa dos veces para que el matrimonio sea válido de cara a la comunidad», explica. En primer lugar, ante la justicia del país de residencia; en segundo, ante las autoridades religiosas. Del mismo modo, cuando Shirin decidió salir de su matrimonio tuvo que afrontar dos realidades: el divorcio legal, para el que no encontró impedimentos, y el religioso. «Mi exmarido no dio su beneplácito, y yo no podía obtener el divorcio sin su permiso. De cara a la comunidad, seguía casada. Y no podía rehacer mi vida», señala.

Lo primero que hizo fue buscar todo tipo de mediaciones ante las autoridades religiosas. Creyó haber encontrado la comprensión en uno de los imanes de su comuniudad, que parecía estar abierto a conceder el fin del matrimonio, pero no lo iba a hacer a cambio de nada. «Quería mi dinero, mis joyas y mi casa». Lejos de amilanarse, Shirin se reforzó en la idea de que aquella situación atentaba contra los derechos humanos. «Era como la situación de los esclavos que compraban su libertad pagando a sus amos».

El adulterio y la cárcel

Antes de casarse había iniciado estudios de Derecho, así que decidió retomarlos para buscar por sí misma una solución a aquella cárcel. «Era muy importante porque de no lograr el divorcio, si volvía a Pakistán iba a ser considerada una adúltera, y el adulterio allí está penado con prisión», subraya. Además, sin el divorcio, su marido podía reclamar la «obediencia marital» si en alguna ocasión coincidían en su país de origen, donde los maridos tienen derecho sobre la voluntad de sus mujeres.

Durante sus estudios pidió ayuda a varios de sus profesores, pero estos le dijeron que no la podían ayudar. La invitaron a dejar su religión, pero ella no quería abandonar sus creencias, sino su matrimonio. «Tengo mucha suerte porque tengo el apoyo de mi familia. No hay que olvidar que con mi decisión también ponía en riesgo el honor familiar. En otras familias eso puede suponer castigos físicos que yo no he sufrido».

Tras encontrar un caso de una mujer judía que en 1982 había pasado por una situación similar en Holanda, buscó una salida legal. «La jueza se mostró muy sorprendida al conocer mi situación, y reconoció la violación de los derechos humanos que suponía el cautiverio marital». Esta le impuso a su marido una pena de entre 250 y 10.000 euros por cada día que no facilitara el divorcio. Así fue como logró que aceptara dejarla ir.

Hoy Shirin es una mujer divorciada y plenamente dueña de su futuro a todos los efectos, aquí y en Pakistán. «Sentí una liberación física. Había estado somatizando todo el estrés y cuando al fin lo conseguí, noté que mi salud mejoraba». Su obsesión desde aquel momento es que ninguna mujer vuelva a pasar por lo que ella ha vivido. Para conseguirlo creó la Fundación Femmes for Freedom, desde la que no ha dejado de trabajar para llevar esta protección legal al resto de países y con la que ha mantenido diversos encuentros con autoridades de países de la Unión como Francia y España y con el Europarlamento. Pronto espera ver un paso a nivel comunitario que le evite a otras mujeres su cárcel de papel.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias La lucha pionera de Shirin Musa