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El viernes 4 de noviembre, el pequeño Yago, de un año y medio de edad, empezó a encontrarse mal. Tenía mucha tos, apenas comía, ... pero Marta, su experimentada madre (tiene otras dos hijas) aguantó hasta el lunes para llevarlo al médico. «Decido acercarlo a la Quirón para que lo ausculten, pero sin alarmismo, y me dicen que tiene broncoespasmo agudo. Nada de ir a la guardería y que lo lleve cada 24 o 48 horas a que lo ausculten. Y así nos pasamos unas dos semanas, con el ventolín, que no come, que duerme mal, con mocos... y un poco agobiados, porque por la respiración es difícil detectar cuándo realmente están mal por mucho que te lo expliquen. Si tiene tiraje, si mete las costillas..., es muy difícil saberlo, lo llevé el lunes sin ser consciente de que el niño estaba bastante mal», relata.
Este primer caso provocó que «estés cada dos por tres acercándote a que lo ausculten, y te dicen que si empeora lo lleves. El tratamiento que nos dieron funcionó y el niño no ha tenido que ingresar en el hospital».
Y arrancan las dificultades a la hora de conciliar. «El problema viene que se tiene que quedar en casa y nos tenemos que ir a trabajar. Y se le añade que es un virus que se propaga, contagias al resto de la familia, y no puedes tirar de los recursos de los abuelos por evitar contagiarles».
Marta subraya que la pandemia «ha hecho que nos dé más miedo el contagio a los mayores porque antes, con mis otras hijas, no pensaba si se contagiaban o no mis padres; pero ahora, como se ha visto que los mayores no tienen la misma salud, somos más conscientes de esto».
La semana siguiente cayó víctima del virus su hermana Rocío, de 9 años. «No es tan preocupante, no hay que llevar tanto control, está mala, se queda en casa, se aburre... Yo me pongo mala el jueves, y el domingo, la mayor, Marta, de 12 años, también se pone mala. Como empezaba el lunes los exámenes trimestrales la llevo al colegio a hacer los dos exámenes, pero me la devuelven porque tosía mucho, y toda la semana entera mala. Hemos estado los tres y mi marido, que se encontró mal, llegó a faltar un día al trabajo, pero no ha llegado a estar malo del todo, no ha sido como nosotras, tos constante, que llega un punto que te ahogas, dolor de cabeza y mocos», narra Marta, que destaca las dificultades para compaginar el cuidado de sus hijos víctima también del virus y mientras teletrabaja.
«Mi marido Santiago se tiene que ir a trabajar, y yo me encuentro mal. Todo se hace un mundo, y además teletrabajando porque no me he cogido la baja. Yo trabajo en la Federación de Familias Numerosas de la Comunitat (Fanucova) y gracias a Dios es una entidad que tiene muy presente la conciliación y apoyan la flexibilidad horaria y el teletrabajo, la familia es lo primero. Es cierto que esto es una suerte encontrar empresas así, estoy encantada con mi trabajo porque no hay sueldo que lo pague, llevo 12 años trabajando aquí y estoy feliz y contenta por eso».
Marta se queja de que, al final, «siempre se pide la conciliación a la mujer y al hombre no, como que las empresas piensan directamente en la mujer, pero tendría que ser mujer y hombre y poder repartirme con mi marido, que tendría más complicado el poder teletrabajar. Está como mal visto, el hombre no lo pelea, no se ha llegado a cambiar el chip en las empresas».
Esta madre resume que estuvieron «toda la semana pasada todos enfermos y finalmente yo supliqué que nos dieran antibióticos a la médico de cabecera porque no íbamos para adelante y teníamos que funcionar. El niño se recuperó sin antibióticos, pero el resto hemos tenido que tomar, y desde este lunes ya cada uno hemos podido volver a nuestro sitio. Las niñas aún están tomándose el antibiótico, pero ya están yendo al colegio hasta que venga el siguiente virus. Nos han dicho que lo de Marta es bronquitis, que es súper propensa a cogerlo, y le acaban dando corticoides».
Las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) pediátricas de la Comunitat se han visto seriamente tensionadas por el incremento de niños afectados por bronquiolitis, pero la situación empieza a contenerse. Durante los últimos días, la ocupación de estos servicios no sobrepasaba ya el 80%, aunque tenían capacidad para ampliarse si hubiese sido necesario. Concretamente, disponen de UCI pediátrica los hospitales Clínico y La Fe, en Valencia, el General de Castellón y su homólogo de Alicante. En total, 40 camas, de las que a las 14.00 horas de ayer, según fuentes de UGT, estaban ocupadas 31. De esos pacientes, 22 estaban afectados por bronquiolitis.
Al detalle, La Fe cuenta con 16 camas (12 ocupadas, seis de ellas por niños con bronquiolitis), el Clínico seis (cinco con menores que presentan la dolencia), el General de Alicante otras seis (también cinco con niños con bronquiolitis) y el General de Castellón 12 (nueve ocupadas, seis de ellas con menores con esta infección respiratoria), según detallan fuentes del sindicato UGT.
De hecho, el resto de hospitales que no disponen de estos servicios, como el Doctor Peset, cuando consideran que algún menor requiere asistencia en cuidados intensivos lo suelen derivar a alguno de estos centros sanitarios. Así, desde el departamento autonómico precisaron ayer que el Peset no ha tenido que derivar a ningún paciente pediátrico a otros centros hospitalarios por saturación. Insisten en que la situación es de normalidad y está perfectamente controlada.
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