![¿Qué hacer con los niños positivos en casa? | Los malabarismos de una familia con Covid](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202201/25/media/cortadas/familia-covid-malabares-U1203135356102uB-RqOyR1KriLak5Ygf7QHpybM-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Héctor Mora tiene 42 años y es abogado. Paula Valle, 39, y ejerce como integradora social. Son padres de cuatro hijos y miembros de la Asociación de Familias Numerosas Más de Dos. Como ocurre estos días con tantos otros progenitores valencianos, el virus se ... ha colado en sus hogares de forma descarada y masiva. Por la vía infantil. Para hacer añicos todas las rutinas familiares.
El letrado en apuros lo resume con una sencilla frase: «Con seis contagiados en casa o dividimos las funciones y el tiempo o palmamos». Los cuatro pequeños confinados son Mateo, de 2 años, Belén, de 8, María, de 10, y Almudena, de 11. Y esta es la cronología que les ha llevado al actual laberinto doméstico: «A María le subió la fiebre tras volver a clase después de Navidad. El domingo 16 de enero dio positivo». A partir de ahí, la catarata de contagios: «El lunes, Mateo, el martes, Almudena, Belén y mi mujer. Y el jueves acabé yo también con el virus. Ahora estamos todos en cuarentena salvo María, que ya sale», detalla el padre.
En su caso, la cadena de transmisiones no ha salpicado a los abuelos. «Menos mal. Afortunadamente, se ha contenido en casa y ellos nos pueden apoyar ahora trayéndonos bolsas con comida que nos dejan en la puerta», expone el atribulado padre. Al ver que Ómicron avanzaba entre los suyos, Mora fue previsor: «Como temía que iba a contagiarme en poco tiempo, salí a comprar muchos alimentos para lo que se nos venía encima. Tenía mis dudas porque ya pasé el Covid, pero al final caí. Yo con un costipado mínimo y el resto, con fiebre».
Más que la enfermedad, «lo más difícil ahora es la dinámica laboral y doméstica». Y pone ejemplos: «En la web de la conselleria las cosas no están claras para los trámites. En el teléfono 900 comuniqué todos los positivos. Me dijeron que me llamarían del centro de salud y ya nunca lo hicieron. Se ve que están colapsados. El año pasado sí llamaban para hacer seguimiento. Este, nada. Al menos en mi caso».
En las casas con bebés, trabajar padre y madre al mismo tiempo es imposible. «Uno de los dos queda anulado y hemos decidido turnarnos. Paula teletrabaja por la mañana pese a estar contagiada y yo, mientras, juego con el pequeño y vigilo al resto de la tropa». Las tres mayores, conectadas a internet a sus clases.
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Mora es autónomo. «Trabajo por la tarde, de tres a siete y media». Luego, otra guerra: «Baños, cenas...». Casi sin pausa. Cuando la paz llega al fin a su hogar, él sigue trabajando «entre las diez de la noche y la una de la madrugada». Unas pocas horas de sueño y, a las 7.45, vuelta a empezar. Y se suman los lógicos conflictos: «Tanto tiempo todos en tan poco espacio genera roces. El pequeño interrumpe a las niñas. Se enfadan. Hay peleas por el cuarto de baño. La pequeña quiere cantar en el salón. Las mayores se quejan porque molesta. Una quiere los cascos. Otra quiere la tele. Vas apagando fuegos, como puedes...».
Similares apuros atravesó la semana pasada una familia de Paterna. «¡Cariño, Carla ha dado positivo. Tienes que ir corriendo al cole y sacar a María!». Con este mensaje la profesora de Formación Profesional Beatriz Lledó, vecina de Paterna, comunicaba a su marido la noticia más temida: el virus había infectado a su pequeña de año y medio tras su primera semana de guardería después de Navidad. Y, tras ella, a la hermana de 8 años, a su madre, a su abuela, a su primo y a sus dos tíos maternos.
«El panorama era desolador. Me pasé horas intentando solucionar mi baja, preocupada por toda la familia, enferma, con fiebre y muy aturdida», recuerda la profesora. «Mi marido tenía que trabajar y consumió dos días de derecho de libranzas para poder cuidar de las niñas y ayudar en la casa en los días en los que yo estaba peor», añade.
Extrañamente, el esposo de Lledó no se ha infectado. «Con un panorama como el que tenía en casa y muchas probabilidades de contagiarme, mi empresa prefirió que teletrabajara», detalla el hombre. Pero ni el ambiente en casa ni el espacio de trabajo en su hogar eran los adecuados. «Intenté reconvertir la habitación de la pequeña en despacho, pero resultaba muy estrecho y me dejaba la espalda en una incómoda banqueta de piano. Al final, opté por irme al área de trabajo y café de un supermercado».
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